El ciclismo y sus misterios. Nada está escrito en este deporte. Un desperfecto mecánico, una caída o una pálida pueden cambiar el rumbo de una clasificación general. Son días y días de esfuerzos sobrehumanos que en cualquier momento pueden dejar mal parado incluso hasta un ciclista que parece estar por encima del resto como lo es Chris Froome. El británico sufrió la etapa 12 de 160 kilómetros que se corrió desde Motril hasta Antequera Los Dólmenes. Un recorrido con dos puertos de montaña y con final en plano, que parecía no iba a generar mayores emociones. Pero al líder del Sky se le juntaron dos males: una caída y una avería. Cedió tiempo. Fueron 20 segundos con respecto al grupo Nibali, en el que entraron los colombianos Esteban Chaves (Orica Scott) y Miguel Ángel López (Astana) con un tiempo de 4 horas, 4 minutos y 32 segundos. (Vea el especial de la Vuelta a España)

Tomasz Marczynski del Lotto Soudal fue el ganador de la fracción (3 horas, 56 minutos y 45 segundos). Llegó solo a la línea de meta. El polaco atacó en el ascenso de Puerto del Torcal y fue ampliando margen. Parecía correr una contrarreloj individual, se empleó a fondo y terminó alzando los brazos por segunda ocasión en esta edición de la Vuelta (había ganado en la etapa 6 que terminó en Sagunt). Ninguno de los perseguidores pudo cazarlo. Los cuatro pedalistas (Omar Fraile, José Joaquín Rojas, Pawel Poljanski y Stef Clement) que lo seguían sin cesar, aunque se rotaron para jalar e intentar acortar distancia, no les alcanzó. Llegaron a línea de meta a 52 segundos de Marczynski.

Cuando la etapa parecía entrar en la monotonía y más de 100 corredores ascendían sin muchas complicaciones al Puerto del Torcal (segunda categoría, último de la jornada) apareció la figura de Alberto Contador, un español acostumbrado a hacer posible lo imposible, a realizar ataques magistrales que terminan desorganizando la clasificación general. Atacó el pedalista de Pinto junto con Nicolas Roche (BMC) y dejaron a los equipos Sky y Astana sin reacción. Gracias a esa arrancada del español, el grupo líder apretó el paso, lo que obligó a que se fueran quedando ciclistas. Contador tomó ventaja de 30 segundos y encontró en el camino a Edward Theuns, un compañero que lo arropó y lo llevó para mantener y ampliar la ventaja con el grupo principal.

«Alberto, gracias por todo», reflejaba una pancarta. Como agradecido por el detalle de un anónimo en la carretera, Alberto dejó el alma en la bicicleta. Metió miedo a sus rivales. Fabio Aru y Michael Woods, séptimo y octavo en la clasificación general, respectivamente, sentían los pasos del ciclista español. Eran pasos de gigante. En medio de la velocidad en la que se comenzó a descender llegaron los accidentes de Froome. Pies al suelo y enemigos volando. Cambio de máquina y desesperación del líder. Nadie sabe si se le pasó por la cabeza salir corriendo a pie, como en el Ventoux del Tour 2016.

Froome, demostrando la clase de corredor que es, aunque iba acompañado también ayudó a recortar ventaja. Se empleó a fondo para no perder mucho tiempo. Jaló como aprendió en los días que era gregario de Bradley Wiggins y aunque no cerró del todo el margen con respecto al grupo Nibali-Chaves, sí redujo hasta lo que más pudo. Fue peor el susto que las consecuencias, pero el aviso fue claro. La Vuelta no está ganada, no hay etapas de transición y Contador morirá entregándose hasta que sus piernas revienten y su cuerpo no de más porque su espiritu competitivo lo llevará a pelear hasta el final. Gracias al ataque en esta etapa, el español quedó a un minuto del podio.

Por la mañana avisó el de Pinto: «Hay quien se cree que me desentiendo del podio». Tenía razón. Hay Contador, hay Vuelta y sigue el espectáculo. La carrera se emocionó junto al conjunto de monumentos megalíticos de Antequera, construidos 6.000 años a.c. En tan insigne lugar prehistórico dio Contador otra lección histórica. La decimotercera etapa se disputará este viernes, entre Coín y Tomares, con un recorrido de 198,4 kilómetros.

Etapa 13