Tras el escándalo del “Uranigate”, en el que se denunció que el presidente estadounidense Donald Trump habría ejercido presión a su homólogo ucraniano para realizar una investigación que lo favorecía, los miembros del Partido Demócrata han solicitado que se investigue las llamadas del mandatario con otros líderes mundiales para estudiar si el republicano ha comprometido la seguridad de la nación de alguna manera.

El presidente del Comité de Inteligencia de la Cámara de Representantes, Adam Schiff, solicitó tener acceso a las conversaciones entre Trump y el presidente ruso Vladimir Putin. “Creo que la necesidad primordial aquí es proteger la seguridad nacional de Estados Unidos y ver si en las conversaciones con otros líderes el presidente está socavando en nuestra seguridad nacional con el objetivo de verse beneficiado en la campaña electoral”, dijo Schiff. Las charlas entre el mandatario estadounidense y su par ruso son de especial interés para los demócratas ya que podrían contener detalles sensibles sobre la injerencia extranjera en las elecciones estadounidenses de 2016. Pero ¿Se puede tener acceso a las conversaciones de los presidentes?

Las llamadas entre los jefes de Estado suelen ser grabadas o registradas en informes y los detalles son divulgados al público dependiendo del grado de confidencialidad con el que se hayan clasificado. En el caso de la llamada de Trump al mandatario ucraniano, Volodymyr Zlensky, la transcripción se clasificó como secreta y solo funcionarios de muy alto nivel podrían tener acceso a esta información. Según el denunciante, en la Casa Blanca no solo eran conscientes de la naturaleza de la llamada, sino que se estaba tratando de ocultar el contenido de la conversación conociendo la naturaleza políticamente sensible de esta.

La lista de quién está autorizado para escuchar una llamada cambia según el tema y el líder que se encuentre al otro lado de la línea, pero generalmente incluye al director principal del Consejo de Seguridad Nacional y a los miembros del personal relevantes para la región o el tema. Desde que llegó a la Casa Blanca, Trump se ha encargado de restringir cada vez más quien puede tener acceso a las conversaciones del mandatario con otros líderes. En algunos casos de alto perfil, incluso, no se ha permitido la circulación de información de las llamadas del presidente como en la conversación que tuvo con el príncipe heredero de Arabia Saudita, Mohammad Bin Salman, luego de la muerte del columnista de The Washington Post, Jamal Khashoggi.

Usualmente, funcionarios del Consejo de Seguridad Nacional de Estados Unidos se sientan con el presidente de turno a vigilar la llamada y a tomar notas de la conversación mientras él habla por teléfono. Luego todo queda registrado en un documento único. Pero desde que Trump ocupa la oficina esta rutina ha cambiado. Los funcionarios ahora escuchan desde una sala diferente a la del mandatario e incluso son citados a último minuto, cuando la charla está por terminar, según un exfuncionario del Consejo, y la administración Trump ha impuesto más trabas que los gobiernos anteriores para el acceso a la información de sus conversaciones.

Cada país tiene un sistema diferente para escuchar, clasificar y publicar información sobre las llamadas. En Rusia, funcionarios del Servicio Especial de Comunicaciones e Información del Servicio Federal de Seguridad registran todas las conversaciones de Vladimir Putin, pero las transcripciones o grabaciones son consideradas “secretos de Estado”. En Francia, los documentos presidenciales, dentro de los que están los registrados de las conversaciones del mandatario, se archivan una vez este termina su periodo en la presidencia y a partir de allí se mantienen en secreto durante 25 a 50 años, dependiendo del caso. Pero en Alemania, por ejemplo, no se graban ni registran las conversaciones telefónicas de la canciller Angela Merkel. El artículo 10 de la Constitución alemana ampara el derecho a la privacidad de las comunicaciones, por lo que no es posible acceder a su información, a menos de casos excepcionales en los que se vea afectada la seguridad nacional. En Italia, la presidencia de la República tampoco graba las conversaciones que mantiene el presidente Sergio Mattarella.

En Estados Unidos, funcionarios del Consejo de Seguridad Nacional deciden el nivel de clasificación de las llamadas. Si la transcripción contiene información que podría poner en riesgo la seguridad nacional. Andrew Miller, del Proyecto sobre Democracia del Medio Oriente, fue supervisor para el consejo de seguridad nacional durante el gobierno de Barack Obama y se familiarizó con el proceso de clasificación, y si bien entiende por qué algunas transcripciones deben considerarse de alto secreto, no encuentra razón en la llamada entre Trump y Zelensky para clasificar la conversación como de “alto secreto”.

«Las clasificaciones de seguridad están diseñadas para proteger vidas. Si de repente se convierten en un medio para proteger la posición política del presidente, significa que ya no tenemos un sistema de clasificación de seguridad nacional que sea creíble”, agrega Brett Bruen, un funcionario de la Casa Blanca que sirvió en la administración Obama.

Los legisladores demócratas están trabajando para proteger la identidad del denunciante y obtener autorización de seguridad para este pueda testificar ante el Congreso, a la vez que están considerando solicitar las transcripciones de las conversaciones con Putin, algo que el gobierno ruso ha rechazado rotundamente.