El escrito latinoamericano, Joaquim Maria Machado de Assis, dejó un mensaje aleccionador sobre la democracia en un cuento, «El alienista»: la vulnerabilidad de las instituciones humanas. También exploró lo fácil es que el ser humano entrega su libertad frente al miedo o el caos. Si bien en la actualidad la crisis sanitaria implica la toma de rigurosas medidas, pues es un tema serio, pensadores de todo el mundo afirman que también es importante plantearse qué viene después y evitar que la democracia sea una de las grandes sacrificadas. 

El último país en el que se presenta este debate es Austria. Con el número de infectados y, sobre todo, de hospitalizados y fallecidos bajo control, el país europeo se encuentra en el tercer día de lo que Gobierno llama «nueva normalidad», un concepto que oposición y juristas alertan puede esconder que las restricciones de derechos aplicadas contra el coronavirus se hagan permanentes. 

La oposición, formada por socialdemócratas, ultranacionalistas y liberales, ha mantenido hasta ahora su apoyo, o su silencio, a las restricciones de libertad y movimiento, y las medidas económicas dictadas por el Ejecutivo que forman el Partido Popular austríaco y Los Verdes, dirigido por el canciller conservador Sebastian Kurz. 

Pero la referencia del jefe de Gobierno a esa «nueva normalidad» y su afirmación de que no importa si las medidas cumplen o no la Constitución sino que lo esencial es que estén funcionado, han levantado una oleada de críticas. 

¿Eficacia o legalidad?

Kurz justifica que la posible ilegalidad de las medidas se debe a que era necesario actuar rápidamente y ha pedido «comprensión» ante lo extraordinario de la situación.  Llegó a decir que es probable que, para cuando el Tribunal Constitucional se haya pronunciado sobre las medidas, lo más probable es que éstas ni siquiera estén en vigor. 

«Siendo benévolo, digo que el canciller no ha entendido lo que es una Constitución y qué función tiene», opina al respecto Heinz Mayer, uno de los constitucionalistas más prestigiosos del país. 

Para este experto, afirmar que ya se verá si las medidas son constitucionales «no sólo es antiético, sino que, desde el punto de vista del Estado de derecho democrático, es miserable». 

La constitución no descansa

«La Constitución no se toma un descanso. También en tiempos de crisis debe ser una base fuerte de la acción política», afirma a Efe por teléfono Mayer, que fue decano de la Facultad de Derecho de la Universidad de Viena. 

Mayer considera que la actual limitación de derechos para combatir la pandemia debe hacerse de forma que el ciudadano no pierda la confianza en el Estado de derecho. Con todo, opina que hasta ahora las vulneraciones han sido «pequeñeces» que pueden arreglarse como, por ejemplo, el importe de las multas por violar las restricciones de movimiento o las dudas sobre la protección de datos. 

«No estoy preocupado de que estemos derivando hacia un Estado autoritario, porque tenemos aún suficientes reaseguros. Pero es importante estar atentos para que esto no se convierta en la nueva normalidad», alerta. 

Baja la alerta sanitaria…

El Gobierno, por su parte, ha reaccionado a las críticas de este tipo y ha convocado un comité de expertos que analizará y revisará las medidas tomadas hasta ahora contra la pandemia.  Al mismo tiempo, ha relajado algunas medidas de contención del virus, con la apertura gradual de todos los comercios, el permiso de practicar deporte en instalaciones al aire libre y la posibilidad de que los colegios empiecen a abrir en mayo. 

Todas las tiendas con menos de 400 metros cuadrados y grandes superficies de bricolaje y jardinería están abiertos hoy por tercer día consecutivo en Austria, aunque los clientes siempre deben llevar mascarilla y mantener la distancia obligatoria de al menos un metro. 

Todos los demás negocios y centros comerciales podrán abrir a partir del 2 de mayo próximo, aunque por ahora no se ha tomado ninguna decisión sobre la reapertura de los locales gastronómicos.  Además, han vuelto a abrir los históricos jardines de los diferentes palacios imperiales de Viena, cuyo cierre durante el mes de confinamiento había causado controversia y quejas de la oposición y muchos ciudadanos. 

Aunque el Ejecutivo es prudente y pide no bajar la guardia, la alerta sanitaria parece estar bajo control. De los 14.459 positivos hoy en Austria, el 62 % ya se ha recuperado, han muerto 410 personas y los hospitales no han estado en ningún momento saturados. 

…y sube la democrática

Tampoco preocupado aún pero sí alerta se declara Christian Rainer, doctor en Derecho y editor de «Profil», la revista política más influyente del país.  Aunque opina que la idea de «nueva normalidad» puede significar solamente que habrá que mantener un tiempo restricciones para combatir la Covid-19 basadas en opiniones científicas, pide mantenerse atento, ya que la juventud de Kurz (33 años) hace más difícil establecer sus intenciones. 

Aun así, rechaza que en un Estado de derecho pueda aceptarse que las leyes no se ajusten a la Constitución. «Si es así como entendemos la normalidad, debemos de tener mucho cuidado», advierte. 

Kurz no es Orbán

Con todo, Rainer opina que no es posible comparar a Kurz con líderes autoritarios y que la principal diferencia es que «en gente como Viktor Orbán (el primer ministro húngaro) hay una intención y saben hacia dónde conduce el viaje», mientras que en el canciller austríaco ve más una «falta de reflexión». 

«Lo que en Orbán, en Netanyahu o en Polonia es un plan, en Kurz podría ser una negligencia que no puede darse en un canciller federal», afirma Rainer. 

El periodista y jurista asegura que el peligro para la democracia en Austria sería aún mayor si en vez de con Los Verdes, Kurz siguiera gobernando con el ultranacionalista FPÖ, con el que formó coalición hasta mayo de 2019. 

Los verdes son un control

«En ese caso no sólo sería un peligro, sino una realidad. Con Los Verdes en una coalición hay controles y equilibrios», indica, pese a reconocer que este partido ecologista ha permitido hasta ahora a Kurz aplicar sus políticas, incluso su dura postura hacia los refugiados y emigrantes. 

Con el FPÖ en el Gobierno habría una mayor resistencia de la sociedad civil a ciertas medidas, ya que la presencia de Los Verdes en el Ejecutivo trasmite mayor seguridad, opina el editor de Profil.  En general, afirma, con los ultras en el poder habría más incompetencia, más caos y más muerto y enfermos.