El Senado de Estados Unidos aprobó este jueves una resolución de poderes con la que el presidente Donald Trump queda impedido para tomar acciones militares contra Irán sin antes consultar con el Congreso. Esta es una suerte de reprimenda al mandatario por sus recientes pasos en política exterior. Desde diciembre de 2019, el discurso y las acciones de Trump sirvieron para alimentar la tensión con el gobierno iraní generada tras el asesinato de Qasem Soleimaní, general de la Guardia Revolucionaria de Irán. Los legisladores demócratas, en compañía de algunos republicanos, advirtieron que las posiciones del gobierno podrían conducir de nuevo a una guerra en el extranjero, por lo que impulsaron esta medida para prevenir un escenario de este tipo.

La respuesta, para el alivio de muchos, es que Donald Trump no tiene el poder para declarar una guerra, según la Constitución de Estados Unidos. La ley dice que la autoridad para dirigir las acciones militares del país se divide entre el Congreso y el presidente. El primero es quien tiene el poder de declarar la guerra, mientras que el segundo, como comandante en jefe, tiene el poder para usar el ejército en defensa de su nación. Siendo así, es el Congreso, y no el presidente, quien declara las guerras en el país. Los padres fundadores de la patria consideraron esta división de poderes para evitar que el presidente, en un movimiento unilateral y no considerado, llevara al país a una guerra injustificada. Y aquí cabe aclarar algo muy importante: el Congreso ha dicho que no quiere una guerra con Irán.

 “Ha habido audiencias; ha habido una serie de eventos donde está claro que el Congreso realmente no está a favor de involucrarse en ninguna conflagración significativa. Mientras eso sea cierto, la única forma en que el presidente, ya sea Bush, Obama o Trump, podría tomar medidas es si existiera una amenaza inminente”, dice Oona A. Hathaway, profesora del Departamento de Defensa durante la presidencia de Barack Obama a The New Yorker.

Sin embargo, luego de la operación contra Soleimaní en la que Trump no le consultó al Congreso, el poder legislativo buscó demostrar que tiene poder sobre las decisiones que involucran despliegue de la fuerza nacional. “El Congreso está reclamando su papel legítimo en las decisiones sobre guerra. Si bien el presidente tiene y siempre debe tener la capacidad de defender a Estados Unidos de un ataque inminente, el poder ejecutivo para iniciar la guerra se detiene allí. Una guerra ofensiva requiere voto en el Congreso”, expresó Tim Kaine, senador demócrata de Virginia quien impulsó la resolución de poderes.

El texto, que ya había sido aprobado por la Cámara de Representantes, ahora deberá continuar su camino a la Casa Blanca, en donde se espera que el presidente lo vete como hizo en abril de 2019 con una resolución aprobada en el Congreso con la que se esperaba poner fin a la participación de Estados Unidos en la guerra de Yemen. Es necesario una mayoría de dos tercios en cada Cámara del Congreso para revocar el veto de un presidente y, en esta ocasión, no existe un apoyo tan amplio.