El presidente Barack Obama ordenó este lunes poner a media asta las banderas nacionales en la Casa Blanca y los demás edificios públicos del país en homenaje a Nancy Reagan, ex primera dama estadounidense.

Fallecida a los 94 años, la exactriz de series B, que jugó un papel clave en el ascenso político de Ronald Reagan, será enterrada junto a su marido en la Fundación y Biblioteca presidencial que lleva el nombre de su marido en Simi Valley, al norte de Los Angeles.

Michelle y Barack Obama destacaron el domingo que Nancy Reagan había transformado el papel de la primera dama durante los ocho años que pasó en la Casa Blanca (1981-1989), antes de convertirse en «la voz de millones de familias que han sufrido la agotadora y dolorosa realidad del Alzheimer.

Ronald Reagan, 40° presidente de Estados Unidos, padeció esa enfermedad durante al menos una década antes de su muerte en junio de 2004.

Nancy, cuyo nombre de soltera era Anne Frances Robbins, se casó en 1952 con el presidente Ronald Reagan, que también era actor, al igual que ella, y fue la primera dama del país entre 1981 y 1989, una época en la que se convirtió en una figura pública de primer orden, dando un especial protagonismo a ese puesto.

«Nancy Reagan era uno de mis héroes. Sirvió como primera dama con un poder, gracia y clase increíbles, y dejó su huella en el mundo», escribió en su cuenta de Twitter el también actor Arnold Schwarzenegger, que al igual que él fue gobernador de California.

Nacida en la ciudad de Nueva York el 6 de julio de 1921, al quedar viuda se convirtió en una apasionada defensora de la investigación con células madres, debido a que su marido, que falleció el 5 de junio de 2004 de una pulmonía, llevaba años sufriendo la enfermedad de Alzheimer.

Pese a sus continuas peticiones a los presidentes que sucedieron a Reagan, no fue hasta el primer mandato presidencial de Barack Obama que se levantaron en EE.UU. las restricciones a la financiación pública de las investigaciones con células madre.

Durante los dos mandatos presidenciales de Ronald Reagan, Nancy se dedicó activamente a la lucha contra las adicciones desde su puesto de primera dama, convirtiéndose en uno de los principales portavoces de la campaña «Solo di no» a la droga y el alcohol.

Pero por lo que es más recordada es por haber sido la compañera inseparable, confidente y aliada de Ronald Reagan, y por convertirse desde entonces en el paradigma y ejemplo de lo que se esperaba de una esposa del presidente de Estados Unidos.