Menos de un mes después de que Trump despidiera al director del FBI, James Comey, el juez federal Christopher Wray fue anunciado como la ficha del presidente para dirigir el cuerpo investigativo.

El camino para que el senado ratifique su nominación para el cargo es complicado. Wray tendrá que demostrar su capacidad de hacerle frente al presidente, que en este momento es investigado por los presuntos nexos con la campaña que el gobierno ruso llevó a cabo para interferir en las pasadas elecciones presidenciales.

Ante esto ya empezó a mostrar algunas señales favorables. Durante la sesión para su confirmación ante el Senado, Wray fue enfático al contradecir a Trump diciendo que la investigación por el caso ruso no es “una caza de brujas”, como lo ha sugerido el presidente.

Después de graduarse como abogado de la Universidad de Yale, en 1992, Wray se unió a una firma de abogados en Atlanta a la que regresó en 2005 después de veinte años en el sector público. De este modo, al igual que la mayoría de personas que han ocupado la dirección del FBI, Wray tiene una larga experiencia en el campo judicial, tanto en el papel de fiscal penal como en el rol de abogado defensor.

Si bien el perfil de Wray se ajusta para el cargo, otro de los obstáculos a los que se enfrenta para llegar a la dirección del FBI son sus polémicas actuaciones relacionadas con las políticas antiterrorismo de EE.UU.

Según un el Miami Herald, en 2004, mientras trabajaba en el Departamento de Justicia, Wray recibió un informe de la CIA en el que se hablaba de las “posibles violaciones de la ley federal” en Abu Ghraib, la infame prisión en la que el  Gobierno estadounidense recluyó y torturó a decenas de prisioneros acusados de tener vínculos con organizaciones terroristas en Irak.

En cuanto a los casos en los que Wray ejerció como defensor uno de los más llamativos fue el del gobernador de Nueva Jersey, Chris Christie. En esa ocasión Wray, junto a otro grupo de abogados, estuvo en la defensa del equipo del gobernador que decidió cerrar el puente George Washigton con el fin de generar trancones y afectar la imagen del alcalde demócrata a cargo de Fort Lee, la ciudad afectada.

También tienen en contra la gran favorabilidad que James Comey tenía entre los miembros del FBI. Según un agente del FBI que habló con el diario británico The Guardian, el despido de Comey fue recibido “un golpe en el estómago para los agentes”. Esos mismos funcionarios que se sintieron humillados por la administración de Trump entrarán a ser dirigidos por una persona nominada por el presidente, una situación nada fácil para