Jovenel Moise es otro empresario que decidió lanzarse a la política. Como pasa en muchos países desde hace varios años, convencidos de repetir su éxito económico en la dirección de un país, Moise dejó su empresa del distrito rural de Trou-du-Nord, en el departamento Nordeste de Haití, para lanzarse a la política en 2015.

Antes fue secretario general de la Cámara de Comercio e Industria de Haití, al tiempo o que amplió sus emprendimientos al sector de energía eólica y solar y otros negocios relacionados con la agricultura.

Moise, de 49 años, comenzó su vida empresarial con la venta de partes de autos para luego comenzar con el cultivo de bananas, negocio con el que se hizo rico y famoso. De hecho, durante la campaña electoral que lo llevó a la presidencia en 2015: se autonombró “el hombre banana”.

Sobrenombre que le dio éxito, pues el electorado respaldó la gestión de su negocio en las regiones con más dificultades económicas con los votos y le dio el triunfo en las elecciones de 2015. Hoy miles se arrepienten y señalan que si bien el país ha vivido durante años sumido en una crisis económica, política y social, este es el peor momento de todos.

Moise estudió en la Universidad de Quisqueya, en la capital Puerto Príncipe, considerada como el mejor centro académico privado de Haití. “En 1996 deja la capital y se traslada a la comuna de Port-de-Paix (en el departamento Noroeste) con el ardiente sueño de desarrollar el interior del país”, se puede leer en la biografía de su sitio web oficial.

La crisis actual

El domingo, el presidente Jovenel Moise denunció que había desarticulado un intento de golpe. ¿Por qué? El debate ahora se centra en cuándo termina el mandato del mandatario. Y es que Moise ganó las elecciones en 2015, pero estas fueron anuladas, y volvió a presentarse ganando en 2016.

Cuando las elecciones en octubre de 2015, en las que Moisé fue el más votado, fueron anuladas, el entonces presidente del Senado, Jocelerme Privert, asumió la jefatura del Estado el 7 de febrero de 2016, durante 12 meses, para evitar el vacío de poder.

Tras cuatro aplazamientos, las elecciones se repiten en noviembre de 2016. Moise gana holgadamente en la primera vuelta con el 55,67 % de los votos y asume la presidencia el 7 de febrero de 2017.

De acuerdo con la Presidencia, el gobierno termina su mandato el 7 de febrero de 2022, pues el gobierno dura cinco años. Pero la oposición dice que su mandato terminaba el pasado domingo.

El artículo 134.2 de la Constitución, introducido en una enmienda en 2011, es el que ha dado pie a la controversia. La duda que nadie resuelve es si se puede aplicar o no a la situación actual.

Dice: “El presidente electo entra en servicio el 7 de febrero siguiente a la fecha de su elección. En el caso de que el escrutinio no pueda tener lugar antes del 7 de febrero, el presidente electo entra en servicio inmediatamente después de la validación del escrutinio y se considera que su mandato comienza el 7 de febrero del año de las elecciones”.

El profesor de la Universidad Estatal de Haití Sonet Saint-Louis defiende que las elecciones de 2015 y 2016 forman parte de un mismo proceso, lo que sustenta la tesis del fin del mandato en 2021.

Georges Michel, uno de los redactores de la Constitución de 1987, era favorable a la tesis del final del mandato en 2022, pero dice a Efe que ha cambiado de opinión por el “comportamiento dictatorial” de Moise; así que ahora aboga por que salga del poder lo antes posible.

Las protestas

Las protestas no son nuevas ni para Haití, que ha sufrido una larga historia de agitación política con 14 presidentes desde 1990, ni para su presidente actual. Desde su victoria en las elecciones de 2017, Moise ha enfrentado múltiples manifestaciones por la pobreza y contra la corrupción. Pero el detonante de esta ola de protestas no ha sido la pobreza, a pesar de que más de la mitad de la población esté sobreviviendo con menos de US$2.40 al mes, sino la escasez.

El momento más grave de la protesta fue 2018, cuando, las manifestaciones dejaron saqueos, incendios a edificios estatales y privados, bloqueos a las vías, cerca decenas de muertos y negocios y escuelas cerradas. Todo se ha sumado a los pobres indicadores de desarrollo socioeconómico para completar la imagen de un país en caos.

Desde mediados de septiembre, Haití enfrente escasez en el servicio de agua potable, alimentos y combustible, lo que generó que el pueblo saliera a las calles a manifestarse, pero las manifestaciones se salieron de control y condujeron a graves disturbios. Esto, sumado al aumento de la sensación de corrupción del gobierno, agravó la crisis.

En mayo, auditores del Senado informaron que los últimos gobiernos del país habían malversado miles de millones de dólares del programa PetroCaribe, un plan impulsado por el expresidente de Venezuela Hugo Chávez para que los países caribeños compraran petróleo venezolano con condiciones de pago preferencial y que se suponía que iba a mejorar los servicios públicos de los países a los que estaba dirigido.

El gobierno de Moise ha sido salpicado por las investigaciones que apuntan a que su administración también malversó los fondos de este programa.

Este año en la pandemia todo se complicó. La escasez de gas empeora cada día. Los hospitales han interrumpido sus servicios o han cerrado por completo. Tampoco hay agua, clave en la lucha contra el coronavirus, el transporte no funciona pues los trabajadores están en paro. No hay clases en los colegios y el hambre se extiende.

Moise que se ha mostrado desafiante, ha recibido respaldo de Estados Unidos del Senado y del mismo Ejército, que condenó cualquier intento de tomar el poder por la violencia.

La Cámara alta “condena todo intento de toma del poder político por la violencia o por otros medios contrarios a las reglas democráticas. Igualmente, condena todo exceso del Gobierno y de las fuerzas de Policía en el control de la seguridad y el mantenimiento del orden público”, afirma un comunicado firmado por el presidente del Senado, Joseph Lambert.

El Senado manifestó su preocupación por la situación que atraviesa el país y alertó de que desde “el comienzo del mes de febrero, ha tomado una aceleración que arriesga a conducir a un estallido y una desintegración de la nación haitiana”.

Finalmente, la Cámara alta hizo una invitación al diálogo y a respetar “estrictamente” las reglas consagradas en la Constitución para alcanzar el poder, para su ejercicio y su transmisión.