Nairo Quintana no es de los que se rinden: la vida le ha enseñado que para cumplir los sueños hay que esforzarse y ser valiente. Su berraquera justamente ha sido su principal aliada. No sólo en su carrera deportiva, también en la vida, en el día a día. Que a sus 26 años sea reconocido como uno de los mejores pedalistas del mundo no es algo del azar, es producto de un trabajo que inició siendo niño, cuando muchos dudaron que llegaría a ser el gran Nairo.

Desde 2013, cuando obtuvo el subcampeonato del Tour de Francia y ganó la clasificación de la montaña y de los jóvenes, se trazó el gran objetivo del sueño amarillo, de subirse al lugar más alto del podio. En 2015 lo intentó y nuevamente fue segundo, ahora una vez más se le escapó, pero algo seguro es que no se cansará de intentarlo hasta lograrlo. “Quedan muchos años. Tengo 26 y tengo gente por delante de mí con más experiencia. Me queda mucho tiempo para seguir luchando”, dijo en medio de este Tour, cuando veía que Froome estaba imbatible y su cuerpo no le respondía como él hubiese querido.

No es desconocido para Nairo el reponerse a las adversidades deportivas. La primera vez que corrió la competencia Club Deportivo de Boyacá, con el equipo de Arcabuco, que dirigía Rusbel Achagua, terminó segundo porque no contaba con una escuadra que lo apoyara en la montaña. En esa edición el ganador fue Darwin Pantoja. Pero le quedó el deseo de revancha y por eso al año siguiente, tras hacer varias rifas en el pueblo para conseguir la plata de la inscripción, volvió a participar.

En la crono terminó 15 entre 130 niños y en la montaña atacó y solo le pudieron seguir la rueda Darwin Pantoja y Darwin Atapuma. Pantoja iba de líder y 37 segundos atrás, Nairo. Así que el último día, en un recorrido entre Moniquirá y Tunja, Nairo atacó apenas pasó por su pueblo y como ya conocía el recorrido, los dejó botados. Le sacó a Pantoja casi dos minutos y se puso su primera camiseta de líder de una carrera.

Así es Nairo, su ambición es una de sus grandes virtudes. Por más títulos, reconocimiento y admiración que despierte en los aficionados, su cabeza está centrada en superarse a sí mismo siempre, en lograr más de lo que él ha hecho. Pero ese deseo de superación e ir demasiado rápido por poco le cuesta la vida. En 2006, mientras entrenaba por las calles de su pueblo, un taxi lo atropelló, se abrió la cabeza y quedó inconsciente por tres días en una clínica de Boyacá. Pudo ser un final prematuro de una carrera. Incluso Luis, su papá, le pidió que no volviera a arriesgar su vida sobre una bici, pero el deseo pudo más que el dolor y al poco tiempo ya estaba entrenando nuevamente por las mismas carreteras de su departamento.

Los campeones tienen que ser rebeldes de alguna manera, Nairo lo ha sido y por eso ha llegado a donde está. No le tiene que demostrar nada más a nadie. Con su berraquera, dedicación y esfuerzo ya ha llegado a lugares a los que ningún otro ciclista colombiano lo había hecho, en un país en el que este es el deporte nacional. A sus 26 años, el boyacense ha tenido una carrera brillante, con títulos en competencias juveniles, como el Tour de L´Avenir en 2010, y doce triunfos en competencias del World Tour, entre ellas el Giro de Italia de 2014, además de dos segundos lugares en el Tour de Francia, la competencia de ciclismo más importante del mundo, en la que también ha sido campeón de la montaña en 2013 y dos veces ganador de la camiseta de los jóvenes, en 2013 y 2015.

Y a pesar de que este año no cumplió su gran meta, lo de Nairo fue extraordinario, por tercera edición consecutiva fue protagonista, terminó entre los mejores y a pesar de las dificultades físicas nunca desistió. El desconocedor del tema podrá decir que no atacó y que se arrugó ante Froome, pero el ciclismo es un deporte tan complicado que la lucha es con uno mismo y si el cuerpo no responde, no hay nada que hacer. Quintana es tan brillante y superdotado, que hasta en malas condiciones se destaca. “Es como si fuera un milagro de Dios poder estar aquí, estaba muy mal y lo que pasa en mi cuerpo es difícil de explicar”, dijo el colombiano tras la etapa del viernes, en la que se metió en posiciones de podio.

“No hay que olvidar que todavía está en años de formación, de maduración. Es un superdotado, un prematuro, un prodigio, pero aún es un niño. 26 años no es nada para lo que tiene que seguir aprendiendo”, dijo Eusebio Unzué, director del equipo Movistar, quien además reconoció que este Tour le servirá de experiencia al colombiano para el futuro. “El golpe que se está llevando seguro le va a afectar mucho psicológicamente, pero le va a caer muy bien porque está tan convencido de su excepcionalidad, de su superioridad, que se confunde a veces en sus análisis”.

Justamente ya llegará el momento de que en su equipo revisen qué se hizo mal, que falló en la preparación para esta competencia y qué se debe cambiar en el futuro para que el sueño amarillo pueda hacerse realidad. Aunque se ganó en la clasificación por equipos, el Sky de Froome se vio fuerte en los momentos definitivos y el buen acompañamiento al británico en la montaña y en las etapas de vientos cruzados marcó diferencia.

Ahora el siguiente reto de Nairo para el resto de esta temporada, que por cierto ha sido extraordinaria, con títulos en la Vuelta a Cataluña, Tour de Romandía y Ruta del Sur, será trabajar para la selección colombiana de ruta en los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro y luchar por el título de la Vuelta a España, competencia para la que ya fue anunciado por el Movistar como el líder de la escuadra. A propósito de esta competencia, allí Nairo ya demostró su berraquera y fortaleza.

En 2014, cuando era líder, se cayó en la contrarreloj individual. Midió mal una curva y salió volando. Con heridas en los brazos y dolor en una clavícula, se montó nuevamente a la bicicleta y terminó la jornada. Aunque ya había perdido todas las opciones de llevarse el título, al otro día salió a competir, con la mala fortuna de sufrir una nueva caída que le obligó a retirarse. Pero en el siguiente año, en 2015, lo volvió a intentar y terminó en un excelente cuarto puesto en la clasificación general. Seguramente la ronda ibérica será una buena oportunidad para que Nairo se desquite y desahogue su frustración por no ganar el Tour.

Para cumplir el sueño amarillo ya llegará el momento.