Para Dino Zoff el mejor portero de la historia fue José Ángel Iríbar, Casillas es el guardameta europeo más laureado y el joven Kepa Arrizabalaga es el cancerbero más caro del mundo. Lezama es el referente de la cantera bajo palos y dos terceras partes de los arqueros titulares de La Liga son españoles. Desde el año pasado, cada 20 de mayo la Real Federación Española de Fútbol (RFEF) celebra el Día del Portero, en homenaje a Iker Casillas, ya que es la fecha de su cumpleaños. Este miércoles cumple 39 años.

Cada aficionado guarda en su retina, entre otras muchas, aquella parada, esa intervención con la que vibró, como cuando «San Iker» despejó con la pierna esa pelota del holandés Arjen Robben en la final del Mundial de Sudáfrica 2010. Iker Casillas es sinónimo de títulos internacionales, tanto con el Real Madrid como con la selección española. Protagonista de la época dorada del fútbol español (2 Eurocopas y 1 Mundial consecutivos) y estandarte de un Real Madrid dominador en Europa con el que ganó tres Champions.

Con seis Ligas en su haber -cinco con el Real Madrid y una con el Porto- Casillas tuvo que dejar el fútbol de forma precipitada en marzo del año pasado al sufrir un infarto de miocardio. Ha sido incluido hasta en cinco ocasiones en el Once Mundial FIFA y fue elegido otras cinco veces mejor portero del mundo. Su trayectoria deportiva también ha sido reconocida con el Premio Príncipe de Asturias de los Deportes, la Medalla de Oro de la Real Orden del Mérito Deportivo, la Medalla de Oro de la Comunidad de Madrid y la Gran Cruz de la Real Orden del Mérito Deportivo.

Dani Mallo, exportero del Deportivo de la Coruña que conoce a Iker desde bien pequeño tras coincidir con él en las categorías inferiores de la selección española, confiesa a EFE que Iker ya mostraba maneras en «la rojita» para ser uno de los grandes de la historia del fútbol. «Ya apuntaba aquello por lo que más ha destacado, su capacidad para llegar a sitios imposibles gracias a su potencia (…), era sorprendente, ya de muy joven», manifestó.

Ese es Iker Casillas, el niño que en los comienzos de la década del 90 madrugada porque demoraba una hora de su casa a la ciudad deportiva de Real Madrid, el hombre que pudo haber estrenado guantes en cada partido pero prefería gastarlos hasta más no poder, la leyenda que se retiró tras su problema de salud y el experimentado que, cuando la pandemia lo permita, buscará ser presidente de la Real Federación Española de Fútbol.