El Real Madrid regresa al mal recuerdo del año pasado, protagonizando
justo doce meses después la misma situación, con su temporada en juego
en una semana decisiva con duelo europeo y clásico ante el Barcelona,
que provocó un año sin títulos grandes con Santiago Solari. Este
miércoles en el duelo de ida ante Manchester City por Champions League y
el domingo frente al Barcelona por la liga, se juegan la vida y el
pellejo de Zinedine Zidane.
La firmeza que exhibía el Real Madrid en un enero impecable, con pleno
de triunfos y la conquista de la Supercopa de España, se ha desplomado
en febrero. Nada hacía pensar que dos pinchazos consecutivos en LaLiga
Santander, empate ante el Celta de Vigo y derrota frente al Levante,
iban a traer a la memoria de los jugadores madridistas lo vivido hace
doce meses.
Y todo eso sumado a la lesión de Eden Hazard, que lo tendrá otros dos
meses fuera de las canchas. También de la expulsión de Rodrygo con el
Castilla este fin de semana, dos bajas más para un equipo al que no le
sobran los jugadores. ¿Tendrá alguna oportunidad James? Todo parece
indicar que no.
«La semana que viene nos lo jugamos todo», aseguró con
contundencia Zinedine Zidane tras caer en el Ciudad de Valencia y ceder
el liderato liguero al Barcelona. El giro de los acontecimientos
convierte en decisivo el clásico del domingo en el Santiago Bernabéu. El
peligro de una derrota dejaría a cinco puntos de distancia al eterno
enemigo, que serían seis con la diferencia de goles. El encuentro se ha
convertido en una final.
El mensaje lo lanzó Zidane con la confianza que siempre le han
trasladado sus jugadores en las grandes citas en las que todo se juega a
una carta. Sin él en el banquillo desapareció. Hace un año llegaba a la
fecha en el mejor momento de Solari en el banquillo. Cinco triunfos
consecutivos por primera vez en la temporada hasta la visita al Camp Nou
en las semifinales de Copa. Un empate de mérito que incluso supo a
poco.
Siguió lanzado para derrotar al Ajax en su casa en la ida de los octavos
de final de la Liga de Campeones y conquistar por primera vez el Wanda
Metropolitano en el derbi madrileño. Llegaban grandes citas cuando algo
se desconectó en la cabeza de los jugadores madridistas. La Liga,
perdida desde navidades, fue el aviso. El Girona conquistó el Bernabéu y
sacó a relucir unas carencias que se agravarían ante Ajax y Barcelona.
El equipo azulgrana dio la vuelta a la eliminatoria copera. El 0-3 fue
un castigo durísimo al partido realizado por el Real Madrid, que se
dejaba llevar en la maratón de clásicos y cedía en el de Liga tres días
después. De nuevo ante su afición. Ya no era objetivo y las miradas
estaban puestas en la Liga de Campeones. Todo, una vez más, a una carta
en su competición fetiche y en esta ocasión le salió mal.
El Ajax se exhibió en el Bernabéu en una noche que jamás olvidará.
Tampoco Solari que quedó sentenciado. El 1-4 representó el final de
temporada a inicios de marzo. Quedaban largos meses sin nada en juego
por delante. Solo el regreso de Zinedine Zidane cambió el humor de un
aficionado acostumbrado a celebrar títulos cada temporada que encajaba
un año en blanco.
El destino pone al segundo técnico más laureado de la historia del Real
Madrid, la misma prueba que hace un año. Eliminado de Copa del Rey por
los cuatro goles de la Real Sociedad que hicieron recordar la
inestabilidad del pasado. Síntomas que no cambiaron ante el Celta, con
remontada y un castigo a un final en el que se dejó llevar.
Mayor aún fue el del Levante, que le derrotó en su única llegada y sacó a
relucir la falta de pegada del equipo blanco en cuanto a Karim Benzema
se le apaga la luz. Manchester City y Barcelona, dos de los equipos más
grandes de Europa, son un examen a la temporada del Real Madrid que no
quiere que reaparezcan los fantasmas de hace meses.