Al menos cinco personas han muerto y un centenar han sido detenidas hasta hoy en una oleada de disturbios y saqueos a comercios registrada desde el pasado domingo en distintas partes de Johannesburgo, ciudad espoleada por las tensiones xenófobas y la criminalidad en barrios de bajos recursos.

Los incidentes violentos salpicaron zonas de la urbe sudafricana y de su cinturón metropolitano como Jeppestown y Malvern (este), Hillbrow (centro), Alexandra (este) o Tembisa, según fuentes policiales.

Las cinco muertes fueron confirmadas hoy por el ministro sudafricano de Seguridad, Bheki Cele, en declaraciones recogidas por el canal Enca tras visitar una de las áreas afectadas y reunirse con los vecinos.

La situación de tensión motivó que tanto el presidente del país, Cyril Ramaphosa, como distintos políticos y autoridades locales hiciesen apariciones hoy para tranquilizar a la población y pedir que nadie se tome la justicia por su mano.

«La gente de nuestro país quiere vivir en armonía. Cualquier preocupación o queja que podamos tener tenemos que manejarla de una manera democrática. No puede haber justificación para que un sudafricano ataque a gente de otros países», señaló Ramaphosa en un mensaje difundido en vídeo.

El tinte xenófobo de esta oleada de saqueos y asaltos -un fenómeno recurrente en Sudáfrica que tiene como principal víctima los comercios regentados por inmigrantes- motivó también que otros gobiernos africanos mandaran mensajes de condena y de prudencia a sus ciudadanos radicados en Sudáfrica.

«Los continuados ataques a ciudadanos y negocios nigerianos en Sudáfrica son inaceptables. Ya basta. Nigeria tomará medidas para garantizar la seguridad y protección de sus ciudadanos», señaló en la red social Twitter el Gobierno de Abuya, que hoy además convocó al embajador sudafricano en el país para dar explicaciones.

La mayor parte de los cien arrestos practicados hasta la fecha se realizaron en los distritos vecinos de Jeppestown y Malvern, señaló la Policía en un comunicado.

En esa área se desataron los primeros conatos de violencia el domingo, después de que tres personas fallecieran en un incendio de un edificio ocupado.

La zona fue pasto del caos y ello condujo a una oleada de saqueos de comercios y de quema de vehículos que después se reprodujeron en otras zonas de la ciudad. Centenares de personas, armadas con garrotes y piedras, asaltaron e incendiaron al cabo de varias horas tiendas en el centro de Johannesburgo.

La policía intervino lanzando gases lacrimógenos y disparos de balas de goma para dispersar a los asaltantes y ha reforzado su presencia desde entonces. Aunque parece que la situación experimentó una mejora hoy, el jefe del Gobierno de la provincia de Gauteng, David Makhura, advirtió esta mañana de que no se descarta pedir refuerzos militares si el panorama vuelve a empeorar.

Esta clase de fenómenos violentos se repiten a menudo en Sudáfrica, especialmente en Johannesburgo.

Muchas veces parten de sucesos pequeños, convertidos en la chispa que hace estallar las tensiones subyacentes en las comunidades más desfavorecidas, con altas tasas de inmigrantes y graves problemas de criminalidad.

Johannesburgo es un gran foco de atracción de inmigrantes de la región que buscan un futuro mejor en el corazón financiero de la nación más desarrollada de África.

Hace un año, en el enorme distrito de antiguos guetos negros de Soweto, las acusaciones contra los pequeños vendedores de origen extranjero por comerciar con productos caducados y falsificados se transformaron en saqueos violentos que dejaron tres muertos y una treintena de arrestados.

Sin embargo, el ministro de Policía sudafricano, Bheki Cele, consideró que los incidentes se debían sobre todo a la «criminalidad», en lugar de «xenofobia». «La xenofobia sirve como excusa», afirmó tras la visita en varios barrios afectados.