Desde el Palacio del Elíseo en Francia, el presidente Emmanuel Macron se dirigió a sus compatriotas este lunes con un doble objetivo. El primero fue presentar las medidas del gobierno para responder a la demanda de los “chalecos amarillos”, el movimiento social que aboga por menos impuestos y más poder adquisitivo para los ciudadanos. El segundo reconstruir el vínculo social con su pueblo, roto desde hace semanas. 

“No olvido que hay ira, indignación, muchos franceses pueden compartirla”, afirmo el mandatario. “Esta ira es más profunda, puede ser nuestra oportunidad”, añadió. Macron exhibió su lado más empático con los manifestantes desde que estallaron las revueltas. “Sin duda, hemos sido incapaces de proporcionar una respuesta, asumo parte de esta responsabilidad…pude herir a algunos de ustedes con lo que dije”, sentenció.

“No olvido que hay ira, indignación, muchos franceses pueden compartirla”, afirmo el mandatario. “Esta ira es más profunda, puede ser nuestra oportunidad”, añadió. Macron exhibió su lado más empático con los manifestantes desde que estallaron las revueltas. “Sin duda, hemos sido incapaces de proporcionar una respuesta, asumo parte de esta responsabilidad…pude herir a algunos de ustedes con lo que dije”, sentenció.

Macron declaró un «estado de emergencia económico y social» para hacerle frente al malestar que afronta el gobierno. En su alocución televisada de 13 minutos, admitió que el país afronta «un momento histórico» y pidió a las empresas que participen en el esfuerzo necesario para cambiar la situación.

La imagen de Macron ya no es la misma que al inicio de su gobierno. El mandatario luce desconectado de su pueblo y, en cambio, se le asocia más con la elite. Las cuatro semanas que llevan las protestas sociales evidencian esa desconexión. Por ello, ofreció una profunda reforma al estado, un debate que, en sus palabras, no tiene precedentes y que acaparará todo el territorio nacional. El presidente propuso reunirse con los alcaldes de todas las regiones para impulsar un nuevo “contrato para la nación”.

Recuperar la popularidad entre los franceses no será un trabajo fácil. Para calmar la cólera de los manifestantes, el presidente anunció un aumento del salario mínimo en 100 euros, más una prima de fin de año en aquellas empresas que puedan soportar la medida. Para los jubilados con ingresos inferiores a 2.000 euros se otorgará una exención de los impuestos creados hace poco. Además, las horas extra se cobrarán «sin impuestos ni cargos a partir de 2019».

La reducción de algunos impuestos y el aumento en el salario mínimo son los primeros pasos del gobierno por recuperar a los franceses. Otra de las medidas adoptadas por el gobierno será la supresión de la tasa de residencia para el 80% de la población. Además, la eliminación de las contribuciones sociales, una medida que se pensaba instalar en septiembre del siguiente año, podría adelantarse para el primer mes de 2019, lo que ayudaría a aumentar el poder adquisitivo de los franceses.

Ahora resta por ver si los anuncios del gobierno serán suficientes para apaciguar las aguas entre los manifestantes.