La migración africana llegó a Centroamérica, particularmente a Costa Rica, país que vive una bomba de tiempo con los migrantes. Desde noviembre pasado cuando Nicaragua decidió cerrar su frontera a migrantes irregulares, una oleada de cubanos llegó a Costa Rica. Hasta ahora han llegado 8.000 isleños, que en marzo lograron continuar su migración a Estados Unidos gracias a un operativo aéreo en el que participaron México, El Salvador y Guatemala.

Hoy el tema se complica por la llegada de 500 africanos, la mayoría de República del Congo, que fueron expulsados de Panamá y se encuentran varados en Costa Rica, que de nuevo debe enfrentar la crisis migratoria solo.

“Nosotros no podemos regresar a Congo, el que sale de África por refugio y se regresa, paga con la vida”, dijo a Efe Wilson Cámara, un congoleño que viaja en el grupo.

Ya antes en Costa Rica, habían llegado más africanos, nunca en la dimensión actual. Se encuentran varados en el lado costarricense de la frontera con Panamá, a la espera de que las autoridades les permitan seguir su ruta migratoria hacia Estados Unidos.

Los 500 africanos serán trasladados a un centro de detención para migrantes, donde se les iniciarán procesos de deportación para los casos que corresponda, mientras las mujeres embarazados y niños serán ubicados en un centro de atención especializado.

Costa Rica no descarta una medida humanitaria para que los africanos puedan estar en el país, en caso de que no sea posible deportarlos.

“Este es un tema complejo, estructural, que el Gobierno atiende con puntualidad y con calma. Los migrantes están siendo atendidos donde se encuentren y queremos movilizarlos rápidamente a los centros de detención y de atención”, declaró hoy el presidente Luis Guillermo Solís.

Los africanos han agudizado la crisis migratoria que viven Panamá y Costa Rica. En Panamá hay varados unos 3.500 migrantes cubanos, a quienes Costa Rica no les permite ingresar a su territorio porque considera que su capacidad para albergarles y brindarles asistencia quedó agotada con la atención de los 8.000 que estuvieron en el país entre noviembre y marzo pasado.

A la situación se suma un problema más. Los migrantes se niegan a ser trasladados a centros de atención. «Ellos tienen mucha desconfianza, temores de que eventualmente podamos llevarlos a lugares que no hemos hablado. Hemos hablado de centros de atención para mujeres y niños y de aprehensión, pero que deben constituirse en un trato respetuoso de los derechos humanos», explicó la viceministra de Gobernación, Carmen Muñoz.

Los migrantes que aspiran llegar a Estados Unidos, la mayoría indocumentados procedentes de la República del Congo, duermen en la calle rodeados por una cinta amarilla que los encierra, y también por la valla de policías costarricenses que impiden cualquier movimiento.