Las autoridades alemanas están preocupadas por el aumento de casos de extremismo y neonazismo al interior de las Fuerzas Armadas de Alemania. En pleno desconfinamiento, un sargento mayor de las Fuerzas Especiales, apodado ‘Oveja pequeña’, fue encontrado almacenando un gran arsenal de armas y explosivos en su residencia junto con recuerdos nazis como un cancionero de las Escuadras de Protección Nazis (SS).

Oveja pequeña, quien ha sido perfilado como un neonazi, se habría reunido con otros oficiales que usaron el saludo de Adolfo Hitler y cantaron canciones afines a esta ideología. Como esta, hay decenas denuncias de neonazis que están infectando las filas militares alemanas, lo que ha llevado a la actual ministra de Defensa, Annegret Kramp-Karrenbauer, a pedir una reestructuración en la institución para desinfectarla del extremismo de derecha que se infiltró en los últimos años.

“(Las fuerzas especiales) no pueden continuar en su forma actual… ha habido un elitismo insalubre y un liderazgo tóxico dentro de la unidad que ha desarrollado y promovido las tendencias extremistas… “La probabilidad de que no se trate solo de casos aislados, sino de que haya conexiones es obvia y debe investigarse a fondo”, aseveró Kramp-Karrenbauer.

Durante más de dos décadas, la esfera política en Alemania negó la posibilidad de que la extrema derecha se hubiera infiltrado en la institución militar. Los políticos usaron el término “casos individuales” para referirse a los extremistas que eran encontrados, lo que permitió que el problema se desestimara y creciera. Pero ahora se ha reconocido que sí hay una red de ideología extremista al interior de las fuerzas armadas que representa un peligro enorme para el país, pues se encuentra armada.

“Si las personas que están destinadas a proteger nuestra democracia están conspirando contra ella, tenemos un gran problema. Estos son hombres endurecidos por la batalla que saben cómo evadir la vigilancia porque están entrenados para realizar la vigilancia ellos mismos”, dijo por su parte Stephan Kramer, presidente de la agencia de inteligencia nacional en el estado de Turingia. “De lo que estamos tratando es de un enemigo interno”, agregó.

No es un problema nuevo. En 2017, el Servicio de Contrainteligencia Militar investigó 275 casos de extremismo de derecha entre los miembros del servicio militar. Este problema ha sido fruto de la obsesión de los militares con el Ejército alemán de la era nazi, la Wehrmarcht. Según Philipp Liesenhoff, investigador del programa de Europa del Fondo Alemán Marshall, “existe este ideal de que los miembros de la Wehrmacht eran luchadores duros y experimentados… hay repetidas referencias a la dureza de estos soldados, y las personas que capacitan a los soldados siempre han hecho referencias a esa época”.

Dado su historial, Alemania tiene poca tolerancia con las posiciones extremistas. La Constitución, por ejemplo, preserva y garantiza la libertad de expresión, pero advierte a la vez que, en ciertos casos, como las referencias a ideas extremistas y nazis, la libertad de expresión puede verse restringida. Los militares tienen pautas estrictas sobre qué discurso es aceptable y cuál no dentro de las filas. Sin embargo, en ciertos casos, los altos mandos no han ejercido un control tan estricto.

“Las unidades de élite como estas tienen factores culturales que pueden convertirse en susceptibilidades. Por ejemplo, si hay un sentido de tolerancia equivocado. Los soldados tienen una confianza elitista en sí mismos. Tienen capacidades y habilidades especiales y un sentido de lealtad bien desarrollado. Tal mentalidad puede implicar riesgos”, le dijo Christoph Gramm, presidente de contrainteligencia militar, a The New York Times. La agencia de contrainteligencia de Alemania se encuentra investigando a más de 600 soldados por extremismo de derecha dentro de las filas.

Los casos de miembros neonazis al interior de las fuerzas especiales fueron registrados prácticamente desde que esta unidad se formó hace casi 25 años. Sin embargo, el problema comenzó a profundizarse en 2013, con la aparición del partido Alternativa para Alemania (AfD) el cual utilizó el odio hacia los inmigrantes para legitimar la promoción de las ideas de la extrema derecha.

“La radicalización de los soldados de élite que operan en secreto es un excelente ejemplo de la relación mutuamente beneficiosa entre los extremistas de derecha, tanto en línea como fuera de línea. Lo que comienza con comentarios racistas en una sala de chat en línea puede llevar a fantasías de violencia y a escondidas escondidas de armas. Después de eso, teóricamente es solo un pequeño paso hacia los hechos reales. Afortunadamente, el KSK descubrió a los posibles perpetradores a tiempo, debido en parte al hecho de que el servicio de contrainteligencia militar de la Bundeswehr y la Verfassungsschutz, la agencia de seguridad nacional de Alemania, están mirando mucho más de cerca estos días”, señala Marcel Fürstenau, columnista de la Ddeutsche Welle.

Por mucho tiempo, los oídos sordos del gobierno alemán y el muro de silencio dentro de las fuerzas militares permitieron que el extremismo se esparciera por la institución sin barreras. En respuesta a las denuncias, el gobierno ha propuesto modificar la Ley Militar del país para facilitar el despido de soldados que muestren estar disciplinados por el extremismo. Identificar y reconocer el problema ha sido positivo, pero hay desafíos enormes todavía, sobre todo porque la agencia que se encarga de investigar a los soldados también puede estar infiltrada. Uno de los investigadores de alto rango en la unidad que se creó para examinar el extremismo dentro de las filas fue suspendido en junio tras compartir información confidencial acerca de la redada a la residencia de Oveja pequeña.

“Desafortunadamente, incluso más personas tuvieron que morir antes de que Alemania dejara de cuestionar la dimensión real del extremismo de derecha y el terror de derecha. Pero el asesinato del político local Hesse Walter Lübcke en junio de 2019 y el intento de asesinato en la sinagoga en Halle cuatro meses después silenciaron a los últimos escépticos restantes. El gobierno alemán reaccionó con un plan de acción, que involucraba no solo al Ministerio del Interior, sino también a los Ministerios de Justicia y Familia, todos trabajando juntos”, agrega Fürstenau.