Durante una visita a Pekín, el secretario de Estado norteamericano indicó que altos responsables estadounidenses están en contacto con Pyongyang, días después de que se produjera una verdadera escalada verbal de amenazas entre el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, y el líder norcoreano Kim Jong Un.

Washington no tiene lazos diplomáticos con el régimen norcoreano, y se ha apoyado en Pekín para presionar su vecino a través de sanciones.

Sin embargo, Tillerson aseguró que los diplomáticos estadounidenses no confían en China como un mediador y que son ellos mismos los que han hablado directamente a través de «nuestros propios canales».

«Preguntamos. Tenemos líneas de comunicación con Pyongyang, no estamos en una situación totalmente negra, tenemos dos, tres canales de comunicación abiertos», dijo.

«Podemos hablar con ellos, les hablamos», afirmó.

Estados Unidos no ha legislado para usar la fuerza para frenar los ensayos nucleares y de misiles de Pyongyang, pero la semana pasada Trump amenazó con «destruir totalmente» el país.

Aún así, responsables veteranos de Washington admiten en privado que la opción militar no se ve muy prometedora, puesto que Corea del Sur, aliado de Estados Unidos, está al alcance del arsenal del norte.

 ‘Hombre cohete’ 

Por su parte, Tillerson ha sido un firme defensor de la campaña por una «presión pacífica», recurriendo a las sanciones de Estados Unidos y la ONU y cooperando con China para frenar las aspiraciones del régimen.

No obstante, sus esfuerzos se vieron empañados por una extraordinaria guerra verbal, con Trump burlándose de Kim Jong-Un, al que llamó «pequeño hombre cohete» y Kim afirmando que el mandatario estadounidense está «mentalmente trastornado».

Y mientras Tillerson se reunía con el presidente chino, Xi Jinping; el el consejero de Estado, Yang Jiechi y el ministro de Relaciones Exteriores chino, Wang Yi, la agencia de propaganda norcoreana publicó una nueva oleada de insultos contra Trump, calificándolo de «viejo psicópata», en «misión suicida para provocar un desastre nuclear que reducirá a Estados Unidos a un océano de llamas».

La retórica norcoreana vino acompañada de una serie de controvertidos ensayos balístico y el 3 de septiembre llevó a cabo su sexto ensayo nuclear, el más potente hasta la fecha, cuando aseguró haber probado una bomba de hidrógeno.

Además, Pyongyang disparó misiles intercontinentales que sobrevolaron Japón recientemente.

Washington, respaldado por la mayor parte de la comunidad internacional, declaró que el programa de Corea del Norte era inaceptable, temiendo que su amplio arsenal no disuada a Kim Jong-Un de ordenar un ataque.

Los observadores mostraron su preocupación ante la posibilidad de que, si Pyongyang decidiera probar una bomba de hidrógeno en el océano Pacífico, como advirtió que contemplaba hacer, Washington podría verse obligado a ordenar una acción militar.

Retórica encendida

Pero Tillerson dijo que correspondía a Trump tomar una decisión al respecto y que «hasta donde yo sé, el comandante en jefe no ha trazado ninguna línea roja».

«La situación al completo se ha encendido demasiado. Creo que todo el mundo querría que [el ambiente] se calme», declaró, respondiendo a una pregunta sobre las amenazas de Trump.

«Creo que si Corea del Norte dejara de disparar misiles, las cosas se calmarían mucho», añadió.

Tillerson, que se encontraba en Pekín para planear una cumbre que Xi y Trump mantendrán en noviembre, aplaudió las recientes medidas de China para presionar a su vecino.

Aunque en los programas de sus reuniones con Xi, Yang y Wang no se incluía ningún punto sobre Corea del Norte, Tillerson explicó después que sí que habían tratado el tema.

En estos últimos meses, la administración Trump había acusado públicamente a China, principal aliado de Corea del Norte, de no ejercer suficiente presión sobre su vecino, pero el tono parece haberse suavizado desde que Pekín decidió aprobar y aplicar las nuevas sanciones.

Por su parte, Xi Jinping destacó la «buena relación de trabajo y amistad personal» con Trump, y predijo que la visita del presidente estadounidense será «especial, maravillosa y exitosa».