Cinco de octubre, esa es la fecha que la justicia estadounidense fijó para condenar al “sheriff más duro del Oeste”.

A los 85 años, Joe Arpaio, que fue agente de la DEA por 25 años y se convirtió en Sheriff del condado de Maricopa en el 92, esperaba para saber si tendría que pasar hasta seis años en la prisión por perseguir ilegalmente de inmigrantes sin papeles. Esperaba porque este miércoles, desde Phoenix, Arizona, el presidente Donald Trump dejó entrever que eran ciertos los rumores: la justica no tocará la puerta del Sheriff.

El pasado 31 de junio, después de ocho días de juicio en una corte federal, al Sheriff de Maricopa le imputaron cargos por negarse a terminar con las detenciones arbitrarias que realizaban las patrullas de tránsito de su condado.

La lucha contra los inmigrantes ilegales de la que Arpiao hacía tanto alarde llegó al punto de incluir un centro de reclusión al que llamaba la “Ciudad de las carpas”. Allí, bajo un letrero que decía “Habitaciones libres”, Arpaio encerró a decenas de personas a quienes obligaba a vestir un uniforme a rayas y ropa interior rosada.

Con el tiempo, la lucha de Arpaio contra los inmigrantes se convirtió en una cacería en la que no importaba recurrir a métodos ilegales. A pesar de que una orden judicial le prohibió hacerlo, el Sheriff siguió permitiendo que sus patrullas detuvieran arbitrariamente a la gente que se “veía” como inmigrante.

Dicen que Arpaio buscaba demostrarle a la gente en su condado que merecía ser elegido como Sheriff después de 24 años en el cargo, pero sus esfuerzos no solo le hicieron perder el puesto como agente del orden, que quedó en noviembre de 2015 en manos del Sargento Paul Penzone, sino que lo puso a las puertas de la cárcel… hasta que llegó Trump.

En el mismo evento en el que dijo haber hablado “abiertamente en contra del odio” tras los brotes de violencia protagonizados por grupos racistas en Charlottesville, Trump le preguntó a su público “¿A quién le gusta el Sheriff Joe?”. Sobre los gritos aprobatorios de sus seguidores el presidente continuó diciendo: “Lo condenaron por hacer su trabajo. Pero creo que le va ir bien. No lo puedo decir esta noche porque no quiero causar polémica”.

A finales de julio, los rumores que salían de la Casa Blanca apuntaban a que los vínculos del círculo cercano de Trump con el gobierno ruso tenían al presidente asesorándose sobre cómo usar su facultad de indultar acciones criminales. El primer beneficiario del perdón presidencial parece ser el Sheriff Joe quien, a pesar de haber pasado por encima de la ley, podría ser premiado por cumplir a cabalidad con una de las plataformas políticas del presidente: perseguir inmigrantes.

No es la primera vez que Trump premia la mano dura de sus funcionarios. El nuevo jefe de gabinete en la Casa Blanca, el General John Kelly, llegó a su cargo después de llamar la atención del presidente cuando, como Secretario de Seguridad Nacional, estuvo detrás de agresivas medidas para reducir la llegada de inmigrantes ilegales a través de la frontera con México.

El anuncio sobre el posible indulto de Arpaio tuvo lugar en un evento que recordaba las multitudinarias reuniones de Trump durante la campaña. El gesto no es gratis. Trump se prepara abiertamente para volver a seducir a su base de seguidores, en duda tras el despido de figuras como Steve Bannon, uno de sus asesores más radicales y populistas. Las fracturas que sus polémicas declaraciones han causado en el partido Republicano tienen en cuidados intensivos las relaciones del presidente con el Congreso y, en medio de ese momento de debilidad, la única salida que le queda es rodearse de su gente, la que le pide que construya muros y aclama las acciones ilegales, si las hace un Sheriff contra los ilegales.