La organización humanitaria argentina Abuelas de Plaza de Mayo anunció la recuperación de la nieta número 129, hija de una militante política desaparecida durante la última dictadura (1976-1983) y residente en España.

«Ella podrá conocer a su padre y sus hermanos. Hace dos semanas la nueva nieta ingresó al país, se presentó a la Justicia y aceptó realizarse los análisis (genéticos)», dijo en rueda de prensa la presidenta de Abuelas, Estela de Carlotto.

La mujer nació en 1977. Su madre, Norma Síntora, fue secuestrada cuando estaba en el octavo mes de embarazo. La buscaban hasta ahora su padre, Carlos Alberto Solsona, y sus hermanos, según Carlotto. Síntora sigue desaparecida.

Las Abuelas no suministraron más detalles sobre la nieta, en virtud de la reserva con que manejan los procesos de restitución de hijos de desaparecidos a sus familias de sangre.

Familia, a la espera

Sin embargo, Carlos Alberto Solsona, padre de la bebé robada en la dictadura argentina, aseguró en rueda de prensa «viví algo grandioso, una mezcla de miedo a lastimarla», porque va a conocer su hija 42 años después. 

Natural de la provincia de Córdoba (centro), Norma se casó con Carlos Alberto Solsona en 1975 y ambos militaban en el Partido Revolucionario de los Trabajadores-Ejército Revolucionario del Pueblo. A finales de 1976, el matrimonio dejó a su pequeño hijo Marcos al cuidado de sus abuelos por los riesgos de la represión y empezaron a pensar en el exilio.

Pero no tuvieron tiempo. Norma Síntora fue secuestrada cuando tenía 8 meses de embarazo en mayo de 1977, cuando tenía solo 25 años. Desde entonces ya no se ha vuelto a saber de ella, y hasta ahora tampoco había certezas sobre el paradero del niño o niña que llevaba en su seno. 

Se presume que Síntora dio a luz al bebé, al que planeaban llamar Pablo o Soledad, en el centro clandestino de detención y tortura al que fue llevada.

Ahora, tras más de cuatro décadas de búsqueda y «miles de noches sin poder dormir», Solsona, a sus 70 años, podrá por fin abrazar a su hija -la nieta 129 identificada por Abuelas- y conocerla de forma privada, gracias a un intenso proceso de investigación y a una reveladora prueba de ADN.

«No quiero imaginar situaciones, porque tengo sobre todo mucho miedo de lastimarla a ella. Después de esa preocupación principal, va a ser algo grandioso», dijo el hombre a la prensa en la sede en Buenos Aires del organismo que integran las emblemáticas ancianas, quienes históricamente buscan a sus nietos, hijos de los desaparecidos que fueron apropiados por el régimen y entregados a familias ajenas.

Lo importante, según añadió su padre, es que ella «pueda transitar este cimbronazo con la mayor tranquilidad posible».

«Nunca abandonamos ni la esperanza ni las opciones. Hemos recorrido no sé cuántos barrios de Buenos Aires, donde había un dato o mínima pista allí íbamos», aseveró, al remarcar que en estas décadas, como una especie de «mecanismo de autodefensa» se puso una coraza que se hacía cada día más grande.

«Cada vez nos quedaba menos tiempo. Tengo 70 años y empecé a buscarla cuando era un treintañero. No solo yo, todos», enfatizó.

El banco de memoria

«Rompamos el silencio, el tiempo es hoy, los nietos y nietas ya tienen entre 39 y 45 años, ayudemos a reparar las heridas que la dictadura nos dejó», expresó Estela De Carlotto, presidenta de Abuelas.

A mediados de la década de 1980, la organización impulsó la creación de un banco -que después se oficializó con una ley- para almacenar sus perfiles genéticos y garantizar la identificación de los nietos.

En el banco están almacenadas todas las muestras de los familiares que buscan a los niños y de las personas que sospechan ser hijas de desaparecidos.

Así encontraron a la nieta 129

En un proceso que se inició cuando la familia presentó la denuncia ante Abuelas por el paradero del bebé, en 2012 la organización tuvo pistas sobre el caso, al contar con una documentación que mostraba una partida de nacimiento apócrifa firmada por un médico de la Policía Federal Argentina.

Posteriormente, se contactó con la presunta hija de desaparecidos, que vivía en el exterior, para invitarla a realizarse un examen de ADN.

Pero a pesar de darle la opción de hacerla en Argentina o vía consular, la mujer no respondió, y el caso fue derivado a la Fiscalía especializada para casos de apropiación de niños durante el terrorismo de Estado.

La situación dio un vuelco cuando en 2017 un allegado de la mujer la incentivó a buscar su origen y se retomó el vínculo, y hace dos semanas la «nueva nieta» ingresó al país y, por una notificación de Migraciones, se presentó a la Justicia, donde aceptó realizarse voluntariamente el análisis de ADN, que determinó que es hija de Norma y Carlos Alberto.

La asociación presidida de Carlotto estima que cerca de 500 bebés fueron robados por la dictadura, que además hizo desaparecer a cerca de 30.000 opositores, según datos de las organizaciones de derechos humanos.