En plena segunda ola de la pandemia, que deja a Brasil como el segundo país con más infectados, cerca de 11,5 millones, y 278.229 muertos, el presidente Jair Bolsonaro echó a su tercer ministro de salud, Eduardo Pazuello.

Pazuello, al frente de ese despacho desde mayo de 2020, cuando se convirtió en el tercer ministro de Salud de Brasil desde el inicio de la pandemia, reconoció en rueda de prensa que Bolsonaro está en la búsqueda de otra persona para ese cargo, sin aclarar el motivo.

“El cargo es del presidente de la República y él sí está pensando en una sustitución”, declaró Pazuello, antes de que se hiciera oficial su despido.

En las últimas semanas, las muertes han superado las 2.000 por día y según los últimos datos superan ya las 278.000, en tanto que el número de casos supera los 11,5 millones, con la curva totalmente descontrolada, en parte por una variante amazónica mucho más letal y que se ha expandido por todo el país.

Cuando Pazuello asumió en mayo del año pasado, tras la renuncia de sus dos antecesores en poco más de un mes, Brasil registraba unos 14.800 fallecidos y 218.000 contagios.

Su gestión, además, está bajo investigación judicial, debido a sospechas de “omisión” y “falta de transparencia” en la gestión de una pandemia cuya gravedad Bolsonaro ha negado desde el inicio.

Pazuello reconoció en la rueda de prensa que este mismo lunes participó en una reunión con Bolsonaro y la cardióloga Ludhmila Hajjar, a quien le fue ofrecido su cargo.

Sin embargo, la médica no aceptó porque, según ella misma dijo, “la ciencia está por encima de la ideología” y su idea de combate a la pandemia es muy diferente de la que promueve el Gobierno, que se opone a los confinamientos y estimula el uso de remedios sin comprobación científica, como la cloroquina.

Pazuello reiteró el empeño del Gobierno en la compra de vacunas, insistió en que hacia fines de 2021 toda la población brasileña, de 210 millones de personas, estará inmunizada y que el país contará a lo largo de este año con cerca de 500 millones de vacunas.

El cuarto ministro

El presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, anunció que nombrará al cardiólogo Marcelo Queiroga como ministro de Salud, el cuarto en ocupar el cargo durante la pandemia.

“Fue decidido ahora en la tarde designar al médico Marcelo Queiroga para el ministerio de Salud”, dijo Bolsonaro en un breve encuentro con sus simpatizantes en el palacio presidencial de Alvorada. El nombramiento se concretará el martes, cuando se publique en el diario oficial.

Bolsonaro hizo el anuncio tras reunirse con Queiroga. “La conversación [con Queiroga] fue excelente”, agregó Bolsonaro. “Tiene todo a mi entender para hacer un buen trabajo, dando continuidad en todo lo que Pazuello hizo hasta hoy”, agregó el mandatario.

El proceso de transición “debe tomar una o dos semanas”, dijo también.

El nombramiento de Queiroga, presidente de la Sociedad Brasileña de Cardiología (SBC), ocurre en momentos que el gobierno Bolsonaro es blanco de duras críticas por el manejo caótico de la crisis sanitaria y por su negacionismo ante la gravedad de la pandemia.

“El trabajo de Pazuello fue bien hecho, la parte de gestión fue muy bien hecha por él y a partir de ahora vamos a una fase más agresiva en lo relativo al combate al virus”, declaró.

Nuevas restricciones en Sao Paulo

Mientras tanto, el gobierno de Sao Paulo impuso nuevas restricciones ante el avance imparabloe del virus. Las medidas estarán vigentes al menos hasta el 30 de marzo y endurecen las ya implementadas desde principios de mes, cuando se decretó el cierre de todos los establecimientos comerciales, salvo los de primera necesidad. Se busca evitar el colapso del sistema de salud, que ya está al borde de su capacidad.

Sin embargo, ante el rápido incremento de las hospitalizaciones por COVID-19, el Gobierno de Sao Paulo se vio obligado a pasar de la llamada “fase roja” de su plan de confinamiento a una “fase de emergencia”, todavía más rígida, aunque sin llegar al extremo del ‘lockdown’ practicado en algunos países europeos.

En esta nueva etapa más restrictiva, Sao Paulo suspendió las actividades colectivas de carácter religioso y deportivo, cerró las tiendas de materiales de construcción y prohibió el acceso a las playas, que habían registrado una gran afluencia de público en las últimas semanas.

En números absolutos, Sao Paulo, motor económico y región más poblada de Brasil, con 46 millones de habitantes, es el estado del país más golpeado por el COVID-19, al contabilizar 2,2 millones de contagios y 64.123 muertes relacionadas con la enfermedad.

Sao Paulo ha superado recientemente su máximo diario de fallecidos y se acerca peligrosamente al colapso de sus hospitales públicos, que tienen casi el 90 % de las camas de terapia intensiva ocupadas, situación en la que también se encuentran otros veinte estados del país.

Este agravamiento de la pandemia coincide con la circulación de nuevas variantes más transmisibles, entre ellas una de origen brasileño (P.1).