Este martes, luego de la primera jornada de descanso, el francés Arnaud Démare se quedó con el triunfo en la décima etapa del Giro de Italia, una jornada en la que hubo una fuerte caída en los últimos metros. De hecho, el ciclista que se fue al piso fue el alemán Pascal Ackerman, el dueño de la camiseta Chiclamino y uno de los llamados a pelear en el embalaje final. El corredor de Bora perdió el control de su bicicleta y se fue contra el asfalto. Tan duro fue el golpe que hizo recordar lo que sucedió hace unos días cuando Tom Dumoulin pasó la meta con su pierna ensangrentada.

Esta vez hubo menos sangre, pero similares raspones, y un uniforme lacerado por la rudeza del impacto. Aún así Ackerman pudo llegar por sus propios medios y acompañados de sus compañeros del equipo Bora, los que debieron hacer las veces de lanzadores, pero que tuvieron que esperarlo.

En cuanto al sprint final, luego de una zona de pavé en medio de los edificios angostos de Modena, una población italiana famosa por su aceite balsámico, Demare aprovechó que Elia Viviani y Caleb Ewan se vigilaron demasiado entre ellos para rematar por la parte izquierda y ganar con ventaja suficiente.

El italiano entró segundo, mientras que el australiano fue cuarto por detrás de otro que se avivó y le sacó ventaja, el alemán Rudiger Selig. El tiempo de carrera: tres horas, 36 minutos y siete segundos.

La clasificación general no sufrió mayores cambios, con el local Valerio Conti en la punta, seguido de Primoz Roglic, quien con la gran contrarreloj individual del domingo le tomó una gran ventaja a sus rivales directos en la pelea por la Maglia Rosa.

Este miércoles será la undécima etapa con un trayecto de 221 kilómetros entre Carpi y Novi Ligure y en la que se espera que haya otra definición entre velocistas (habrá dos metas volantes en un día totalmente plano).