¿Por qué estudió diseño industrial?

Porque me daba miedo estudiar música. Siempre me encantó el diseño, pero siempre pensaba en hacer música. Desde muy pequeña escribía canciones, como un tema muy personal, pero al ser parte de una familia muy tradicional, el hecho de decir iba a hacer música no era bien visto. Estudié diseño como una carrera afín. Ahora veo que los artistas independientes tienen que pensar las obras como un conjunto no sólo en la producción, sino también en cómo la van a comunicar, cómo van a ser las fotos y los videos, y cuál va a ser la línea estética.

¿El amor por la música viene de alguna influencia familiar?

Mis papás son melómanos, y es chistoso porque mi papá es monteriano y es fan a muerte del vallenato y desde muy pequeña escuché a grandes compositores, que son espectaculares, sobretodo un canto muy melancólico, que tengo muy grabados en la memoria. Por parte de mi mamá tenía toda las rancheras de Rocío Durcal y los boleros de Agustín Lara. Estas dos cosas se unieron cuando escribo canciones y canto de una manera meláncolica. Esa fue la influencia que recibí de mis papás que todo el día ponían música en mi casa.

¿Cuándo llegó el modelaje a su vida?

Llegó porque cuando dije que me gustaba cantar y hacer música me enfrenté con la timidez. En mi casa me encantaba hacer shows, pero cuando estaba con la gente me costaba mucho trabajo, entonces mi mamá me metió en un curso de expresión corporal en Stock Models, y Tommy Márquez, que es el director, me dijo que tenía que ser modelo. Todo esto empezó muy rápido y tuve un reconocimiento importante. Estuve nominada a mejor modelo a los 19 años junto a Carolina Castro y Diana Hare, que eran grandes top en esa época y de ahí me comenzó a ir bien y a gustar mucho.

Fue Señorita Cundinamarca, ¿llegó con la intención de ganar el reinado?

El reinado llegó porque en parte para los padres de la costa es lo máximo que sus hijas sean reinas y en cierta forma influenciada por tener mayor exposición en los medios. Estando allá el ambiente es muy pesado y uno siente en algún momento que tiene que ganar, pero sin saber por qué, aun cuando tienes hambre y sueño. Pasan además muchas cosas en cuanto al estima, porque llegas al concurso de belleza y dejas de ser la niña linda y empiezan a verte por las cirugías, por los defectos, y si eres bruta y termina uno exponiendo la vida de una forma dura. Creo que lo mejor que me pudo pasar fue no ganar.

¿Fue duro el choque al salir del reinado?

Tal cual. De hecho, al otro día nadie sabe quién eres. Uno lleva 22 días de fotos y entrevistas, y cuando se acaba todo cambia. De hecho, me pasó que cuando terminó el reinado, en el aeropuerto, un señor me gritaba Señorita Caldas, y fue tanto que al final le dije que no era la Señorita Caldas y se río. Es el nivel de que un día tienes encima todas las cámaras y al otro no eres nadie. Es una sensación muy extraña, es volver a la realidad de un cachetadón.

¿En qué momento decidió dedicarse a la música?

Hace dos años, ya después de haber hecho un disco y buscar una sonoridad, pero además de estar un poco como perdida de los medios y dedicada al trabajo. No es como que en los tiempos libres voy a escribir una canción para ver como me va. Estando en Colombia Moda, hace dos años, desfilé y ya no me sentía parte de eso, en cambio quería estar practicando. Sentí que la música cultivó muchas cosas en mí y me di cuenta de que el modelaje ya no estaba en mi vida y fue un momento en el que dije no más y decidí cerrar ese ciclo que me permitió ser una artista independiente. De ahí me enfoqué en el disco, en sentarme en el estudio muchas horas, en sentarme en el piano mucho tiempo, en estar alejada de los medios, de que nadie supiera absolutamente nada de mí y de callar muchas voces que me decían: tú deberías hacer esta música, de salir así en las fotos y ese fue el proceso de inicio de este cuento.

¿Qué cree que la hizo llegar a esa sonoridad?

Parar. Llevaba mucho tiempo sin parar. Desde el primer disco me entró el afán de que tenía que lanzar sencillos, en medio del miedo de que la gente se olvidara de que hacía música, pero la verdad es que en esta era digital transcurre muy rápido la información y en un momento dije no más y paré de tocar. Fue volver a la esencia de sentarme en el piano y pensar en qué quiero decirles a las chicas que me escuchan. Fue muy necesario.

Además estuvo en la segunda temporada de “La Voz”…

Sí, fue otro intento de reconocimiento. Me llamaron y fui pensando en que iba a ser un reto interesante para dejar de lado la imagen de modelo, pero el programa se enfocó en la modelo que canta y ese fue el manejo que le dieron a tal punto que llegamos a una batalla con una chica que se llama Esmeralda y que era completamente lo opuesto, al punto que la llamaba la aplastabarbie. Creo que eso fue muy fuerte y una burla a los estereotipos. A partir de ahí tengo a mis fans que se conectaron conmigo y con mi música más allá de que fuera la ganadora o la más linda, sino que se interesaron por mi música y es muy bonito porque ahora son las chicas que me siguen y cuando me desanimo son las que están pendientes de qué estoy haciendo y qué voy a publicar, eso fue lo bueno del reality.

¿Cómo es su relación con sus fanáticos?

Trato de ser muy cercana y de responder los mensajes. No hemos llegado a un nivel de seguidores que sea imposible manejar entonces trato de que a cada persona que me escribe aunquesea mandarle un corazón y que sepa que lo leo. Ahora con el video de Heroína hicimos la campaña #SoyHeroina con la que les pedí a las mujeres enviarme fotos y videos contándome por qué eran heroínas de su propia historia. Me llegó mucha información con cosas muy interesantes de personas que luchan a pesar de todas las dificultades. Me gusta la idea de provechar la oportunidad de contar en las redes las historias de la gente que no tienen voz.

¿En cierta forma el título del disco, “Heroína”, es buscando desligarse de la imagen de modelo?

Mi idea al hacer este disco era romper mis propios paradigmas. Mi interés es decirles a las chicas que hay que trabajar mucho en uno mismo y cuestionar el papel de la mujer. Cicatrices, que es una de las canciones del disco, habla de lo que más me dolió en mi infancia. Creo que sin esos momentos de dolor y frustración tal vez no estaría haciendo música. Quiero hablar de estos temas que muchas veces incomodan, de inclusión, y cómo debajo de la piel todos somos iguales.

En el video del sencillo “Heroína” usaron maping digital en tiempo real…

Fue un trabajo muy duro. Duramos dos días grabándolo. Mucha gente piensa que las animaciones se incluyeron después pero en verdad se iban generando en el momento de la grabación con el movimiento del cuerpo. Es una idea de innovación sabiendo que un artista independiente no tiene el presupuesto para hacer un video de animación. Fue el resultado del esfuerzo de muchísimas manos, de algo que no se ha hecho acá. Hay una toma en la que sube la energía por las venas, que terminamos grabando en dos horas, en las que tuve que estar completamente quieta para que se generara la imagen. Al final el resultado fue más de lo que esperábamos.

¿Piensa seguir haciendo propuestas audiovisuales de ese estilo?

Espero que el tercer sencillo que habla de la inclusión sea bien controversial (risas). La idea es que sea algo que la gente no se espere. Me gustó mucho trabajar con Giancarlo Orsi, en “Heroina” y eso ya lo hace parte de este equipo, porque no es el típico director, sino que al contrario siempre tiene ideas muy diferentes.