Una monja de origen colombiano, cuyo nombre y orden a la que pertenece aún son desconocidos, fue secuestrada en la noche de este martes en el suroeste de Malí.

Según las primeras versiones, sobre las 9:00 de la noche (hora local) un grupo de hombres llegó hasta la provincia de Koutiala e irrumpió hasta la parroquia de Karangasso, llevándose consigo a la religiosa. Koutiala está situada 400 kilómetros al este de Bamako, la capital del país.

La agencia de noticias EFE reporta este miércoles que las autoridades, en cabeza de las Fuerzas Armadas, adelantan la búsqueda de la colombiana y no se descarta que haya sido conducida a zona fronteriza de Costa de Marfil.

Sin embargo, dado que el rapto ocurrió en una provincia relativamente estable y donde no actúan con tanta contundencia grupos yihadistas –que recurren al secuestro como fuente de financiación– las autoridades no se atreven a atribuirlo a alguna  organización particular ni especulan sobre supuestas motivaciones políticas o delictivas.

No obstante, el suroeste de Malí, donde fue secuestrada la religiosa colombiana, ha sido escenario de ataques yihadistas en las fronteras con Costa de Marfil y Burkina Faso.

Un trabajador de la iglesia indicó a la AFP que se trata de una religiosa «franciscana».

El 24 de diciembre de 2016 la francesa Sophie Pétronin, que dirige una asociación de ayuda a la infancia, fue secuestrada por hombres armados en Gao (norte).

Los ataques yihadistas se concentraron durante mucho tiempo en el norte del país, que cayó a principios de 2012 en manos de grupos yihadistas vinculados a Al Qaida, aprovechando la retirada del ejército frente a los rebeldes tuaregs, que inicialmente se habían aliado a estos grupos antes de ser expulsados.

A partir de enero de 2013 la intervención militar internacional liderada por Francia, que todavía sigue, expulsó a gran parte de los yihadistas pero todavía hay muchas zonas bajo su control.