Tres jugadores de Rugby en Francia fallecieron en los últimos siete meses. Ninguno de los tres jóvenes superaba los 21 años de edad. Una estadística negativa que generó una discusión en este país de cómo se trabaja en los clubes y si se protege o no la integridad física de los deportistas. Nicolas Chauvin, Louis Fajfrowski y Adrien Descrulhes fueron los jugadores que perdieron la vida en partidos o después de practicar el deporte.

Chauvin, de 18 años, falleció el miércoles pasado durante un partido del Stade Français. El rugbier se partió el cuello tras haber quedado enganchado entre dos rivales. Según los reportes, su deceso fue casi inmediato. En agosto, fue Fajfrowski, de 21 años, quien murió en el vestuario producto de un ataque al corazón, minutos después de que un golpe en el pecho le alterara el ritmo cardíaco. Mientras que Descrulhes, de apenas 17, perdió la vida tras sufrir una conmoción cerebral cuando dormía, causada por una hemorragia tras un golpe en la cabeza.

Estos tres casos obligaron a que la ministra de deportes, Roxana Maracineanu, junto con Bernard Laporte, presidente de la Federación Francesa de Rugby, citaran a una reunión de emergencia. “Un tercer jugador joven ha muerto en un campo de rugby, el primero desde que me convertí en ministra de deportes, y eso es demasiado”, sostuvo la funcionaria, quien también resaltó: “Es hora de que el deporte adapte sus reglas para proteger a los jugadores más jóvenes de los riesgos”.

Antes de la reunión, el diario francés L’Equipe publicó un fuerte editorial: “De ahora en adelante, lo sabemos. Y nadie puede pretender que todavía hay alguna duda. El rugby mata. Y mata porque con la profesionalización un juego duro se ha convertido en un juego violento. El rugby mata porque creía que la preparación lo protegía todo, que los cuerpos de los jugadores podían resistir cualquier placaje, a menudo hechos por dos defensores simultáneamente. El rugby mata porque no queríamos ver que pudiera matar”.

A finales de junio, el neurocirujano Jean Chazal fue expulsado del consejo médico de la liga francesa de este deporte, por unas declaraciones en las que fue enfático al mencionar la peligrosidad del rugby: “El hombre que hoy juega es más pesado, corre más rápido. Como resultado, los choques son más fuertes. El índice de masa corporal es revelador. Cuando mides 1,80 m, tienes que pesar 75 kilos. Los rugbiers de este tamaño suelen pesar más de 100 kilos. ¡Son veinte libras de músculo extra! Es un motor muy grande, inflado, colocado en un chasis que no fue diseñado para soportarlo”, precisó el doctor a medios franceses.

A lo anterior se le suma que Francia no es el único país que ha visto cómo fallecen sus jugadores este año. En mayo, un canadiense de 18 años, Brodie McCarthy, murió luego de una colisión. De igual manera, en septiembre, Kyle Barnes, de 31, perdió la vida luego de sufrir una lesión en la cabeza en un partido de clubes en la Liga de Sudáfrica.

Hasta la fecha, el rugby no es el único deporte cuestionado para proteger a sus jugadores. En Estados Unidos prohibieron a los futbolistas de los equipos de formación cabecear el balón y hace dos años el vicepresidente de la Liga de Fútbol Americano, Jeff Miller, aceptó ante el Comité de Energía y Comercio de la Cámara de Representantes que hay un vínculo entre las conmociones cerebrales que sufren los jugadores de fútbol americano y la encefalopatía traumática crónica (CET, por sus siglas de inglés), una enfermedad cerebral degenerativa inducida por repetidos golpes en la cabeza.

La lupa ahora queda enfocanda en el rugby, para ver qué adaptaciones a las normas se hacen y cuáles de éstas puedan ser adoptadas en otros países y así no se tenga que volver llorar a un jugador más en este deporte.