¿El sentido de la justicia es un rasgo exclusivo de los humanos o ha llegado también a otras especies de animales? Una de las maneras de saber la respuesta es haciendo una tarea de adversión a la inequidad que consiste en darle a un sujeto experimental una recompensa por hacer bien una tarea, mientras que a su compañero se le da como “premio de consolación” algo que no le guste para nada.

Una de las primeras especies con las que se hizo esta prueba fueron los monos maiceros. Los primates tenían que intercambiar una ficha para recibir una recompensa, algunos recibían pepinos (que no les gusta) y otros uvas (que les agrada más). El mono con el que se estaba haciendo el experimento recibió un pepino por la acción, mientras que un individuo modelo, que no era el foco de la actividad, recibió uvas por hacer lo mismo. El primero, indignado, tiró el pepino y le protestó al investigador por la acción.

Cuando los monos maiceros se dan cuenta que tienen que trabajar por una recompensa que no les agrada, mientras hay otros que sin mucho esfuerzo la reciben regalada, dejan de participar. Algo similar ha pasado con otras especies como chimpancés, macacos, Rhesus y macacos cangrejos, así como perros y ratas que han demostrado una sensibilidad a la injusticia en esta clase de experimentos.

Con los animales no mamíferos también se han hecho algunas pruebas. Con los córvidos, por ejemplo, conformados por una extensa familia de más de 120 especies que incluye a los cuervos grandes, las cornejas negras, las urracas y los arrendajos, los investigadores han evidenciado escenarios de cooperación para enfrentar a los depredadores o conseguir más fácil alimento.

Así que la profesora de Biología animal y medioambiental de la Universidad Anglia Ruskin, Claudia Wascher, decidió someter a estas aves a las mismas pruebas que a los primates. Los pájaros recibieron un trozo de queso como recompensa (que les gusta) y una uva como “premio de consolación”.

“Probamos el llamado experimento de control del esfuerzo, en el que el sujeto experimental tenía que intercambiar su ficha por un trozo de queso o por una uva, mientras que al otro pájaro se le daba el mismo premio, pero regalado, sin necesidad de intercambiarlo”, dice la investigadora en The Conservation.

“En la situación de inequidad, el cuervo objeto del experimento —al que se estaba tratando injustamente— dejó de aceptar el premio de menos valor. En el control del esfuerzo, los animales dejaron de intercambiar su ficha por el premio cuando comprobaron que el otro pájaro lo obtenía sin esforzarse. En ambos casos, se dieron cuenta de que estaban siendo tratados injustamente y decidieron no cooperar más”, explica Wascher.

Lo anterior demuestra que los animales también tienen un sentido de los que es justo y no. Por lo que se molestan y eligen si quieren seguir cooperando o no.