«Creo que logré aburrirlo a la hora 11, je… Esa fue la única vez en la vida que nos vimos. Igual quiero aclarar que yo no tengo conocimientos que él no tenga. A partir de que el otro no ignora lo que uno sabe, el fenómeno pedagógico que ustedes mencionan no se puede dar», fueron las palabras que desplegó Marcelo Bielsa en la previa de uno de los enfrentamientos entre el Athletic de Bilbao que por entonces dirigía y el Barcelona de Guardiola.

Tiempo antes, exactamente el martes 10 de octubre de 2006, tuvieron una charla de 11 horas en uno de los tranquilos campos de Máximo Paz, provincia de Santa Fe, Argentina. Pep hizo caso al consejo que cuatro años antes, en la Roma, le había dado el histórico goleador argentino Gabriel Omar Batistuta: “Si vas a ser entrenador, tenés que juntarte a charlar con Bielsa”.

El actual técnico del Leeds de Inglaterra sabía de la visita y puso a disposición del catalán un amigo que le sirvió de chofer entre el hotel Palermo y el lugar ubicado a unos 78 kilómetros de la futbolera Rosario, ciudad de donde es Newell’s Old Boys, el amado club de Bielsa, quien, además, le ofreció a Guardiola y su privilegiado acompañante, el cineasta y guionista David Trueba, un asado inolvidable.

Como Marcelo y Josep no se conocían, para ‘romper el hielo’ primero hablaron de cine. Trueba respondió a los interrogantes de Bielsa, que dijo ser fanático del cine. “Marcelo demostró ser un apasionado. Me dijo que veía alrededor de dos películas por día. Hablamos mucho hasta que en un momento me detuve y dije: ‘Bueno, ustedes no están aquí para hablar de cine, ¿no?’. Ahí fue el comienzo de la charla futbolera, un incesante ir y venir de conceptos, de frenéticos debates sobre distintos equipos, de análisis de posiciones, de anécdotas… Comenzaron y no pararon”, relató Trueba.

“Fue una charla intensa. Hubo consultas en la computadora sobre temas en los que no se ponían de acuerdo y puestas en escena de diferentes acciones del juego», manifestó Trueba, que también recordó una particular anécdota: «Marcelo se empeñó en explicar una jugada y me obligó a ubicarme como defensor contra dos sillas. Y ahí andaban, enzarzados en la discusión y yo tratando de marcar y que las sillas no me gambetearan, je…”.

Como se ha conocido en otros ámbitos, en esa charla el actual técnico del Manchester City expresó su molestia ante el entorno que rodea al fútbol, a lo que el exestratega de la selección argentina le preguntó: “¿Por qué usted, que conoce toda la basura que rodea al mundo del fútbol, el alto grado de deshonestidad de cierta gente, tiene ganas de volver a ese ambiente y dirigir? ¿Tanto le gusta la sangre?”. Pep contestó con contundencia: “Necesito esa sangre”.

Cuando Guardiola le preguntó a Bielsa sobre el manejo de la prensa, obtuvo la siguiente respuesta: “¿Por qué le voy a dar una entrevista a un periodista de un medio poderoso y se la voy a negar a un pequeño reportero de una provincia? ¿Cuál es el criterio? ¿Mi propio interés? Entonces, eso es un ventajismo”.

Josep Guardiola no paraba de anotar conceptos en una libreta, cuyas hojas no fueron suficiente, por lo que le pidió más a Bielsa. La conversación corría de una manera apasionante y el catalán entendía que esta sería fructífera en lo que venía: su carrera como entrenador, un exitoso y admirable entrenador.

Guardiola dirigió su último partido como DT de Barcelona precisamente contra un equipo del Loco. Fue en la final de la Copa del Rey 2012, frente el Athletic de Bilbao. Y aunque Bielsa no cree en el “fenómeno pedagógico” de aquella charla del 10 de octubre de 2006, el director técnico del inolvidable Barcelona 2008-2012, uno de los mejores equipos de la historia, reconoció años más tarde: “Fue un honor que me abriera las puertas de su casa y así poder compartir todo un día con él hablando sobre fútbol. Fue formidable. Siento que me enseñó muchísimo”.