A veces pareciera que Andy Murray termina engañándonos. Es como si su caminar fuera una pantomima, pues la sensación de agotamiento nos hace pensar que terminará cediendo y cayendo. Pero lo cierto es que cada punto es una sorpresa y uno como espectador termina con una expectativa aún mayor porque no se sabe si en realidad las fuerzas no serán suficientes o si sus destellos de crack compensarán su cansancio y le terminarán dando la victoria.

Fue un comienzo arrollador para Murray frente al italiano Matteo Berrettini. Contra todo pronóstico, el escocés desenvainó la espada y la batalla la inclinó a su favor desde un principio. Su rival se vio incómodo y lo llevó a varios errores que fueron configurando su derrota.

Fue la victoria número 50 en el Abierto de Australia para Andy Murray en un partido que duró 4 horas y 54 minutos en cinco sets: 6-3, 6-3, 4-6, 6-7 (7) y 7-6 (6). Hubo caídas para el escocés, por un momento, y de nuevo, nos hizo pensar que el cansancio le cobraría factura luego de un comienzo inesperado, pues empezó ganando los dos primeros sets y todo parecía definirse en el tercero, aunque Berrettini no permitió que esa sensación durara mucho, pues ahí empezó su remontada.

Berrettini se montó en el partido y puso a Murray contra las cuerdas. Sin embargo, el escocés mantuvo su moral arriba con puntos que reafirmaban su condición de ser uno de los grandes de las últimas décadas. Sacó todo su repertorio y tanto sus esfuerzos como sus remates rozaban el límite. Por poco e incluso pierde el partido. Pero lo salvó. Y así como el grito de Haka determina muchos de los triunfos de los All Blacks en el Rugby, los gritos de batalla y el puño en alto de Murray sirvieron en varias oportunidades para mantenerse firme y olvidar la sangre en su rodilla y su dolor abdominal.

Con 35 años, Murray demuestra que sigue vigente. Ayer, con su victoria 50, se unió al grupo de Roger Federer (102), el serbio Novak Djokovic (82), el español Rafael Nadal (77) y el sueco Stefan Edberg (56), que eran los únicos que habían alcanzado ese número de triunfos.

“Estoy muy orgulloso de mí. He trabajado mucho con mi equipo para ser capaz de jugar así en este tipo de escenarios”, aseguró Andy Murray al finalizar el encuentro.

El camino de Murray sigue cuando enfrente al vencedor del partido entre el italiano Fabio Fognini o al australiano Thanasi Kokkinakis, pero el escocés espera volver a su sexta final del Abierto de Australia y así, por fin, hacerse con el título del primer Grand Slam del año, pues es un trofeo que le ha sido esquivo frente a los rivales de siempre: Nadal, Djokovic y Nadal.

La leyenda de Andy Murray se empezó a escribir en 2006, pero fue hasta 2012 que empezó a tener sus capítulos dorados con la medalla de oro en los Juegos Olímpicos de Londres de ese año, luego con el triunfo del US Open, también en 2012. En 2016, de nuevo bajo la bendición de los Olímpicos, pero esta vez en Río de Janeiro, el escocés ganó una medalla de oro, luego triunfó en Wimbledon (ya lo había hecho en 2013) y fue finalista del Roland Garros.