La quema de libros ha sido una práctica con antecedentes históricos oscuros que ha manchado la memoria de muchas naciones en todo el mundo y que a su vez ha servido de alarma sobre los niveles de autoritarismo en las sociedades. En Alemania, desde la década de 1930 hasta el final de la Segunda Guerra Mundial, el régimen nazi quemó material firmado por autores judíos. En España, durante la guerra civil española, también se produjeron varias quemas de libros de editoriales comunistas, al igual que en Argentina durante sus dictaduras. Ahora, esta infame práctica vuelve a aparecer, esta vez en China, donde los intelectuales del país temen al ver cómo su sociedad parece inclinarse cada vez más al autoritarismo.

“Las frustraciones se han ido acumulando en los últimos siete años por la creciente represión de los intelectuales y la libertad de expresión. La ira popular reflejó algo que es de larga data2, dice Zhang Lifan, historiador en Beijing sobre la administración del líder chino Xi Jinping.

Animados por complacer al Partido Comunista de China y demostrar su fervor ideológico a este, funcionarios de una biblioteca en Zhenyuan, noroeste del país, realizaron una purga de libros y materiales religiosos que consideraban políticamente incorrectos para el gobierno. Luego de quemar textos y libros, redactaron un informe y fotografiaron la escena para mostrar su trabajo. El episodio fue descubierto por usuarios de internet del país, que encontraron el informe en el sitio web de la Sociedad de Bibliotecas de China.

En el documento, los funcionarios de la biblioteca declararon haber eliminado “publicaciones ilegales, religiosas, textos y libros desviados, libros ilustrados y fotografías, en un esfuerzo por ejercer plenamente el papel de la biblioteca en la difusión de la ideología dominante”. Además, señalaron que a la purga de textos asistieron funcionarios de la Oficina de Educación y Cultura del gobierno, e incluyeron una foto de los empleados quemando una pila de libros a la entrada de la biblioteca.

El episodio, según analistas, responde a una nueva directiva del Ministerio de Educación de China que en las últimas semanas comentó la importancia de fortalecer el control en las aulas, luego de cumplirse ocho meses de protestas en la región de Hong Kong, pues Beijing considera que estas son producto del sistema educativo independiente que rige allí. En total, la biblioteca destruyó 65 libros. Pero este no sería el único episodio de este tipo, pues el Ministerio de Educación ordenó a las escuelas que eliminaran libros considerados ilegales o inapropiados que describieran al partido, la nación o la historia militar china de manera burlona, o que promovieran una doctrina diferente.

“Los libros se utilizan para difundir la ciencia y la cultura, para perpetuar la civilización humana … ¡los libros no se deben quemarse!”, comentó un usuario de la red social Weibo que a su vez alertó sobre la posibilidad de una nueva Revolución Cultural en el país, repitiendo la de la década de 1960 en la que se intentó purgar a la sociedad comunista china de elementos capitalistas. “Esta es una pesadilla para las personas que leen y escriben libros. Primero demonizan a los intelectuales, y ahora comienzan a quemar libros”, agregó otro usuario en internet.

En una sorpresiva reacción, el diario estatal Beijing News publicó un editorial el fin de semana en el que criticó el comportamiento de la biblioteca por haber “excedido el nivel de aceptación de la sociedad” y recalcó que ese comportamiento había violado las propias reglas de China sobre religiones y publicaciones. El periódico pidió una investigación sobre los hechos en una columna de opinión, aunque esta fue censurada más tarde.

“La quema de libros no fue sorprendente cuando se considera la presión sobre los académicos en los últimos años. Solo temo que empeore”, lamentó Qiao Mu, exprofesor de la Universidad de Estudios Extranjeros de Beijing, quien fue degradado a trabajar como bibliotecario en 2014 debido a su discurso político.