Donald Trump le dio una sacudida a su equipo de campaña a la reelección el miércoles en la noche. El presidente estadounidense, que busca conseguir un nuevo término el próximo 3 de noviembre, anunció que reemplazó a su gerente de campaña, Brad Parscale, por el político republicano Bill Stepien, quien ya había trabajado con él en su campaña de 2016.

La noticia llegó en medio del bajonazo de Trump en las encuestas de intención de voto en la que su rival demócrata, Joe Biden, le ha tomado una considerable ventaja. Según los datos publicados el miércoles, el exvicepresidente de Barack Obama aventaja a Trump por hasta casi 15 puntos en la mayoría de las encuestas publicadas a nivel nacional.

Este escenario adverso habría sido la causa para el cambio en el equipo de campaña de Trump. Stepien se unió a la campaña del presidente en 2016 para corregir los números del candidato en las encuestas, pues se encontraba perdiendo terreno frente a su rival en aquel entonces, la candidata demócrata Hillary Clinton.

Stepien también ha trabajado en las campañas de John McCain a la presidencia y en la del expresidente George W. Bush en 2004, cuando este buscaba su reelección. Su experiencia en este tipo de contiendas le sirvió a Trump para conseguir grandes resultados en 2016, por lo que espera con su llegada repetir la misma fórmula de éxito.

Parscale, entre tanto, ahora es visto como un ayudante de Trump degradado “toda la vida”. Recientemente fue culpado por el fallido mitin del presidente en Tulsa, el cual atrajo a una multitud mucho menor a la que se había previsto. Trump habría reprendido a su asesor por los números fallidos e incluso habría amenazado con demandarlo por sus escasos resultados. Según fuentes cercanas a Parscale, el ahora exdirector de campaña del presidente no se enteró de su despido sino hasta pocas horas antes de que se hiciera público.

Trump comunicó que ahora Parscale tendrá un rol centrado en la estrategia digital y de datos de su campaña, y le agradeció a su asesor por su participación en la victoria que lo llevó a la Casa Blanca en 2016. Sin embargo, según CNN, el presidente habría evitado deshacerse de Parscale por completo pues temía que escribiera un libro sobre él, como han hecho algunos de sus exfuncionarios con los que se ha peleado en el pasado.

A Trump le quedan poco más de tres meses para revertir la tendencia que por ahora lo ubica detrás de Biden. Los efectos desastrosos de la pandemia en Estados Unidos, la cual ha dejado más de 138.000 muertos y una tasa de desempleo por encima del 11%, han golpeado la imagen del presidente.

Biden, por ahora, tiene una ventaja mucho más amplia que la que tuvo Clinton sobre Trump en 2016. Sus números se han visto ampliamente favorecidos desde que estalló la emergencia sanitaria, pasando de cuatro puntos de ventaja sobre el presidente a un promedio de 10 puntos porcentuales desde el 1 de junio. Si bien las encuestas en 2016 mostraron resultados negativos al final, hay razones para pensar que en esta ocasión podrían ser más acertadas.

“Quizás lo más importante es que muchos encuestadores ahora evalúan su muestra para representar adecuadamente a los votantes sin un título universitario. El hecho de que muchos encuestadores estatales no lo hicieran en 2016 se considera ampliamente una de las principales razones por las que las encuestas subestimaron el apoyo de Trump… muchas de las otras fuentes de error de sondeo en 2016 también parecen menos propensas a repetirse”, señala Nate Cohn, corresponsal de The New York Times en temas de elecciones y demografía.