Si bien la pandemia de COVID-19 sorprendió a todo el mundo, hay regiones que se han visto más afectadas por los efectos de la cuarentena, la falta de liderazgo y el debilitamiento de las instituciones para enfrentar la crisis. América Latina comenzó a enfrentar el coronavirus el 26 de febrero, cuando en Brasil se confirmó el primer caso. Desde entonces, el virus se esparció por toda la región y cada país tomó medidas que han destapado una preocupante realidad.

Por cuenta de la emergencia sanitaria, en la mayoría de países latinoamericanos se profundizaron las desigualdades, se autorizaron medidas que violan los derechos humanos y se reforzó la presencia de los militares en tareas policiales. La pandemia afectó a sectores muy vulnerables y aumentó la violencia de género y la xenofobia.

Y aunque hay anuncios de vacunas esperanzadores, lo cierto es que en la región no hay una política común para buscar la forma de que todos los países tengan acceso a la inmunización de la población. Hoy, América Latina y el Caribe suman poco más de 430.584 fallecidos y 12′296.964 contagios, convirtiéndose en la región con más casos confirmados a nivel global.

Esta preocupante realidad será analizada por expertos de varios países de la región que, a partir de este lunes y hasta el próximo jueves, se unen al Segundo Congreso de la Red Latinoamericana de Seguridad Incluyente y Sostenible, organizado por la Friedrich-Ebert-Stiftung en Colombia (Fescol), que este lunes contará con la participación de J. Sabina Frederic, ministra de Seguridad de Argentina, y Celso Amorim, excanciller y exministro de Defensa de Brasil, quienes analizarán los retos más urgentes para una de las regiones más golpeadas por la pandemia y sus efectos.

Uno de los aspectos que más preocupa es la violencia doméstica y los feminicidios. En todos los países de la región se reportó un aumentó dramático de denuncias en plena pandemia. Kristina Birke, directora del proyecto Red Latinoamericana de Seguridad de la FES (Alemania), explica que “lo más importante es reconocer que no todos nos sentimos (o estamos) igual de seguros o inseguros. El sexo, ingreso, comunidad étnica u orientación sexual tienen efectos sobre nuestro nivel de seguridad. Creo que el factor más importante, que está en la raíz de tanta violencia contra las mujeres, es la cultura patriarcal, y tristemente, como los casos aumentaron durante la pandemia, la problemática se ha hecho más visible en esta época”.

No fue lo único que destapó la pandemia. En mayo, el secretario general de Naciones Unidas, Antonio Guterres, advertía: “La pandemia sigue desatando una oleada de odio y xenofobia, buscando chivos expiatorios y fomentando el miedo (…) insto a los gobiernos a actuar ahora”.

Sobre este tema Birke explica que “para ayudarles y evitar que sean víctimas, se vinculen a economías ilegales o sean reclutados por actores armados, en el caso colombiano, hay que darles ayuda humanitaria, y en pandemia especialmente ayuda sanitaria, registrarlos y darles herramientas que les permitan integrarse a la vida económica y social del país, evitando que terminen compitiendo con locales”.

La pandemia, por otro lado, no detuvo las manifestaciones que habían comenzado en 2019 y provocó un aumento de la militarización en varios países, que sacaron a los uniformados a las calles amparados por la emergencia sanitaria.

Eduardo Vergara, quien fue jefe de Seguridad Pública del Ministerio del Interior y Director de la Fundación Chile 21, explica cómo “muchos gobiernos tras el inicio de la pandemia mantienen estados de excepción y a los militares en las calles y que hoy no pueden volver a gobernar sin estas atribuciones. Se ha generado un círculo vicioso en la región, que por un lado se nutre del profundo deseo que muchos gobernantes han tenido por usar militares en labores de seguridad pública, junto con la incapacidad política de adaptar y mejorar las policías para enfrentar nuevas situaciones”.

Democracia, en riesgo

En el Congreso de Seguridad de 2019 se advirtió que en América Latina la democracia estaba en riesgo; el coronavirus aceleró escenarios preocupantes enmarcados en un desmoronamiento del orden mundial y del multilateralismo. Marcos Robledo, coordinador político de la Red Latinoamericana de Seguridad Incluyente y Sostenible, exsubsecretario de Defensa y exasesor de Política Exterior y Defensa durante el gobierno de Michelle Bachelet en Chile (2006-2010), explica que la pandemia no solo está produciendo la mayor caída del PIB regional en un siglo (-5,3 %), y un aumento de 16 millones de personas en pobreza extrema respecto a 2019, sino que “ha exacerbado una crisis de legitimidad de las instituciones políticas que ya estaba en desarrollo, por lo que los estallidos sociales en Colombia, Chile o Perú, entre otros, no deberían sorprender a nadie”.

El experto agrega que la pandemia “desnudó la crisis democrática y dio paso a gobiernos crecientemente nacionalistas, ultraderechistas o autoritarios, que han terminado debilitando los procesos de integración y las instituciones multilaterales regionales”.

Para Mariano Aguirre, analista de cuestiones internacionales, miembro del a Red Latinoamericana de Seguridad Inclusiva y Sostenible de FES, “la pandemia, por otro lado, le ha dado más poder a los gobiernos para decidir sobre los ciudadanos. Cómo usan ese poder y, especialmente, qué legitimidad tienen los Estados cuando no pueden proteger a los ciudadanos plantea serios problemas para la democracia”.

¿Un efecto Trump?

Pero ¿qué tanto influyó el modelo Trump en los gobiernos de la región? Kristina Birke señala que, sin duda, Trump ha tenido efectos catastróficos en todo el mundo. “Su egoísmo y la polarización que siempre ha promovido eran difíciles para el mundo ya antes de la pandemia; pero con la pandemia han complicado mucho más las relaciones internacionales. Su mal manejo de la pandemia ha debilitado el gran poder mundial de Estados Unidos y podría llevarle a perder la competencia por el soft power en América Latina, frente a China”.

Adam Isacson, miembro de Washington Office for Latin American (WOLA) —uno de los centros de pensamiento más conocidos de Estados Unidos— asegura que ni Trump ni sus asesores tienen mucho qué decir de la región; sin embargo, reconoce que “su efecto envalentonó a los líderes populistas, autoritarios, o corruptos. Algunos, como Jair Bolsonaro en Brasil, conscientemente idolatraron y emularon a Trump (…) Otros, como Juan Orlando Hernández, en Honduras, y Jimmy Morales, en Guatemala, descubrieron que al hacer algunas concesiones transaccionales en temas como la migración podían reducir la presión de los Estados Unidos sobre temas incómodos como la corrupción y los derechos humanos”.

Una pandemia con muchas consecuencias, pues como analiza Catalina Niño, coordinadora de proyectos de Fescol y del proyecto de seguridad regional de la FES, a más largo plazo “la difícil situación social y económica que enfrentarán nuestros países en los próximos meses y años quizás va a generar un aumento de la inseguridad vinculada con la pérdida de empleos, la deserción escolar y el aumento de la pobreza, un terreno fértil para que los grupos criminales organizados ganen terreno y adquieran aún más legitimidad entre ciertos sectores de la población”.