Mujeres y niñas suponen el 71 % de las víctimas de trata de personas, una forma de «esclavitud moderna» que se ceba también en los menores, un tercio de los casos, denuncia un informe de Naciones Unidas publicado en Viena.

El Informe Global sobre Trata de Personas 2016 de la Oficina de la ONU contra la Droga y el Delito (ONUDD) analiza este delito con datos de casi 63.000 víctimas recabados entre 2012 y 2014 en más de un centenar de países.

La trata de personas consiste en trasladar y retener a una persona por la fuerza o la coerción, con el fin de explotarla, no sólo con fines laborales o sexuales, sino también para mendigar o, incluso, para el tráfico de órganos o los matrimonios forzados.

«La explotación sexual y el trabajo forzoso siguen siendo las modalidades más detectadas de trata, pero las víctimas también sufren trata para la mendicidad, los matrimonios forzados, los fraudes a los servicios públicos, o la pornografía», explica Yuri Fedotov, director ejecutivo de la ONUDD.

El informe de la ONU indica que en el 54 % de los casos la explotación sexual es el delito más común, pero con una tendencia a la baja desde 2007.

Mientras que mujeres y niñas suele ser la inmensa mayoría de las víctimas de abusos sexuales o matrimonios forzados, en el caso de hombres y niños su destino es la explotación laboral -en el 85 % de los casos- ya sea en la industria minera, pesquera o como soldados, entre otras tareas.

La explotación infantil también varía según regiones y continentes, señala la ONU.

Así, mientras que en el mundo alrededor del 30 % de las víctimas son menores, en África subsahariana suponen un 64 % y en América Central y el Caribe, el 62 %.

Los grandes beneficios para las mafias, unos 32.000 millones de dólares anuales, y las bajas tasas de condena que se suelen aplicar, suponen un aliciente para los delincuentes, según la ONU.

La mayoría de las personas condenadas por trata son hombres -seis de cada diez- y suelen proceder del mismo entorno que las víctimas, algo fundamental para ganarse su confianza, si bien existen, de nuevo, grandes variaciones según las regiones.

En Europa del Este el 54 % de los supuestos tratantes investigados son mujeres, que en África Subsahariana representan la mitad de los sospechosos.

El informe señala que las mujeres tienen una mayor tasa de condena en la trata frente a otros delitos y apunta que, en algunos casos, las propias víctimas pasan a formar parte de la organización criminal captando a nuevas mujeres y niñas.

La ONU recalca que no hay ningún país inmune a la trata y que sólo en Europa Occidental se han detectado a víctimas de 137 países.

Alerta además de que los datos documentados en el informe son sólo «la punta del iceberg».

El documento no aventura una cifra global de afectados por este tipo de delito contra los derechos humanos y se limita a analizar esos 63.000 casos documentados en los pasados dos años, aunque el propio Fedotov ha asegurado a Efe en más de una ocasión que las víctimas ascienden a «millones».

En el informe, el director ejecutivo de la ONUDD destaca el vínculo existente entre la presencia de grupos armados y la trata de personas, que suelen explotar sexualmente a las mujeres y destinar a los hombres a trabajos forzados o al combate.

«La gente que huye de la guerra y la persecución son particularmente vulnerables a la trata», recalca Fedotov en el informe, al recordar que los actuales movimientos migratorios y de refugiados son los mayores en el mundo desde la II Guerra Mundial.

Otros factores que aumentan la vulnerabilidad a este tipo de delito es el crimen organizado y la pobreza.

El informe detalla también que se han producido avances notables en los últimos años: si en 2003 sólo el 18 % de los países penaba la trata ahora son el 85 %, un total de 158 países.

También se ha ampliado el espectro del delito, ya que las fuerzas de seguridad de muchos países ahora detectan mejor los casos de trabajos forzados o explotación laboral.

Sin embargo, vuelven a existir grandes diferencias entre países, y los Estados más pobres son los que tienen más dificultades para garantizar una investigación y protección adecuada a las víctimas.

En esa línea, la ONU denuncia que el grado de impunidad por este delito sigue siendo alto, en parte debido a carencias para abordar la investigación de un delito trasnacional tan complejo.

El documento subraya que se necesitan más recursos para identificar y asistir a las víctimas, así como para mejorar las acciones del sistema de justicia para investigar y procesar a los responsables.