Un hombre hecho para triunfar. La vida lo recibió con grandes obstáculos y desde pequeño supo cómo driblarlos. En una isla perdida para el mundo, como lo es Madeira, más cercana de Marruecos que de Portugal, allí creció Cristiano Ronaldo. Su sueño: ser el mejor jugador de fútbol.

Con una pelota en los pies, creció Ronaldo en Madeira. En su casa se hablaba de Eusebio, José Augusto Torres y Mario Coluna, un trio de jugadores que lideró al Benfica en sus campeonatos en las Copas de Europa en 1961 y 62 y llevó Portugal al tercer puesto en el Mundial de 1966. Pero él creció viendo jugar a Luis Figo, quien se convirtió en el ídolo de su infancia.

Su talento lo mostró a temprana edad. “Para él todo giraba alrededor de un balón y tenía un don para jugar y hacer las cosas que hace, sabíamos que tenía un talento, pero no sabíamos que lo llevaría tan lejos”, afirmó su hermana Elma Aveiro. Siempre estuvo detrás de un esférico, su mamá, Dolores Aveiro, siempre le pedía que hiciera sus tareas, pero Ronaldo respondía que no tenía deberes, así que se tomaba un yogur una fruta, salía jugar fútbol y regresaba a las 9:30 de la noche.

A los seis años estuvo en su primera escuela, el equipo de Andorinha, fue el que primero se deleitó con su calidad. Eso se dio gracias a un primo que jugaba en ese club y lo invitó a practicar. Ahí inició el camino. Ronaldo jugaba todos los días. Su talento llegó a ser rápidamente conocido en Madeira. También fue allí donde la competitividad, ese deseo de ser el mejor y siempre ganar comenzó a crecer, “se ponía a llorar si su compañero no marcaba, por eso lo comenzaron a llamar llorón. Otros le pusieron el apodo de avispa, porque nadie era capaz de agarrarlo”, recuerda su mamá.

A los 12 años tuvo una prueba en el Sporting de Lisboa durante las vacaciones de Semana Santa. El sueño estaba cerca. La noche anterior al viaje no pudo dormir, su ansiedad se dio más porque nunca se había subido en un avión. Con respecto a la prueba estaba tranquilo y seguro, él sabía que lo iban a elegir. El 17 de abril de 1997 Oswaldo Silva y Pablo Cardoso le pidieron que jugara con los jugadores jóvenes y allí convenció a todos. “Cuando lo vi sabía que era alguien especial”, recuerda Cardoso, quien fue su primer entrenador.

Aunque la soledad lo embargaba, su mentalidad la tenía clara: siempre quiso ser el mejor en todo. Ping pong, billar, velocidad, fútbol de mesa, en todo lo que lo pusieran hacer quería sobresalir. Se exigía mucho, para él su equipo siempre tenía que ganar. Ronaldo sabía cuál era su camino y por eso nunca dio el brazo a torcer. Esto hizo que sus atributos mejoraran, que su inteligencia dentro del terreno de juego fuera cada vez mejor, siempre fue el mejor jugador de todos los torneos a lo largo de todas las etapas de formación, tanto así que Mourinho se interesó en él.

-Ahí va el hijo de Van Basten-, le dijo el entrenador portugués a su asistente cuando lo vio jugar.

A los 17 años era el diamante en bruto en la cantera del Sporting de Lisboa. Allí jugó sus primeros partidos con el equipo grande, pero su deseo de ser el mejor aún paseaba por su mente. Así que a escondidas entrenaba regates en el gimnasio con un peso en cada pie, para mejorar su técnica. En agosto de 2003, el Manchester United firmó un acuerdo con Jorge Mendes, entonces presidente del Sporting para que el jugador llegara a Old Trafford en 2004, pero tras una actuación memorable en un partido amistoso contra los Red Devils, Alex Ferguson no aguantó y se lo llevó.

Pasó de ganarse 2.000 euros a 80.000 en el United, por lo que se dijo que ya era hora: su mamá no tenía que volver a trabajar nunca más. Pero dos años más tarde viviría el momento más triste de su vida. El 7 de septiembre de 2005, su padre murió por una crisis renal a causa del alcohol. Cristiano estaba concentrado con Portugal y se reunió con su seleccionador para decirle que deseaba jugar el partido frente a Rusia, valedero para la clasificación del Mundial de Alemania 2006. Posteriormente, Álex Ferguson, su entrenador en el Manchester United, sí le permitió volar a Funchal para acudir al entierro.

Tras este lamentable episodio, Ronaldo empieza a ascender en su carrera, en seis temporadas con Manchester United ganó tres ligas Premier, dos Copas de la Liga, una Liga de Campeones y un Mundial de Clubes. En el 2008, año en que ganó la Champions y el Mundial de Clubes, logró el primer Balón de Oro de su carrera. Pero no quería parar allí. Así que en 2009 se va al Real Madrid, a pesar de las peticiones de Ferguson.

El cuadro merengue puso 91 millones de euros y se quedó con él a mediados del 2009. La cifra causó un escándalo enorme. Cristiano la defendió. «Creo que es una cifra justa. Si el Manchester y Real Madrid acordaron esa cantidad, entonces no hay nada más que hablar. Los grandes futbolistas cuestan mucho dinero, si los quieres, tienes que pagar», dijo el portugués, que en 2014 fue clave para que Madrid lograra la ansiada decima Liga de Campeones, también logró la Copa del Rey, la Supercopa de Europa y en el Mundial de Clubes. Lo que le valió para ganar su tercer Balón de Oro, segundo consecutivo.

En el 2016 tuvo un buen año memorable. El máximo goleador histórico del Real Madrid, superando al mítico Alfredo Di Stéfano, ganó la undécima Uefa Champions League del Real Madrid, derrotando en la final al Atlético de Madrid, y la primera Eurocopa de naciones para la selección de Portugal, venciendo a Francia, anfitrión del certamen, en el juego definitivo.