La catedral de Notre Dame de París, símbolo y corazón de la capital francesa, devastada por un violento incendio durante más de doce horas, se mantiene en pie pero herida.

El sentimiento de pérdida era infinito frente a las llamas que, por 12 horas, devoraban el edificio gótico de gárgolas impresionantes, cuya construcción comenzó en la Edad Media, a finales del siglo XII (se cree que en 1163), y duró dos siglos, hasta 1345. 

Solo hasta la madrugada del martes los bomberos controlaron el fuego y las llamas se disiparon al pasar de las horas. El incendio no acabó con los tesoros de la catedral, entre ellas la Santa Corona de espinas que la tradición considera que llevaba Jesucristo durante su crucifixión. Pero las llamas destruyeron dos terceras partes del entramado del tejado, una maravilla de la arquitectura de madera europea, y su emblemática aguja.