Quizás Christopher Nolan no estaba tan alejado de la realidad cuando hizo Tenet. La idea central de esta película, estrenada en 2020 en plena pandemia, es que hay una lucha entre varias fuerzas por tener el control de un algoritmo que hace que sea posible invertir el tiempo. Al final de cuentas, esta historia puede interpretarse como una carrera armamentista, pues quien se adueñara del control del tiempo tendría el poder para decidir el futuro del mundo. Y desde luego, hay un héroe, que es en este caso británico, y un villano, que es del espacio post-soviético. Todo muy del estilo de Nolan y del género de espías.

Bueno, pues aunque parezca ficción, Estados Unidos estaría desarrollando un arma de modificación del espacio-tiempo que podría hacer lucir a la bomba de hidrógeno como un “simple petardo”. Pero no es lo único: también se ha trabajado en un generador de campo electromagnético de alta energía (HEEEMFG por sus siglas en inglés) que podría producir cantidades enormes de energía con fines tanto militares como comerciales. Esto también podría permitir que la Armada estadounidense construyera sus propios “platillos voladores”.

Todos estos experimentos tienen un responsable: el Dr. Salvatore Cezar Pais, quien resulta ser un enigmático ingeniero espacial que trabaja para la Marina de los Estados Unidos, según ha reportado The War Zone. Este medio ha estado liderando la investigación de las patentes de la Marina estadounidense de los últimos años y recientemente lanzó un reportaje sobre el desarrollo de los supuestos experimentos tecnológicos.

El otro elemento llamativo de las investigaciones es que, en 2019, The War Zone encontró que la Marina obtuvo una patente que describía una “nave aeroespacial-submarina”. Hasta aquí todo parece una película de ciencia ficción. Incluso la figura del misterioso Dr. Pais le agrega más drama a la trama. ¿Tiene Estados Unidos posesión de armas de este tipo o de una nave espacial de esas características? Probablemente no.

“Cuando más avanza nuestra investigación, más parece que las patentes del Dr. Salvatore Pais son exactamente lo que parecen ser: aplicaciones hipotéticas de la física teórica que la Marina cree que son lo suficientemente viables para gastar cientos de miles de dólares, y posiblemente mucho más, para algún día poder dominar”, señala The War Zone en su último reportaje sobre este tema.

Lo que quieren decir The War Zone con ello es que, hasta ahora, las pruebas no han podido validar las teorías de Pais. De hecho, ningún físico consultado por el medio encuentra estas teorías como factibles. Tampoco los científicos consultados por otros medios.

“Parece muy inverosímil. Parece un proyecto de ciencias de la secundaria. Muchos ejemplos de ciencia vudú y fraude científico han sido propagados por científicos perfectamente sinceros y, a veces, competentes. Es muy fácil engañarse a uno mismo y mucho más difícil engañar a la madre naturaleza. Y el hecho de que se obtenga una patente no significa que algo funcione”, le señaló Peter Zimmerman, un físico nuclear y experto en control de armas de la Universidad de Harvard a Politico, donde también están siguiendo la conversación que surgió de The War Zone.

Aún así, y lo que cabe resaltar tras estos reportajes, es que el gobierno estadounidense ha invertido una gran cantidad de dinero (US $4666,810 solo en la investigación del arma de modificación del espacio-tiempo) en los últimos años para desarrollar este tipo de tecnologías. Y que pese a que las teorías de Pais demostraron no ser congruentes, decidieron continuar adelante con los ejercicios.

“Aún no se sabe si estos experimentos fueron el comienzo de una revolución energética inminente o un callejón sin salida, pero por el aspecto de la documentación que hemos estudiado, parece que estos experimentos fueron más un comienzo que un final”, señala The War Zone.

Pero toda esta conversación que abre The War Zone, y los intentos de Estados Unidos por desarrollar un arma de características similares a las de una película de ciencia ficción, se hace particularmente interesante por tres motivos.

El primero es que, como señaló el comité editorial de The New York Times en 2018, “el Pentágono no sabe a dónde va su dinero”. Cuando las Fuerzas Armadas se sometieron a una auditoría arrojaron resultados pobres. La mayoría de divisiones no podían demostrar que estaban realizando un seguimiento adecuado a sus finanzas.

