Cuando Rusia inició la invasión de Ucrania el 24 de febrero, Palych fue rápidamente consciente de que habría miles de heridos y su formación como conductor de ambulancia sería de gran ayuda en el frente.

“No podía quedarme sin hacer nada, así que decidí ir al frente como voluntario”, explica este conductor de ambulancia, de 35 años y cuyo nombre de guerra es Palych.

Junto con sus compañeros, recorren todos los días la zona de combates en la ciudad de Bajmut, en el este de Ucrania, donde se desarrolla una de las batallas más cruentas desde el inicio del conflicto.

“Cada vez tenemos miedo, nunca podemos estar tranquilos”, reconoce Palych a la AFP, tras haber socorrido a un soldado con una pierna rota y heridas en la cabeza.

Cuando recogen a los heridos, los llevan al principal hospital de Bajmut, situado a pocos kilómetros de la zona ocupada por el ejército ruso, que intenta tomar el control de esta localidad desde hace meses.

Bajmut, conocida antaño por sus viñas y minas de sal, se convirtió en el “matadero” del Donbás. Allí resultan especialmente sangrientos los combates en las trincheras, los duelos de artillerías y los asaltos frontales. Tras nueve meses de combates, el ejército ucraniano mantiene el control de la ciudad y sus alrededores.

Las tropas rusas en esa zona incluyen miembros del grupo de mercenarios Wagner, así como reservistas que llegaron recientemente al frente tras la llamada en septiembre del presidente de Rusia, Vladimir Putin, para reclutar a nuevos soldados.

“Podemos comparar los combates (en Bajmut) a los de la Segunda Guerra Mundial, puesto que los dos bandos utilizan métodos normales, sin recurrir a medios tecnológicos especiales”, explica el analista militar Serguéi Zgurets.

Destrucción en Ucrania

No obstante, el objetivo de los rusos quizás no consiste solo en tomar Bajmut. Según Yevgueni Prigozhin, jefe del grupo paramilitar Wagner, el objetivo es sobre todo “destruir al ejército ucraniano” para “reducir su capacidad de combate”.

“Por este motivo, bautizamos la operación como el matadero de Bajmut”, aseguró Prigozhin en un mensaje en la red social de su empresa Concort.

Desde finales de febrero, las vidas de estos conductores de ambulancia voluntarios cambiaron completamente.

“Pido a Dios que la situación se calme en los próximos días. Me gustaría que no tuviéramos que trabajar tanto”, afirma Malych, que antes del 24 de febrero era un simple repartidor.

Combates más duros

Nuevos conductores de ambulancia llegaron en los últimos días como refuerzos en Bajmut, tras haber estado en la batalla de Jersón (sur), donde una contraofensiva de dos meses permitió liberar esa ciudad el 11 de noviembre.

Según muchos de los recién llegados en Bajmut, los combates en esta ciudad del Donbás son los más duros que vieron desde el inicio de la guerra.

“Antes de venir a trabajar aquí, estábamos en la región de Jersón. Allí era duro, pero no tanto como aquí”, reconoció un conductor, cuyo nombre de guerra es Octan.

Tras la recuperación por parte del ejército ucraniano de Jersón, el epicentro de la guerra volvió a ser el Donbás.

Allí los dos bandos se enfrentan en medio de bosques y campos de estepa, donde el frío dificulta cada vez más la confrontación militar.

Cuentas prorrusas hicieron circular recientemente en las redes sociales rumores sobre importantes victorias territoriales rusas, algo muy poco habitual desde el inicio de las contraofensivas ucranianas en septiembre. Sin embargo, analistas militares matizaron el alcance de este avance ruso.

“Aunque las tropas rusas lograron tomar el control de localidades al sur de Bajmut, estas victorias no amenazan las líneas de aprovisionamiento ucranianas para la ciudad”, precisó el grupo de expertos estadounidense Institute for the Study of War.