Suecia comienza el lunes una espera de tres días para conocer al ganador de las elecciones legislativas del domingo, con resultados muy ajustados que dejan a la derecha y la extrema derecha bien posicionadas para conquistar el poder.

El país nórdico, que en los últimos años sufrió varias crisis políticas, vive de nuevo en la incertidumbre para intentar formar gobierno. El domingo, la autoridad electoral dijo que el resultado final tendría que esperar hasta el miércoles porque los resultados son muy ajustados.

Según datos parciales de cerca el 95% de los colegios electorales, el bloque del Partido Moderado (conservador), liderado por Ulf Kristersson, obtendría una mayoría absoluta de 175 escaños, frente a los 174 del bloque de izquierdas de la primera ministra socialdemócrata saliente, Magdalena Andersson.

Si se confirman estos resultados, la izquierda dejaría el poder tras ocho años gobernando.

El gran ganador de la noche fue el partido nacionalista y anti-inmigración Demócratas de Suecia (SD), dirigido por Jimmie Akesson.

Con un resultado provisional del 20,6%, la formación estableció un nuevo récord y se convirtió no solo en el mayor partido de la derecha, sino también en el segundo partido de Suecia.

“Huele muy bien”, dijo el líder del partido, de 43 años, ante una multitud en la sede de su campaña.

Aunque los sondeos a pie de urna y los primeros resultados preliminares apuntaban a una victoria ajustada de la izquierda, los derechistas se fueron adelantando a medida que se contaban los votos el domingo.

Ulf Kristersson, el candidato de derecha a primer ministro, dijo que estaba “dispuesto a formar un gobierno nuevo y fuerte”.

Según los votos escrutados hasta el lunes por la tarde, el bloque de la derecha (SD, Partido Moderado, democristianos y liberales) obtendría el 49,7% de los votos.

El bloque de izquierdas (socialdemócratas, Partido de la Izquierda, Verdes y Partido del Centro) conseguiría el 48,8%.

Los votos de los suecos en el extranjero aún no se han contabilizado, pero los politólogos afirman que es poco probable que se invierta el resultado.

“La democracia sueca debe seguir su curso, todos los votos deben contarse y esperaremos el resultado”, dijo la primera ministra Magdalena Andersson, cuyo partido obtuvo más del 30% de los sufragios.

Punto de inflexión

Estas elecciones marcan un punto de inflexión porque nunca antes la derecha tradicional sueca había pensado gobernar con el apoyo directo o indirecto de la extrema derecha.

Demócratas de Suecia (SD), un partido nacionalista y antiinmigración considerado paria durante mucho tiempo, está ahora en una posición de fuerza.

Los altos niveles de inmigración y la violencia de las bandas en los suburbios suecos han alimentado al partido en los últimos años.

Estas cuestiones, junto con la subida de los precios de la energía, dominaron la campaña.

“Dice mucho de lo lejos que hemos llegado, del pequeño partido del que todo el mundo se reía (…) hoy somos el segundo partido más grande de Suecia”, dijo Akesson ante sus seguidores.

“Nuestra ambición es estar en el gobierno”, afirmó, aunque es probable que el partido se conforme con un papel de apoyo a la nueva mayoría en el Parlamento.

Pero… ¿Quién es ese hombre?

En 17 años, el líder del SD, Jimmie Akesson, logró que el partido de extrema derecha pase de ser un paria a un peso pesado de la política sueca, sin el cual los conservadores no podrán gobernar.

Principal ganador de estos reñidos comicios, Akesson, 43 años, de constitución fuerte, gafas y barba impecable, diputado desde 2010, cultiva la imagen de sueco “corriente”.

Igual sucede con la línea política que ha transformado un partido heredero de un grupo neonazi, la organización “Bevara Sverige Svensk” (Mantengamos a Suecia sueca), en un movimiento nacionalista que tiene como logo una flor.

“Quiere dar la imagen de una persona corriente (…) que asa salchichas, se va de viaje a las islas Canarias en vuelo chárter y habla de forma común”, dice a la AFP Jonas Hinnfors, profesor de Ciencias Políticas en la Universidad de Gotemburgo.

