El partido Republicano descendió este jueves un nuevo peldaño en una crisis sin precedentes ante el resistido liderazgo del multimillonario Donald Trump para las elecciones de noviembre, y que se trasladó de lleno a un áspero debate entre los aspirantes a la Casa Blanca.

Trump y los senadores Ted Cruz y Marco Rubio se trabaron, una vez más, en un verdadero festival de agresiones, burlas y acusaciones de todo tipo en un debate apenas dos días después de la jornada electoral del ‘supermartes’, mostrando las heridas abiertas en el interior del partido.

Como era esperado, Cruz y Rubio centraron toda su artillería en Trump, acusándolo de decir a los electores solo aquello que quieren escuchar, no ser suficientemente conservador como para representar el partido o de cambiar de opiniones con demasiada frecuencia, inclusive con cuestiones de seguridad nacional.

«Donald tiene una relación muy tenue con la verdad», dijo Cruz en un momento, desatando una carcajada general en la audiencia del debate, que se realizó en la ciudad de Detroit (Michigan).

Trump respondió fiel a su estilo, acusando impiadosamente a Rubio de no cumplir con sus obligaciones como senador y a Cruz de mentir desde el inicio de la campaña. En varias oportunidades los moderadores del debate tuvieron que llamar la atención de los aspirantes presidenciales para contener el intercambio de gritos y acusaciones.

En el segmento final del debate, Trump aseguró que en caso de que no sea nominado candidato a presidente por los republicanos apoyará al aspirante escogido, en una declaración que busca calmar las tensiones en el partido.

El debate de este jueves no contó con la presencia del neurocirujano retirado Ben Carson, quien el miércoles emitió un comunicado en que sugirió que prepara su salida de la campaña electoral.

Guerra generalizada

La situación caótica en que se encuentra el partido dio en la jornada una nueva vuelta de tuerca cuando el ex candidato presidencial Mitt Romney formuló un dramático llamado a los electores conservadores a ignorar la campaña de Trump, a quien definió como «falso» y «un fraude».

De lo alto del prestigio que aún goza dentro del Partido Republicano, Romney dijo que una candidatura del magnate inmobiliario en las elecciones presidenciales conducirá necesariamente a una catástrofe electoral, y pidió que los electores opten por los otros aspirantes aún en carrera.

Romney, perdedor ante Barack Obama en las elecciones de 2012, cuestionó la integridad moral de Trump al afirmar que representa «el mismo tipo de odio que condujo a otras naciones hacia el abismo», y añadió que el candidato del bando conservador debería ser Cruz, Rubio o el gobernador de Ohio, John Kasich.

En respuesta, Trump aseguró durante un discurso en Maine (noreste) que Romney había expresado la intención de disputar la campaña este año pero que se «acobardó» precisamente porque el millonario estaba en carrera.

De acuerdo con Trump, Romney es «un irrelevante» porque también se «acobardó» en la elección de 2012, cuando ya había conducido «una de las peores campañas en la historia de la política moderna».

De las 15 elecciones internas que los republicanos ya realizaron este año, Trump se impuso en 10 de ellas, y ya tiene en sus manos casi la mitad de los delegados necesarios para garantizar la nominación presidencial en la convención nacional republicana, prevista para julio.

– ¿Qué hacer con Trump? –
En tanto, los mayores referentes y dirigentes del partido Republicano ya no esconden de nadie el estado de pánico ante una candidatura de Trump y la ausencia de un contendor viable que represente al electorado conservador.

«¡Bien dicho!», expresó Kasich en apoyo a Romney en la red Twitter, donde el senador conservador John McCain señaló que comparte «las preocupaciones» manifestadas por el ex candidato este jueves.

Por lo menos tres de los mayores estrategas del partido Republicano -Karl Rove, Alex Castellanos y Gail Gitcho- ya alertaron a la dirigencia partidaria de los riesgos que la candidatura de Trump representa, no sólo en términos de una división interna sino también de cara a las elecciones de noviembre.

En un discurso la semana pasada ante gobernadores republicanos, Rove no anduvo con rodeos y alertó que una candidatura de Trump sería «catastrófica» para el partido. Castellanos dijo el miércoles al diario Washington Post que ya era «demasiado tarde» para tratar de contener a Trump.

Pero aún sin Trump en la ecuación, la coyuntura se mantiene crítica para los republicanos ante los urgentes llamados de Cruz y Rubio a unir fuerzas contra el polémico multimillonario.

Cruz, un referente del Tea Party, ala más a la derecha del Partido Republicano, es considerado también un enemigo jurado de la dirección partidaria por su negativa a seguir las orientaciones de las bancadas.

En las últimas primarias republicanas, Cruz ganó en cuatro estados, y por eso el martes hizo un llamado a los otros aspirantes del partido a que arrojen la toalla para alinear fuerzas de forma de derrotar a Trump.

Ese mismo martes, sin embargo, Rubio también ganó en un estado, y respondió que coincidía en la necesidad de alinear fuerzas aunque era Cruz quien debía arrojar la esponja.