En un video breve que circuló hace unas semanas por varios medios, captado por una cámara de seguridad, un palestino arrolla con su auto a seis israelíes que esperaban en una estación de bus. Luego de atropellarlos, el victimario se apea y remata a una víctima con un cuchillo de carnicero. En otro más, se ve a un palestino que finge ser agente de seguridad embestir a cuchilladas a un policía israelí. Los videos fueron virales en las redes sociales y los israelíes calificaron los ataques como terroristas. Sin embargo, para la juventud palestina, enardecida por la carencia de un liderazgo firme y la ruptura de las promesas de paz, los videos tenían un significado por completo distinto: eran la prueba tangible del modo como debía librarse la guerra.

Para Jay Michaelson, reportero de The Daily Beast, los videos tienen un efecto profundo en los ataques que se han sucedido en las últimas semanas en Israel y Palestina y que han dejado 43 palestinos y ocho israelíes muertos y un emigrante eritreo que fue confundido con un agresor. Michaelson dice que los videos “han incitado la violencia en ambos lados” y que “todos sabemos cómo Facebook y Twitter alientan los ataques, las reacciones viscerales y el discurso violento”. El impulso que proveen los blogs y las redes sociales está sobre todo animado por su efectividad: recientes estudios han demostrado la importancia que internet tuvo en los movimientos sociales de la Primavera Árabe, cuando numerosos líderes nacionales fueron derrocados por una juventud cada vez más sedienta de valores democráticos.

Un año atrás, cuando hubo una seguidilla de ataques entre Hamás, el movimiento militar de resistencia palestino, e Israel, Twitter funcionó como una suerte de vehículo para el relato más popular. Como recuerda el sitio Kicker, las fotografías de niños muertos en los brazos de sus padres se multiplicaron por esas redes y las respuestas constantes de parte y parte nutrieron un conflicto basado en el nacionalismo y la violencia racial. En esta ocasión, el hashtag en árabe #Intifadadecuchillos ha respondido al apoyo que numerosos palestinos dan a los ataques. Según cuenta la BBC, “una fotografía pregunta a los colonizadores (israelíes) ‘cómo desean ser asesinados. La oferta está disponible hasta la liberación de Palestina’”.

Una reciente encuesta empata con esta percepción: más del 60% de los palestinos apoyan este tipo de “defensa” contra los israelíes y un porcentaje similar descree de su gobierno, la Autoridad Nacional Palestina, presidida por Mahmud Abás. En un artículo para su blog del Channel 4, el analista Paul Mason escribe que el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, “se queja de que la estrategia de Hamás es proveer imágenes de personas muertas. Sin embargo, Israel no está perdiendo los corazones y las mentes del mundo sólo por esa razón, sino porque esas imágenes llegan a millones de usuarios cada vez que miran las pantallas que sostienen en sus manos”.

Los blogueros presentan una perspectiva similar. En ambos casos se presentan como víctimas de una amplia maquinaria de guerra (sea palestina, sea israelí). En el blog Palestine from My Eyes se describe el ataque a una familia palestina en julio (en el cual murió quemado un bebé de 18 meses) como un producto de “la ideología sionista” que impulsa “un régimen construido bajo el terror y que sigue siendo celebrado por el discurso político y cultural de Occidente, que alimenta su impunidad”. Del otro lado, los administradores del blog This Ongoing War se presentan como los padres de una niña de 15 años que fue asesinada por palestinos en Jerusalén. Allí escriben: “Si eres un joven de 13 o 14 años y eres bombardeado en la escuela o en el parque donde pasas tiempo con tus amigos (…), y el presidente (Abás) te promete el paraíso y una recompensa del cielo y total libertad para hacer lo que quieras a los judíos, ¿el cuchillo de cocina de tu madre no sería lo siguiente que buscarías?”.

Según el reporte de The Daily Beast, algunos de los atacantes palestinos capturados han dicho que, después de ver los videos y de navegar entre el odio que pulula por las redes sociales, decidieron abalanzarse en la calle al ataque de ciudadanos israelíes. Dichas imágenes traen una versión parcial de los hechos y, al mismo tiempo, son un argumento fiable para afirmar que los gobiernos de ambos países han perdido todo control sobre las representaciones que sus ciudadanos se hacen del conflicto. Las dos anteriores intifadas (la primera ocurrió entre 1987 y 1993 y la segunda en 2000) carecieron de un material tan múltiple: la guerra se veía a través de la televisión, el acceso a internet no era tan común como hoy. Un acceso tal a las imágenes de la violencia, impulsado por un discurso que se aleja cada vez más de la mesura (Abás mismo ha dicho que cada “gota de sangre” regada por Jerusalén es “bendecida”), producen un estallido de violencia que tiende a la expansión. En un artículo de 2010, el escritor Malcolm Gladwell aseguraba que el activismo en las redes no alcanzaría nunca la fuerza del activismo popular que sumó esfuerzos, por ejemplo, para que los negros obtuvieran derechos civiles en Estados Unidos. La Primavera Árabe contradijo su argumento. Sin embargo, Gladwell apuntaba también que el activismo en las redes estaba cojo de liderazgo y que la extensión de redes producía, justamente, la segregación del poder popular y su agonía. En uno de sus párrafos anota: “Si Martin Luther King hubiera intentado un wikiboicot en Montgomery, habría sido arrollado por las estructuras blancas de poder”.