La ofensiva militar realizada por el gobierno de Siria y sus aliados en el sur de Idlib continúa, empeorando aún más la crítica situación de la población en el noroeste de Siria. En los últimos dos meses, casi 390.000 personas han huido de sus hogares o de los campos en los que ya estaban desplazadas, para escapar de los tiroteos diarios, los bombardeos aéreos y las ofensivas terrestres. Según OCHA, el éxodo de 150.000 de estas personas tuvo lugar sólo en las últimas dos semanas de enero.

Las personas desplazadas están atrapadas entre la cerrada frontera turca y la línea del frente que sigue avanzando, pero la mayoría de las cerca de tres millones de personas que viven en el noroeste de Siria se encuentra  extremadamente vulnerable y la lucha sin tregua solo compromete aún más sus posibilidades de sobrevivir.

En Siria las personas no sólo deben huir para salvar sus vidas y, a veces, luchar por encontrar una tienda de campaña para quedarse en campos superpoblados, sino que también están viviendo todas las consecuencias del conflicto. El acceso a la atención médica, por ejemplo, se ha vuelto cada vez más limitado a medida que la línea del frente continúa avanzando y el número de víctimas sigue aumentando.

«En el lapso de pocos meses, un número importante de hospitales han sido afectados y se encuentran parcial o totalmente destruidos en el noroeste de Siria», explica Cristian Reynders, coordinador del proyecto de Médicos Sin Fronteras (MSF) para el norte de Idlib. “Esto significa que a medida que continúan los combates, las personas heridas tienen cada vez menos oportunidades de acceder a servicios médicos. Si las personas deben viajar más lejos para ser atendidas, aumentan las posibilidades de que sus lesiones empeoren o que, incluso, mueran”.

En las últimas semanas, MSF ha aumentado su apoyo a múltiples instalaciones ubicadas muy cerca de la línea del frente, para ayudarles a enfrentar la situación. La organización proporcionó kits de primeros auxilios y kits quirúrgicos a cuatro hospitales. “Incluso si los que apoyamos regularmente, ubicados más al norte de la región, no están recibiendo pacientes de las áreas más cercanas a la línea del frente, hay una clara llamada de ayuda por parte de aquellos que responden en la primera línea y no podemos simplemente ignorarlo «, continúa Reynders.

El hospital de Maarat al Numan, uno de los más grandes en el área del sur de Idlib, quedó fuera de servicio recientemente debido a los bombardeos. Más recientemente, el 29 de enero, un grupo armado de la oposición irrumpió en el Hospital Central de Idlib, otro de los centros de salud más importantes en el área, al que MSF acababa de donar kits de primeros auxilios y para cirugías. Durante unas horas, ocuparon las instalaciones con fines militares, a pesar de las protestas del personal médico. Después, a medianoche, el hospital de Ariha fue alcanzado por múltiples ataques aéreos, provocando una gran destrucción en el edificio y su almacén. La mayoría de los medicamentos y suministros del hospital, así como el suministro de combustible, se dañaron o se perdieron; y su farmacia fue destruida, a la vez que decenas de heridos por los bombardeos seguían siendo trasladados a las instalaciones para recibir tratamiento.

Estas incursiones y bombardeos a las instalaciones médicas se producen en un momento en que la atención que salva vidas en Idlib es más necesaria. Por esa razón, MSF condena enérgicamente las flagrantes violaciones al Derecho Internacional Humanitario que implican la destrucción de instalaciones médicas o su uso con fines militares. Los hospitales no sólo cierran uno tras otro, el sistema de salud está constantemente amenazado, ya sea desde el cielo o el suelo.

“La situación médica y humanitaria actual es realmente terrible. Los bombardeos a las instalaciones médicas en el área están sucediendo todo el tiempo en estos días. El hospital que gestiono sigue en pie, pero en las últimas semanas, cinco instalaciones a nuestro alrededor fueron destruidas parcial o totalmente y quedaron fuera de servicio”, dice un médico que gestiona una de las instalaciones médicas en el área en la que MSF recientemente brindó apoyo.

«Estamos completamente abrumados por la cantidad de pacientes que normalmente habrían sido tratados en estos hospitales, pero que ahora debemos atender nosotros. El personal del hospital realmente puede sentir la presión. Trabajamos sin parar, incluso hasta altas horas de la noche, para operar y atender a todas las personas que ingresan y vemos que nuestros suministros disminuyen drásticamente, sin saber cómo o si lograremos obtener más. También operamos con el temor constante de ser los próximos afectados”, explica el profesional.

MSF ha reunido un suministro médico de emergencia para realizar 50 cirugías, gestionar 300 casos de emergencia y realizar 1.000 consultas en las próximas semanas, con el objetivo de poder satisfacer las necesidades de otros centros médicos. Mientras tanto, la organización continúa realizando evaluaciones adicionales en la zona norte de Idlib, donde decenas de miles de personas se han asentado y actualmente viven en condiciones deplorables.

«Lo que presenciamos aquí es como un tsunami humano», agrega el director del hospital. “Todas las personas intentan huir hacia el norte, hacia la frontera turca, tan rápido como pueden. En los últimos días podías ver a miles de personas en sus automóviles. Y actualmente se necesitan aproximadamente tres horas para conducir 30 kilómetros porque todos están en la carretera, huyendo. Para el personal médico, la elección es aún más difícil de hacer frente a esta situación: ¿nos quedamos para tratar a los enfermos y heridos, o también huimos? Mi familia se fue hace unos días y decidí quedarme por ahora. Pero no he sabido nada de ellos desde entonces y estoy increíblemente preocupado. Parece que estamos viviendo una serie de elecciones imposibles».

MSF continúa incrementando su asistencia a las familias recién desplazadas también, con el suministro de agua potable en los campos y la distribución de artículos de primera necesidad como mantas y suministros de calefacción, pero las necesidades son enormes y solo siguen aumentando.

* Alianza informativa de El Espectador y Médicos sin Fronteras