El coronavirus ya está presente en la triple frontera entre Brasil, Colombia y Perú, uno de los puntos más recónditos de la Amazonía, con casos de COVID-19 reportados por los tres países en todas las orillas del río Amazonas, donde el acatamiento de medidas de contención como la cuarentena es prácticamente nulo.

Por ello, líderes de los pueblos indígenas de la Amazonía pidieron este viernes ayuda internacional humanitaria ante el abandono en el que se encuentran y el riesgo que corren en medio de la pandemia del nuevo coronavirus.

«No hay médicos en nuestras comunidades, no hay materiales de prevención ante esta pandemia (…) No hay un apoyo en el tema alimentario», deploró José Gregorio Díaz, de la Coordinadora de las Organizaciones Indígenas de la Cuenca Amazónica (COICA) que agrupa a los nueve países que comparten el mayor bosque tropical del mundo.

Durante una videoconferencia entre esta organización y Amnistía Internacional, los representantes indígenas se quejaron de la poca asistencia que reciben de los gobiernos de la región pese a la expansión de la COVID-19.

Este miércoles, la Organización Regional de Pueblos Indígenas del Oriente (ORPIO) del Perú advirtió que teme que el descontrol en esta remota región provoque el contagio de los ticunas y los yaguas, los dos pueblos nativos que tradicionalmente han habitado este espacio fronterizo de la selva amazónica.

«Estamos muy preocupados por su cercanía a nuestras comunidades, ya que hay dos contagiados por el lado peruano, cuatro en Leticia (Colombia) y once en Tabatinga (Brasil)», informó el presidente de la Federación de Comunidades Ticuna y Yaguas del Bajo Amazonas (Fecotyba), Francisco Cayetano. «A pesar de este peligro las comunidades y los foráneos no respetan la cuarentena (en la ribera peruana) y salen a comprar víveres a Tabatinga y Leticia. Los ticuna corremos un gran riesgo», añadió.

Díaz denunció además que los mineros y madereros ilegales aprovechan el confinamiento impuesto en varios países de la zona para operar «con impunidad», poniendo en riesgo de contagio las comunidades en aislamiento.

«Una de las últimas opciones que pedimos es que se autorice una ayuda humanitaria internacional que llegue a nuestras comunidades (…) y así se pueda prevenir un etnocidio en toda la cuenca amazónica», declaró.

Según la COICA, que coordina organizaciones de Brasil, Colombia, Perú, Ecuador, Venezuela, Bolivia, Surinam, Guayana y Guayana Francesa, no existe un registro de personas contagiadas con el virus en los pueblos nativos.

En el mundo, al menos 190.000 personas han muerto y casi tres millones han sido contagiadas por la enfermedad que surgió en diciembre en China.

Hace un mes, una vocera de la COICA, Claudette Labonte, clamó por mayor protección ante invasión de mineros, traficantes de drogas, taladores, invasores de tierras y turistas en los territorios indígenas de la Amazonía.

«Los indígenas que viven en un aislamiento voluntario son especialmente vulnerables a las enfermedades infecciosas puesto que no tienen ninguna inmunidad frente a la mayoría de estos males», dijo a la AFP.

Las comunidades nativas son guardianes cruciales de la biodiversidad, un papel reconocido por el IPCC, grupo de expertos de la ONU sobre cambio climático. Protegen un área forestal que contiene una estimación de más de 200.000 millones de toneladas de carbono.

La tasa de deforestación en las tierras indígenas es menos de la mitad que la de otras zonas, pero estas comunidades están igualmente amenazadas por las actividades ilegales y grandes proyectos agrícolas promovidos por gobiernos.

El 60% de la selva amazónica está en Brasil, el país más afectado de Latinoamérica por el nuevo coronavirus.

En caso de contraer el coronavirus, los nativos deberían acudir al Hospital de Caballococha, ubicado a unas siete horas en bote desde las comunidades más alejadas. Sin embargo, este hospital se encuentra actualmente cerrado y solo atiende emergencias, pero, según la ORPIO, su personal tampoco cuenta con los elementos de seguridad suficientes para atender casos de COVID-19.

La sensación de desprotección y vulnerabilidad de los ticuna es aún mayor incluso tras conocer la renuncia masiva de personal sanitario acontecida el lunes en el Hospital San Rafael de Leticia, en Colombia, por no contar con artículos de bioseguridad, equipos, protocolos y garantía de pago para el tratamiento de casos de COVID-19.

En total fueron una veintena de médicos generales y especialistas colombianos, pero los ticuna temen que también se den episodios similares tanto en el Hospital de Santa Rosa de Yavarí como en el centro de salud de Caballococha.

«Hacemos un llamado a las autoridades y las organizaciones internacionales a que nos apoyen con mascarillas, gel de alcohol, jabón y todo material de desinfección para protegernos, ya que los hospitales más cercanos se encuentran abandonados y desprotegidos», solicitó Cayetano.

«Específicamente pedimos que nos ayuden para dotar de bioseguridad a las postas porque en el centro de salud de Caballococha no contamos con esos materiales», apuntó.