Los estándares no son exigentes. Y eso lleva a que el dinero de los contribuyentes que se gasta en “programas de identificación de amenazas espaciales” -en buscar ovnis para ser más coloquiales- resulte casi imposible de encontrar. Esto quiere decir que podrían o bien estar corriendo experimentos similares como el de la búsqueda del arma que altera el espacio-tiempo o que se tenga un escenario propicio para el despilfarro.

Un segundo motivo es los detalles de la nueva carrera armamentista que se puede estar desarrollando en este momento. Como señala The War Zone, este interés en patentar inventos que aún no funcionan “podría ser una prueba de que dos superpotencias luchan por imitar las capacidades de algo que están observando, pero no comprenden completamente a nivel tecnológico. Considerando todas las incógnitas, vale la pena examinar todas las posibilidades”.

El director de tecnología de la empresa de aviación naval de Estados Unidos, el Dr. James Sheehy, señaló que “China ya está invirtiendo significativamente en esta área”. En junio de 2020, el Grupo de Trabajo de Pulso Electromagnético de Seguridad Nacional de Estados Unidos publicó un informe en el que señaló que China ahora tenía armas electromagnéticas y ha desarrollado protocolos para un primer ataque que podría “derretir” la red eléctrica del país.

“Los pulsos electromagnéticos son una de esas cosas que mucha gente piensa que es falsa, exagerada o el sueño de un teórico de la conspiración. Pero son reales. Los EMP pueden ser naturales, por cosas como perturbaciones geomagnéticas solares extremas, o provocados por el hombre, como una gran detonación termonuclear o un ciberataque. Si se coordinan con ataques físicos, las cosas pueden ponerse realmente peligrosas muy rápido”, señaló el científico James Conca en Forbes.

Resulta que aunque Estados Unidos gaste más en presupuesto militar que las siguientes diez naciones en el escalafón juntas, China, que es el número dos en la lista, gasta el mismo porcentaje de su Producto Interno Bruto en sus fuerzas armadas. La carrera armamentista se está moviendo. Y por eso es que el Pentágono buscó aumentar su presupuesto en inversión de innovación y armas de nueva generación para este año.

Hay una tercera razón por la que la conversación sobre los reportajes de The War Zone se hacen especialmente llamativos este año. Cuando el presidente Donald Trump firmó el proyecto de ley de financiamiento gubernamental y el nuevo paquete de alivio económico por la pandemia comenzó una cuenta regresiva de 180 días para que las agencias de inteligencia de Estados Unidos le entreguen al Congreso un informe no clasificado sobre los “fenómenos aéreos no identificados”. Esto es clave.

El Pentágono deberá informar sobre la evidencia recolectada en el programa que estudiaba encuentros con vehículos aéreos no identificados. Y lo jugoso de este asunto, más allá del interés por la supuesta evidencia de objetos extraterrestres que alimenta teorías de conspiración, es que así el Congreso sabrá si otra nación ha utilizado tecnología de aviación revolucionaria que pueda presentar una amenaza para el país.

El desarrollo de nuevas armas es real y no se le está prestando suficiente atención. Y aunque estos desarrollos no hayan arrojado éxito y solo se adelanten para mostrarse los dientes entre potencias, la investigación es preocupante. China, Rusia y Estados Unidos ya tienen la capacidad armamentística para destruir la humanidad varias veces.

También hay una cuarta razón para hacerle seguimiento al desarrollo de armas del Pentágono. Beijing comenzó su programa de creación de armas anti-satélite hace 15 años. Washington está relegado en la carrera en este momento y el gobierno de Joe Biden se enfrenta a una disyuntiva: los expertos del país chocan entre si Estados Unidos está haciendo demasiado -Trump creó la Fuerza Espacial, la nueva rama del ejército que podría conducir a una escalada peligrosa de la carrera armamentista- o demasiado poco. Los halcones de las Fuerzas Militares cabildearon por la creación de este cuerpo espacial y pidieron más gasto en armas considerando la amenaza del desarrollo tecnológico chino.

Una cosa es segura en todo esto: la próxima carrera armamentista será por el dominio del espacio. Y pronto podríamos comenzar a ver armas mucho más modernas. No para controlar el tiempo como en Tenet, y seguro que tampoco serán sables del estilo de La Guerra de las Galaxias. Serán para atacar las flotas de satélites que orbitan la Tierra. Esos son los próximos objetivos militares.