El chavismo marchará este martes en Caracas en rechazo a la escalada de violencia en las protestas contra el presidente Nicolás Maduro, que deja 51 muertos en ocho semanas y que la oposición atribuye a una «salvaje represión» de militares y policías​.

«Convoco masivamente a todo el pueblo de Venezuela a las calles con la bandera tricolor de la paz, la tolerancia y el amor (…) Convoco a la gran marcha de la paz», llamó Maduro el pasado domingo durante su programa semanal en la televisora estatal VTV.

La movilización oficialista se produce después de una nueva jornada de manifestaciones opositoras que acabó en disturbios. 

Las tensiones escalaron especialmente en el estado Barinas, cuna del fallecido expresidente Hugo Chávez, donde tres personas perdieron la vida el lunes por heridas de bala, confirmó la Fiscalía.

Comercios saqueados y sedes de oficinas públicas incendiadas dejaron los hechos en Barinas (oeste), denunció el vicepresidente Tareck El Aissami.

Maduro y altos funcionarios gubernamentales acusan a dirigentes de la coalición opositora Mesa de la Unidad Democrática (MUD) de «actos de terrorismo» para desencadenar un golpe de Estado.

«No tenemos una oposición. Tenemos fuerzas contrarrevolucionarias. Estamos enfrentando una oposición terrorista», insistió el lunes El Aissami.

La oposición, que exige elecciones generales, culpa al gobierno por los incidentes, señalando que la causa es la «represión» contra manifestantes a punta de bombas lacrimógenas, balas de goma e -incluso- armas de fuego.

De acuerdo con el Ministerio Público, las protestas dejan 51 muertos, así como un millar de heridos; mientras que la organización de derechos humanos Foro Penal denuncia 2.660 detenciones desde el 1 de abril, con 161 encarcelamientos ordenados por tribunales militares.

Maduro ha empezado a hablar en los últimos días de una «corriente nazi-fascista» que -sostiene- crece en la oposición. Aseguró hace una semana que los chavistas son «los judíos del Siglo XXI».

Su canciller, Delcy Rodríguez, renovó el lunes los señalamientos al aseverar que el chavismo es objeto de «delitos de odio» en una supuesta campaña orquestada por el gobierno de Estados Unidos. «El chavismo está siendo víctima en Venezuela y a nivel internacional de una persecución por razones políticas e ideológicas», dijo la ministra.

Según la diplomática, los sucesos tienen «la marca de made in Estados Unidos».

Citó el caso de un joven que fue prendido en fuego durante una multitudinaria manifestación opositora en Caracas, el sábado. Sufrió serias quemaduras, pero está fuera de peligro.

Maduro dijo que había sido quemado por «ser chavista». No obstante, un vocero opositor expresó que el hecho se produjo cuando el hombre intentaba robar, sin dejar de repudiar lo ocurrido.

Los linchamientos de delincuentes, en un país con una tasa de homicidios ocho veces mayor a la media mundial, han crecido exponencialmente.

Calificándola como «el camino hacia la paz», Maduro propone salir de la crisis con la convocatoria a una Constituyente, cuya mitad de un total de 500 miembros serían electos con sistema de elección sectorial, lo que la oposición consideran una maniobra para evadir el voto universal por lo que se niega a aceptarla.

La iniciativa también ha generado fisuras en el oficialismo y la fiscal general, Luisa Ortega Díaz, confesa chavista, la consideró «innecesaria».  

La oposición no está dispuesta a retroceder. «El miércoles volvemos a la calle. ¿Esto va a continuar? Sí, esto va a continuar por los caídos (…) y por los niños que mueren por falta de antibióticos», dijo el lunes el diputado opositor José Manuel Olivares.

Este martes, el Parlamento, único poder público controlado por la oposición, debatirá sobre «el uso desproporcionado de la fuerza de la fuerza del orden público, la tortura, la represión y los delitos contra el derecho internacional».

La tirantez, con protestas prácticamente diarias y bloqueos de vías, coincide con la severa crisis económica que sufren los venezolanos, con una desbocada inflación -estimada en 720% por el FMI para 2017- y una escasez crónica de alimentos básicos y medicinas.

Los problemas económicos golpean la popularidad de Maduro, cuya gestión rechazan siete de cada diez venezolanos, según encuestas.