Amancio Amaro se enfundó la primera camiseta del Real Madrid en Ghana. Llegaba del Deportivo de la Coruña. Era el verano de 1962. Un amistoso. Y se sorprendió que al ponérsela no tuviera escudo. Amancio, miró a Alfredo di Stéfano, el líder de aquel vestuario. Y Don Alfredo lo resolvió con flema el misterio del niño. ‘Chaval, para tener escudo, primero hay que sudarla’. Y resolvió su inquietud con urgencia.

Amancio lució el número 7 hasta el año 1976. Capitán auténtico. Pertenece al selecto club de aquellos que han jugado diez o más temporadas en el Real Madrid. Amancio había relevado en el dorsal 7 a Raymond Kopa, el primer francés que conquistó un Balón de Oro.

Kopa jugó lo que quiso en el Madrid. Fichaje de fuste de Santiago Bernabéu, cuando visitaba la ciudad ya anciano siempre preguntaba por la salud de sus compañeros. Y Zárraga, ¿Cómo está?.

Kopa fue un avanzado de su tiempo. Anunció de todo: calcetines, zumos de frutas, cigarros Camel, su propia marca de ropa Kopa… Hijo de emigrantes polacos, Kopaszewski vio el negocio del fútbol ya en su época.

De Amancio a Juanito, el 7 comenzó a tomar velocidad de crucero. No era un dígito más. Mario Benedetti llamaba al 7 número flaquito. Juan Gómez, Juanito para el planeta fútbol, dignificó aquella transición. Amancio era un ídolo del madridismo. Y Juanito, a base de regates y fintas, se ganó al Bernabéu. Disfrutó del fútbol con pasión. Fue el primer 7 del Madrid con una camiseta de Adidas. Aquello le dio empaque mundial. Siendo comentarista de TVE en el Mundial de Italia, una noche nos abrió su corazón. Más maduro, se arrepentía de algunos sucesos de su vida y sobre todo, reconoció que las críticas le habían ayudado a crecer. Detalle de humildad. Luego, se dejó la vida en la carretera, sin cumplir su sueño de entrenar al Madrid.

La ruta del 7 hizo que la zamarra siguiente la heredara Emilio Butragueño. A las tres bandas de Adidas se unió la marca de electrodomésticos Zanussi en el pecho. Di Stéfano, más de una vez, vaciló a alguno siendo entrenador apelando a que no corrían porque le pesaba la lavadora.

Butragueño llegó al Madrid desde el equipo de su colegio. Es algo insólito en la historia del club. Del patio de Calasancio, del campo de tierra con los soportales en el lateral, a la Ciudad deportiva. Emilio, arrasó desde el primer día. Y paseó el 7 con categoría toda la vida. Se acentuaba la leyenda.

Parecía que el relato del 7 podía entrar en barbecho. Amancio, Juanito, Butragueño. Tres historias de mucho nivel. Era la época de Alfonso, un futbolista extraordinario al que las lesiones le machacaron. Parecía que el 7 estaba destinado a él, hasta que un buen día surgió un niño de 17 años, al que le abrió la puerta Jorge Valdano.

Raúl González Blanco se puso el 17 al comienzo, pero de inmediato, se puso el 7 y ya lo soltó más. Raúl, es de hecho, el 7. El 7 es como su apellido. El número va asociado a su nombre. El sujetó el Bernabéu durante 16 temporadas. Devolvió al club su Copa de Europa, la Séptima. Y elevó el 7 a categoría de mito.

Amancio, Juanito, Butragueño, Raúl. Todos ellos fueron capitanes. Y quisieron esa camiseta. ¿Se podía mejorar el relato?. Llegó Cristiano Ronaldo, respetó los galones de Raúl mientras coincidió con él, y cuando se fue al Schalke, Cristiano agarró el 7 y puso al Madrid en órbita. Urrechu, su cocinero favorito en Pozuelo de Alarcón, no paró de exprimir naranjas y darle vitaminas para comerse el mundo.

Huérfano el 7 este verano, el Madrid ha fichado a Mariano, otro chico de La Fábrica al que seguro le contarán historias del trasvase del número. El lo ha pedido. En un gesto de valentía, Mariano, de familia futbolera, no le pesa la historia. Todo lo contrario. Con determinación, y sin mochila, quiere disfrutar del momento. Con el 7 a la espalda.