Como si fuera un “vecino que vive en una urbanización abordable en una pequeña aglomeración”, remata.

Akesson nació en Solvesborg, una localidad de 9.000 habitantes en el sur de Suecia, en el seno de una familia de clase media, con un padre empresario y una madre auxiliar de enfermería.

Es en esta provincia rural, donde las casas exhiben banderas suecas y existe una preocupación por la ciudad vecina de Malmo -con una importante población migrante- que los SD construyen su primer feudo.

¿Tolerancia cero contra el racismo?

Akesson da sur primeros pasos en la política siendo adolescente y adhiere al partido en los años 1990, tras estar un tiempo en la principal formación de derecha sueca, los Moderados.

En 1998 es consejero municipal de Solvesborg, y en 2005, lidera la formación ultraderechista, cuando sólo contaba con un 1% de los votos.

Bajo su dirección, la identidad del partido cambia, tanto a nivel formal como de fondo.

En 2006, adopta un nuevo emblema: una bonita anémona azul con el corazón amarillo, los colores nacionales suecos, en lugar de una antorcha, mucho más agresiva.

En paralelo, el partido busca distanciarse de los grupúsculos racistas y violentos y habla de una política de “tolerancia cero” contra el racismo.

Para sus detractores, se trata sólo de apariencias. En agosto, un informe del centro de investigación sueco Acta Publica concluye que 289 políticos miembros de los partidos parlamentarios suecos tuvieron un comportamiento o una actividad de carácter racista o nazi, de los cuales una inmensa mayoría (214) en el SD.

A pesar de las polémicas, el partido tuvo una rápida ascensión: 5,7% y los primeros diputados en el Parlamento en 2010, 12,9% y el puesto de tercer partido en 2014, 17,5% en 2018. El partido no ha dejado de crecer, superando el 40% en algunos municipios, sobre todo en el sur del país.

El domingo, según los resultados provisorios, el SD obtuvo 20,7% y se convirtió en el segundo partido de Suecia detrás de los socialdemócratas.

Incluso antes de los resultados finales, ya comenzaron las primeras negociaciones a derecha, con una visita de Jimmie Åkesson a las oficinas del Partido Moderado este lunes por la tarde en Estocolmo.

Sin embargo, un gobierno de derechas “tendrá que enfrentarse a tensiones internas muy fuertes”, apunta Ulf Bjereld, profesor de ciencias políticas de la Universidad de Gotemburgo. El SD “tiene sus raíces en el neonazismo, y en el otro lado los liberales representan todo lo contrario”, afirma el experto.

El aumento de la inmigración, Suecia recibió a 250.000 solicitantes de asilo entre 2014 y 2015, es decir, más que cualquier otro país europeo en relación a su población, de unos 10 millones de habitantes.

El SD captó a electores conservadores, pero también a votantes socialdemócratas, sobre todo a hombres de clase obrera.

“Más influyente”

“Creo que (nuestro éxito) se explica por el hecho de que la gente considera que en los otros partidos no toman en serio su situación”, afirmó Akesson a la AFP en agosto.

“NO como los otros partidos”, reza un eslogan del SD en 2022.

La formación ha hecho todo lo posible para suavizar su imagen, como otros grupos nacionalistas en Europa, señalan los analistas.

Se acabaron los comentarios polémicos, como cuando Akesson tachó a los musulmanes de “la mayor amenaza extranjera desde la Segunda Guerra Mundial”.

El SD también renunció en 2019 a un “Swexit”, tras ver que una salida de la Unión Europea no tenía apoyo público.

Para Jonas Hinnfors, el SD ha pasado de ser un partido “que dice no a todo a un partido (…) que empieza a ver dónde puede ser más influyente”.

Pese al éxito, Akesson también ha mostrado debilidades: en 2014, admitió que tenía problemas de adicción a los juegos en línea y luego tuvo que apartarse temporalmente de la política por agotamiento.

Aficionado a la novela negra, Akesson está divorciado y tiene un hijo de ocho años.