La indonesia Siti Aisyah y la vietnamita Thi Huong no hablaron en público desde su arresto el día del homicidio, perpetrado el 13 de febrero en el aeropuerto internacional de Kuala Lumpur, en donde Kim Jong-Nam esperaba un avión para Macao, otrora factoría portuguesa convertida en paraíso de casinos en el sur de China.

Las dos mujeres, de unos veinte años, son acusadas de haber proyectado en el rostro del hermanastro de Kim Jong-Un un agente neurotóxico, el VX, una versión altamente mortal del gas sarín, catalogada como un arma de destrucción masiva. La víctima murió al cabo de unos veinte minutos de agonía.

Las acusadas, que pueden ser condenadas a muerte, negaron durante toda la investigación haber querido cometer un asesinato. Repitieron que las engañaron, que creían participar en un programa de televisión.

Los abogados de la defensa afirman que los verdaderos culpables huyeron de Malasia y acusan a la fiscalía de buscar un veredicto de culpabilidad sin importar quiénes sean los autores.

Desde febrero, las dos mujeres comparecieron en los tribunales para audiencias cortas y de procedimiento, cada vez con una buena escolta, esposadas y con chalecos antibalas.

El juicio que comienza el lunes en la Alta Corte de Shah Alam, un distrito cercano al aeropuerto de la periferia de Kuala Lumpur, será seguido de cerca. Las acusadas deberían declararse no culpables antes de que la fiscalía presente la acusación.

Aún quedan sin respuesta numerosas preguntas sobre este crimen. ¿Cómo dos mujeres que vivían en condiciones precarias como numerosos migrantes en Malasia pudieron estar implicadas en este asesinato? ¿Cómo una sustancia tan mortífera como el VX pudo ser utilizada en un aeropuerto sin que hubiera otra víctima además de Kim?

Apenas comenzó el caso, Corea del Sur acusó al Norte de haber organizado el asesinato, lo que Pyongyang siempre desmintió. Kim Jong-Nam criticaba al régimen norcoreano y vivía en el exilio.

‘Rodeada de misterio’ 

Durante los meses que precedieron al juicio, la defensa defendió la inocencia de sus clientes.

Justo después del asesinato diferentes personalidades vinculadas a Corea del Norte huyeron de Malasia. Otras fueron autorizadas a dejar el país poco después para disminuir la tensión diplomática entre los dos países.

Los abogados reprochan a la fiscalía no haber transmitido piezas importantes del caso y critican la investigación. «La manera en que la policía llevó a cabo la investigación en este caso está rodeada de misterio», declaró a la AFP el abogado de Aisyah, Gooi Soon Seng, acusando a las autoridades de no cooperar.

Pero la fiscalía insiste sobre el hecho de que las dos mujeres tendrán un juicio justo.

«Nos basaremos en las pruebas», declaró a la AFP el fiscal Muhamad Iskandar.

«Somos conscientes de que la tierra entera nos observa, no podemos alejarnos de los hechos y las pruebas», insistió.

Entre 30 y 40 testigos declararán durante el juicio que debe durar más de dos meses.

El caso provocó una grave crisis diplomática entre Corea del Norte y Malasia, uno de los pocos aliados de Pyongyang.

Kuala Lumpur expulsó al embajador de Pyongyang, que hizo lo mismo con el enviado de Malasia. También prohibieron las salidas de sus territorios de los ciudadanos del otro país. La tensión se redujo cuando Malasia aceptó entregar el cuerpo de la víctima a Corea del Norte.