El 15 de mayo de 2002 Real Madrid buscaba su novena “orejona”. Con un equipo para el recuerdo enfrentaba al Bayer Leverkusen en la final de la Liga de Campeones de Europa, en Glasgow, Escocia.

César; Michel Salgado, Fernando Hierro, Iván Helguera, Roberto Carlos; Claude Makélélé, Luís Figo, Santiago Solari, Zinedine Zidane, Raúl González Blanco y Fernando Morientes. Ese era la formación merengue de aquel histórico día.

Fue histórico porque a pesar de que Raúl puso a ganar al Madrid, el defensor brasilero Lúcio empató para el cuadro alemán y la angustia se apoderó del madridismo. Un sentimiento que solo se esfumaría gracias a una genialidad de uno de los mejores futbolistas franceses de todos los tiempos.

Al minuto 45 Zidane, con un legendario número 5 en la espalda, recibió un balón bombeado de los pies de un tal Roberto Carlos y con su pierna izquierda la empalmó de volea. La pelota al ángulo. Un golazo antológico que sentenció el 2-1 y le dio la copa al Real Madrid.

En la actualidad el hombre que plasmó en el verde césped tremenda obra de arte, busca, ahora como director técnico, la duodécima Liga de Campeones para el Madrid. El 3 de junio, en Cardiff, Gales, enfrenta a Juventus por la final de la presente edición.