Considerado uno de los países más peligrosos para ejercer el periodismo y famoso por la amenaza «plomo (bala) o plata (dinero)» de los narcotraficantes a los reporteros, México ha acogido con un mar de críticas y muy pocas alabanzas la entrevista de Sean Penn a Joaquín «el Chapo» Guzmán.

Para empezar, al margen de consideraciones éticas, muchos dudan de que el texto difundido el pasado fin de semana tenga realmente un perfil periodístico, en parte porque Penn «tiene otra profesión», la de actor, afirmó el experto José Reveles.

«Es una declaración unilateral» del Chapo a la que no ayuda «el hecho de mandar incluso a revisarla», algo «poco usual entre periodistas», consideró.

Según Reveles, «la crónica que escribió Sean Penn es buena, pero está alimentada por su propia observación y valoraciones».

«Por supuesto es interesante lo que dice ‘El Chapo’, pero sin que haya un cuestionamiento de su vida criminal, no lo pone contra la pared, como le correspondería a un periodista», añade el experto, que confiesa haber tenido posibilidad de conocer en el pasado al capo Amado Carrillo Fuentes, alias el «Señor de los Cielos».

«Si me la hubiesen ofrecido yo lo hubiera pensado diez veces, no podría haber hecho una entrevista a modo, tendrías que haber puesto en cuestionamiento al personaje y hubiese sido un suicidio», ahondó.

En opinión de Raúl Trejo, analista de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), «no es nuevo que a los delincuentes se les publicite, pero no es frecuente que medios considerados como serios se conviertan en publicistas de la delincuencia».

Trejo opina que el trabajo de Penn en un lugar remoto de la selva mexicana parece un publirreportaje, aunque aclara que si ese género es una información «dictada tal cual por la empresa interesada, y pagada», en el caso de Rolling Stone, por lo que se sabe hasta ahora, «no hay una transacción financiera» detrás.

«Aunque sí hay la supeditación de la revista y el periodista a las condiciones que les pone el señor Guzmán», matiza luego.

Reveles recuerda, además, que las facilidades con que Penn entrevista a «El Chapo» contrastan con la realidad de México, que según Reporteros Sin Fronteras lidera la lista de países con más periodistas asesinados en América Latina: 89 entre enero de 2000 y agosto de 2015.

«Hay algunas zonas del país donde ‘el plomo o plata’ está vigente», subraya.

Los más peligrosos son los de la franja norte, sobre todo Chihuahua, Tamaulipas, Sinaloa y Baja California.

Recuerda que en una reciente reunión con colegas de diversos estados mexicanos, una persona que venía de Tamaulipas dijo: «tenemos nuevos jefes de información y de redacción». «Cómo», le consultaron. «Sí, son Los Zetas (un grupo criminal), ellos te dicen qué cubrir o que hubo tal cosa y no publiques eso», contestó.

«Hay periodistas a los que ha amenazado o asesinado la delincuencia organizada, por eso se está dando el fenómeno de la autocensura, por eso están pidiendo refugio en Estados Unidos colegas de Chihuahua y Tamaulipas«, agrega.

No obstante, Reveles recuerda que «la mayor parte de los periodistas asesinados en México no han sido asesinados por el crimen organizado», sino por «gobernantes, políticos y empresarios».

Entre los pocos articulistas que han salido en abierta defensa de Penn está Ciro Gómez Leyva, que en el diario El Universal califica de «extraordinario documento» el texto de Rolling Stone y se sorprende de «la manera simplona con que analistas reprueban el trabajo de Penn».

«Increíble, pero hay plumas y mentes arcaicas que siguen condenando la ‘indebida conducta’ de darle voz al criminal, como si escuchar a criminales de la dimensión del sinaloense no fuera un fascinante ejercicio para entender qué significa el poder, su inmenso poder», considera en defensa del estadounidense.

Gómez Leyva felicita a Penn tras opinar que «el texto acabará en las mejores compilaciones periodísticas sobre personajes extraordinarios en momentos excepcionales».

Una de las pocas entrevistas, sino la única, que se recuerda en México a un capo del narcotráfico en los últimos años fue realizada en 2010 por el fundador de la revista de investigación Proceso, Julio Scherer, a Ismael «el Mayo» Zambada, líder histórico del cártel de Sinaloa junto con Guzmán.

«Si el diablo me ofrece una entrevista, voy a los infiernos», afirmó entonces el experimentado Scherer, fallecido el año pasado.

En ese caso Zambada le confesó al periodista que «tenía interés en conocerlo» tras atraerlo a su guarida, donde fue muy crítico con la prensa.

«Todos mienten, hasta Proceso. Su revista es la primera, informa más que todos, pero también miente», opinó durante una entrevista que ni aportó información trascendental ni será recordada por sus incisivas preguntas, en parte por las dificultades que reseña Reveles para esa clase de situaciones.

No ayudó mucho tampoco la foto del encuentro, un posado del periodista con el narcotraficante poniéndole el brazo por encima del hombro como dos viejos amigos, una instantánea parecida a la de Penn y «El Chapo» dándose la mano para Rolling Stone.