José María “Chema”, quien el 26 de febrero del corriente cumple 82 años, además de encontrarse en una difícil situación económica, se encuentra prácticamente ciego, sufre de glaucoma, de glicemia (el azúcar en la sangre se le ha subido muchísimo en estos días), padece de una afección pulmonar, no le apetecen los alimentos y presenta un cuadro depresivo complicado.

Afortunadamente, por gestión del médico Edgar George, exalcalde de Barranquilla, y del economista Juan Lora, contactaron a su amigo, Gustavo Aroca, folclorista vallenato, quien de manera inmediata y oportuna se encargó, al lado del Doctor Álvaro Urbina, primo del reumatólogo y autor de “La Reina”, Hernán Urbina Joiro, de la Atención de “Chema”. En mejores manos no ha podido quedar, y de nuestra parte, nuestros más sinceros agradecimientos.

“Chema” nació en el Ático, Guajira, el 26 de febrero de 1.935, y al lado de Luis Enrique Martínez quien ofició de maestro, aprendió a tocar el acordeón a los 12 años. Su vida profesional la inició un año después, en unas fiestas de corralejas que se celebraron en San Ángel, Magdalena. Desde esas festividades no ha dejado de tocar el acordeón, del que no se desprende por nada, ni para nada.

Al poco tiempo de su lanzamiento como profesional, acompañó a Alejandro Durán en una correría por las poblaciones y haciendas de la ribera del río Magdalena, correría que duró tres años: Yucal, La Bomba, Punta Piedra, Moler, donde nació Abel Antonio Villa, entre otras poblaciones y fincas ribereñas. Aquella era una época, cuenta “Chema”, en la que no contaban ni con el cajero, ni con el guacharaquero, ya que, por un lado, estos eran escasos, y por el otro, tampoco se los exigían.

Solo tocaban el acordeón, al que acompañaban con su voz. Por ese entonces, agrega “Chema”, cobraban un peso por canción, y en una parranda, en promedio, podría dejarles unos ochenta pesos, que se repartían en partes iguales.

La primera vez que “Chema” participó en una grabación, año 1.954, sello Curro, pero como cajero, fue en Bogotá con Luis Enrique Martínez. En 1.966, ahora si, como acordeonero, grabó con Armando Zabaleta y su Conjunto tres LP. El primero en Cartagena para el sello Fuentes y los otros dos en Bogotá para el sello Phillips.

“Chema” Martínez amenizó las parrandas de los hacendados más prominentes del Magdalena y Cesar, lo que podríamos denominar la época de oro de las parrandas vallenatas. En el Copey, Cesar, vivió por muchos años, y en esta población conoció a Tobías Enrique Pumarejo, Don “Toba”, a su hermano Don Tito y al hijo de Don Tito, Luis Joaquín, “El Negro Quin”. Las parrandas con los pumarejos, en especial con Don “Toba”, son muchos los que las recuerdan todavía.

A destacar que “Chema”, en Fundación, Magdalena, año 1.951, fue el segundo ganador de los primeros concursos de acordeón que se celebraron en Colombia. Concursos que fueron organizados por el libanés Camilo George Chams, el padre de Edgar George, del que ya nos referimos. En ese mismo concurso, en el que “Pacho” Rada, hijo, ocupó el segundo lugar, Alfredo Gutiérrez, con nueve años de edad, fue declarado “Niño Prodigio del Acordeón”.

No quiero alargarme más, son muchas las anécdotas e historias que podría contarles de este juglar del acordeón, cuya parte médica por lo pronto se encuentra resuelta, pero no así su situación económica. De momento, con un grupo de amigos de nuestro chat, “El Jardín de Fundación”, estamos canalizando algunos recursos, que por supuestos no serán suficientes.

En vista de ello, hemos contactado a los manager de Jorge Oñate y Poncho Zuleta, Mario Puerta y Joaco Guillem para que nos apoyen esta causa, al igual que a Gustavo Gutiérrez, para que, al respecto, contacte a la junta de la Fundación del Festival de la leyenda Vallenata y les brindes su apoyo a “Chema”. Por su parte, Alfredo Gutiérrez ya se comprometió con un aporte, y por parte de Jaime Pérez Parodi, ya se encuentra tocando algunas puertas en Valledupar.

Ahora esperamos que otros entes, como Sayco, en donde “Chema” no se encuentra afiliado, pongan de su parte, al igual que el Ministerio de Cultura, los compositores e intérpretes del acordeón y todos los que tengan que ver con nuestro folclor.

Sería una pena que otro de nuestros juglares, una enciclopedia vivida del folclor clásico vallenato, su memoria aún es asombrosa, muera en la miseria como tantos otros tantos juglares, y en especial, cuando el vallenato fue declarado por la Unesco, como patrimonio cultural de la humanidad.