«Los estadounidenses se toman en serio el abandono del acuerdo nuclear y el cese del secretario de Estado Rex Tillerson ha sido efectuado con este fin, o al menos es una de las razones», subrayó el viceministro de Asuntos Exteriores iraní, Abas Araqchí. El funcionario también le dijo a la agencia ISNA que los países europeos estaban tratando de persuadir a Washington para no abandonar el acuerdo. «está por verse» si tiene éxito, agregó.

Según las declaraciones del mandatario estadounidense, el acuerdo nuclear con Irán fue uno de los catalizadores del despido de Tillerson: «El acuerdo con Irán pensé que era terrible, él pensó que estaba bien. Yo quería romperlo o hacer algo, él pensaba diferente».

El ultimátum para el acuerdo nuclear está fijado para el 12 de mayo, cuando el presidente Trump planea anunciar si su país mantiene su promesa de aliviar las sanciones económicas de Irán a cambio de restringir el programa nuclear del país persa a fines energéticos.

La participación de Irán en varios conflictos en el Medio Oriente, como en Siria, Omán y Palestina, parece ser la principal fuente de desconfianza para el mandatario: «Trabajamos con nuestros aliados y socios para bloquear el camino de Irán hacia las armas atómicas y luchamos contra su apoyo al terrorismo» y sin embargo, «donde sea que vayamos en Oriente Medio, se nos habla de Irán, Irán, Irán», afirmó el presidente.

El acuerdo fue alcanzado en julio de 2015 entre Irán y las cinco grandes potencias que integran el Consejo de Seguridad de la ONU: Estados Unidos, China, Francia, Rusia y Reino Unido, junto a Alemania. Ante el deseo de Trump de echar por el piso el acuerdo, el carácter multilateral de acuerdo es precisamente lo que podría salvarlo: varios países europeos han invertido en Irán y el gobierno de Bruselas podría anteponer esos intereses comerciales a las decisiones unilaterales de Trump.

El texto estipula la detención del programa nuclear de Teherán e inspecciones internacionales en varias instalaciones a cambio del levantamiento de las sanciones económicas que asfixiaban al país.

Salvo el actual gobierno de Estados Unidos, el resto de los firmantes ven el texto como una victoria histórica para la no proliferación de armas nucleares que llegó tras una década de tensión. Irán asegura que nunca intentó dotarse de este tipo de armamento, pero advirtió que el país podría reanudar rápidamente el enriquecimiento de uranio si se abandona el acuerdo.

El presidente de Estados Unidos lanzó un ultimátum a sus aliados europeos para llegar a un acuerdo con Irán que «remedie las terribles lagunas» que contiene el texto. Trump pide más inspecciones y, sobre todo, la negativa a extender la duración de las restricciones a la producción de combustible nuclear.

Apoyado por el secretario de Defensa, Jim Mattis, Tillerson y su equipo pidieron a Trump que escuchara a los europeos, que tratan de preservar el acuerdo mientras lo refuerzan.

Pero después del nombramiento al frente del Departamento de Estado del jefe de la CIA Mike Pompeo, un «halcón» en el tema iraní, el multimillonario republicano parece más dispuesto a seguir sus instintos.

– Malos augurios –

Ello tendría consecuencias «catastróficas» para la seguridad nacional, advierten desde el centro Diplomacy Works, fundado por los consejeros de John Kerry, exjefe de la diplomacia durante la gestión de Barack Obama, que negoció y firmó el acuerdo de 2015.

«Mientras Tillerson no era un abierto partidario del acuerdo nuclear», su sucesor «seguramente aconsejará al presidente para que Estados Unidos renuncia de sus obligaciones (…) lo que podría sumir a nuestra nación en una nueva guerra en la región», advierten desde Diplomacy Works.

Mark Dubowitz, de la conservadora Fundación para la Defensa de las Democracias que rara vez coincide con los diplomáticos de la era Obama, está de acuerdo: la llegada de Pompeo es un mal presagio para la supervivencia del acuerdo.

«Para los europeos (y estadounidenses) que piensan que Trump realmente no habla en serio sobre abandonar (el acuerdo) el 12 de mayo si no se alcanza un acuerdo para mejorarlo, aquí está la primera prueba: el próximo secretario de Estado, Mike Pompeo», tuiteó.

Antes de la ceremonia de confirmación de Pompeo en el cargo en el Senado, que tendrá lugar en abril, la diplomacia sigue funcionando.

El director de estrategia de Tillerson, Brian Hook, se reúne el jueves con funcionarios franceses, británicos y alemanes en Berlín para analizar los cambios del texto original, dijeron fuentes del Departamento de Estado a la AFP.

Se podrían incluir restricciones en el programa balístico iraní y el fin de las restricciones temporales. Los representantes europeos prefieren estos «suplementos» al texto siempre que el alma del acuerdo permanezca intacta. Aún así, Teherán y Washington tendrían que aceptar las nuevas cláusulas.

-¿Quién gana con la salida de Tillerson?-

Barak David, periodista de Canal 10 de Israel, aseguró recientemente que el presidente Trump prometió al primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, crítico feroz del acuerdo con Irán, que se negaría a aceptar un texto adicional.

El presidente estadounidense rechaza los «cambios cosméticos» y quiere una redacción nueva del texto, afirmó, citando fuentes del gobierno.

La salida de Tillerson generó ya reacciones de grandes actores en este escenario.

China fue cauta y expresó su deseo de que no haya cambios radicales en el ámbito bilateral y en el diálogo con la conflictiva Corea del Norte: «Esperamos que este cambio de persona no tenga repercusión para el desarrollo de las relaciones bilaterales y para la cooperación sino-estadounidense en algunos temas importantes», declaró Lu Kang, portavoz del ministerio de Relaciones Exteriores chino.