Rusia conmemora este sábado el 70 aniversario de la victoria contra el nazismo en la Segunda Guerra Mundial con un espectacular desfile militar en Moscú y una gran exhibición de patriotismo en todo el país.

A pesar de la ausencia de líderes occidentales, que reprochan a Rusia su papel en el conflicto en Ucrania, el presidente ruso Vladimir Putin ha conseguido reunir para la ocasión a los presidentes chino Xi Jinping e indio Pranab Mukherjee, a su homólogo egipcio Abdel Fattah Al Sisi o al líder cubano Raúl Castro.

También estará en Moscú el secretario general de la ONU Ban Ki-moon para participar, en un desfile militar gigantesco con 16.000 soldados, donde Rusia exhibirá además su moderno armamento, como el Tanque Armata T-14, considerado uno de los más potentes del mundo, o misiles balísticos intercontinentales de cerca de 50 toneladas.

Tras el desfile militar se espera la llegada al centro de Moscú de más de 160.000 personas para otro desfile en el que los moscovitas llevarán los retratos de sus padres o sus abuelos veteranos de la II Guerra Mundial.

Por la noche están previsto conciertos y fuegos de artificio simultáneos en diez lugares distintos de la capital.

La conmemoración coincide con la fuerte tensión diplomática entre Rusia y los países occidentales. Los pocos responsables europeos que estarán en Moscú -entre ellos representantes checos y eslovacos o el ministro de exteriores francés Laurent Fabius- no asistirán al desfile militar.

La canciller alemana tampoco estará este sábado en Moscú aunque se espera su llegada el domingo para entrevistarse con Vladimir Putin y visitar la tumba al Soldado Desconocido.

La ausencia de europeos no parece preocupar al presidente ruso, que mantiene intacta su popularidad en un país donde la victoria de 1945 se ha convertido en casi un mito.

Gran Guerra Patriótica 

Desde hace varios días, Moscú y las grandes ciudades rusas preparan la conmemoración de la «Gran Guerra Patriótica», el nombre con el que se conoce en Rusia la II Guerra Mundial desde los tiempos de la Unión Soviética.

Por todas partes se ven las llamadas cintas de San Jorge con rayas anaranjadas y negras, que rememoran la victoria del Ejército Rojo contra la Alemania nazi y se ha convertido en el símbolo del patriotismo preconizado por el Kremlin.

Las cadenas de televisión llevan semanas programando documentales, debates y películas sobre los grandes momentos de la Segunda Guerra Mundial, como el sitio de Stalingrado o la toma del Reichstag.

Incluso la figura de Stalin, el dictador responsable de la muerte de millones de soviéticos, parece estar siendo rehabilitada en los últimos meses, sin olvidar su particular bigote.

Según un sondeo del centro Levada, cerca de un 50% de los rusos piensan que los «grandes objetivos» que tenía la Unión Soviética justifican los sacrificios que Stalin impuso a su pueblo. En 2008 sólo un tercio de la población pensaba así.

En los últimos meses han aparecido en varias ciudades rusas, en particular en Crimea -la península ucraniana anexada por Rusia en marzo de 2014- carteles y bustos representando a Stalin, el «generalísimo» de Unión Soviética y vencedor de la Alemania Nazi.