Lo que hizo el ataque  en Westminster, junto al Parlamento británico, fue poner ante los ojos del mundo entero una realidad incuestionable: los ataques terroristas de hoy son más impredecibles que nunca y nadie está a salvo de sufrirlos. Aunque en esta época los radares de las autoridades están mejor afinados, cualquier persona a bordo de un vehículo o armado con cuchillos de cocina es un potencial terrorista.

Khalid Masood, británico de 52 años, condenado hace más de una década por delitos comunes (posesión de arma blanca), alquiló un carro y lo estampó contra peatones que caminaban por el puente de Westminster. Después lo estrelló contra las rejas que rodean el Parlamento e hirió con arma blanca a un policía. Su ataque, reivindicado un día después por el Estado Islámico,  dejó cuatro muertos y 40 heridos. Un ataque que ya habíamos visto en las calles de Niza (Francia) y Berlín (Alemania), pero como lo dijo el jefe de la policía británica, “este es el día que planeamos muchas veces, pero esperábamos que nunca sucediera. Tristemente, ahora es una realidad”.

«Al estar preparados se limitan las consecuencias. Pero evidentemente estamos indefensos ante este tipo de ataque. El atacante de Londres estaba armado con un cuchillo de cocina y un coche. ¿Qué se puede hacer ante eso?», advertían británicos tras los trágicos hechos. “Este tipo de ataque, perpetrados con objetos que utilizamos a diario, como vehículos o cuchillos, se han vuelto la norma, y son extremadamente difíciles de impedir», apunta Emily Winterbotham, investigadores en el Royal United Services Institute for Defence and Security Studies en Londres.

«El problema, es el fenómeno de imitación, que parece ser lo que pasó en Londres tras ataques similares en Niza y Berlín» y que hacen temer nuevos ataques de este tipo, agrega. De hecho, menos de 24 horas después del ataque de Londres, la policía belga detuvo el jueves a un conductor que intentó arremeter contra la muchedumbre en una arteria comercial de Amberes (norte).

Y justo por eso es que el evento de hoy en Roma (Italia), al que asistirán todos los líderes de la Unión Europea (UE) para conmemorar los 60 años de la firma del Tratado de Roma tuvo que blindarse para prevenir posibles amenazas. «El único modo de contrastar lo imprevisible es controlar el territorio», dijo el ministro italiano del Interior, Marco Minniti, durante una reunión extraordinaria mantenida con el Comité de Análisis Estratégico Antiterrorista.

Al encuentro asistieron dirigentes nacionales de la Policía y de los servicios de inteligencia, y también el representante en Roma de Scotland Yard, la policía londinense. Durante la reunión se decidió «mantener alto el nivel de alerta, intensificando las medidas de vigilancia y de seguridad para proteger los objetivos más expuestos a riesgo», según un comunicado del ministerio italiano.

Además, se reforzarán «aún más» los controles en las zonas de mayor flujo de personas y se desplegarán dispositivos policiales por toda la ciudad ya desde el viernes, cuando está previsto que el papa reciba a los líderes europeos en el Vaticano. En Roma se han dispuesto dos zonas céntricas de máximo control: la que rodea al palacio del Quirinale, sede de la Jefatura del Estado, y el área del Campidoglio, el ayuntamiento de la ciudad y donde tendrá lugar el acto conmemorativo.

No será la única zona, el Gobierno también ha informado de que no se permitirá el acceso de turistas al Coliseo desde el viernes hasta el domingo, ni se consentirá la entrada a los foros romano y Palatino, y a la Domus Aurea durante toda la jornada del 25 de marzo.

Pero además, cerca de 3.000 agentes y unos 1.000 militares vigilarán las calles de la capital italiana, mientras que drones sobrevolarán y controlarán los «puntos calientes». A ellos se sumarán agentes antidisturbios, artificieros, unidades caninas, servicios de emergencia y francotiradores que estarán preparados si se necesita su intervención.

Así, con la amenaza terrorista como telón de fondo, la ciudad se blindará para conmemorar el 60 aniversario de los fundacionales Tratados de Roma, un evento al que no acudirá Reino Unido, que comenzará el proceso de desconexión de la UE solo cuatro días después, el 29 de marzo. Y es que el Reino Unido se encuentra inmerso en un complejo proceso de redefinición de su identidad y de sus alianzas internacionales. Todavía no se ha asimilado el “Brexit” y los ataques lo único que logran es aumentar los miedos.

El jefe de la Policía, Guido Marino, prohibió vestimentas que puedan servir a los manifestantes para ocultar su identidad, así como el uso de cascos o capucha. También estableció que las mochilas y los bolsos de los manifestantes sean controlados y que «todo objeto adecuado para herir será incautado por las fuerzas del orden».