Los episodios ocurridos sobre todo en Hollywood y las altas esferas de la política estadounidense han inspirado a mujeres de todo el mundo a romper el silencio acerca del abuso y acoso sexual que se ha normalizado en muchas de nuestras sociedades contemporáneas.

Y si esto ha sido difícil para las mujeres en las llamadas sociedades libres y democráticas no es de esperarse que ocurra mucho en sociedades con regímenes autoritarios.

Sin embargo, en China un grupo de mujeres que se autodenominan “silence breakers” (rompedoras del silencio) ha empezado a circular peticiones en donde demandan investigaciones de acoso sexual.

Sin embargo, como reporta el The New York Times, organizarse ha sido difícil en una cultura tradicionalmente machista y donde el control lo tiene un conservador Partido Comunista.

Los encargados de la censura del gobierno están tratando de obstaculizar el movimiento prohibiendo palabras como “acoso anti sexual” en medios sociales y borrando cualquier petición que haga un llamado a la denuncia, la visibilizarían de este tipo de casos o la protección de los derechos de las mujeres.

Según el mismo medio norteamericano, los funcionarios han advertido a algunos activistas que no hablen, sugiriendo que pueden ser vistos como traidores que confabulan con extranjeros si persisten.

Zhang Leilei, de 24 años, activista del movimiento #WoYeShi (Me too, en chino) aseguró al diario neoyorquino que “muchas voces sinceras y entusiastas han sido silenciadas. Estamos enojadas y conmocionadas”.

Las denuncias de este grupo de mujeres señalan a sus jefes, maestros de universidad y compañeros de trabajo. Las mismas activistas insisten que con la censura deben levantarse aún más contundentemente las denuncias, y también reclaman más mujeres en los altos mandos del gobierno chino.

Un profesor chino ya ha sido investigado por acosar a media docena de estudiantes en los último 15 años, lo que ha desatado un debate nacional en el gigante asiático. Una periodista de 30 años, Shophia Huang Xuequin dijo al times “No somos lo suficientemente calientes para destacarnos como si fuéramos un solo individuo”.

La misma comunicadora dijo haber dejado su puesto hace algunos años por que un colega la hostigó sexualmente: “Parece que todavía estamos en un mundo tradicional donde se supone que las mujeres deben quedarse en casa y alimentar a los niños”.

El tema de igualdad de género en China solo se toma como propaganda por parte del monolítico Partido Comunista asegurando el éxito de las mujeres en las primeras décadas del su gobierno y señalando una supuesta declaración de Mao donde aseguraba que “la mujer sostienen la mitad del cielo”.

Sin embargo, los esfuerzos del gobierno en temas de protección de los derechos de las mujeres en los últimos años han sido nimios.

La legislación sobre abuso y acoso sexual son vagas, dicen expertos en el Times, y las cortes no hacen ningún empeño en favor de las mujeres. Los empleados que son denunciados son escasamente investigados o condenados a penas que insignificantes.

Muchas mujeres permanecen en silencio por temor a la estigmatización y a perder sus empelo, dice el abogado Li Ying, director de Centro para el Desarrollo de Género de Beijing.

El movimiento #MeToo en China empezó a ascender cuando una exalumna de la Universidad de Beijing, quien vive en los Estados Unidos e hizo púbico un ensayo que fue leído por más de tres millones de personas en el que aseguraba que ella era parte de un grupo de siete mujeres acosadas por el profesor Chen Xiaowu, recoge el medio norteamericano.

Este ensayo se ha descrito como el primer paso de un largo camino contra el acoso sexual en China. Las mujeres del movimiento aseguran que tomará décadas para cambiar las actitudes públicas sobre el acoso. Pues en muchas empresas cuando una mujer denuncia es relegada a cargos menores o su sueldo es recortado.

Fanny M.C, Cheun, profesora de psicología de la Universidad China de Hong Kong asegura que la cultura china enseña a las mujeres a respetar la jerarquía , lo que impide que hablen contra sus superiores, dijo al New York Times.

Muchas mujeres chinas que han presentado historias de abuso han sido despreciadas por amigos, compañeros de trabajo y parientes. Pero algunos dicen que al hacerlo les dio una sensación de liberación.