Acusaciones de negligencia han llovido contra los altos mandos del ejército ruso luego de que se informara que al menos 63 militares murieron en medio del que es, hasta ahora, el ataque más letal contra las tropas de Moscú reportado en la guerra en Ucrania.

Se trató de un bombardeo en el que se utilizó un sistema lanzamisiles HIMARS, un arma entregada por Estados Unidos a Ucrania, que permite ataques de largo alcance.

El bombardeo se produjo en la localidad de Makéyevka, en un territorio ocupado por Moscú, en el este de Donetsk, uno de los bastiones que controlan los separatistas prorrusos.

Por un lado, se ha denunciado que la munición estaba siendo almacenada en el mismo lugar en donde los soldados se encontraban alojados, lo que claramente los ponía en un mayor riesgo.

Por otro lado, autoridades locales habrían informado a la agencia rusa TASS que los celulares que tenían las tropas habrían permitido geolocalizarlas. Incluso, se ha dicho que la actividad celular estuvo relacionada con los mensajes de Año Nuevo entre los soldados y sus familias.

Una publicación de Nexta, un medio digital de Europa del este, citado por La Razón, dice, en cambio, que la identificación del objetivo se produjo a partir de la información aportada por la red de espionaje de telecomunicaciones de Estados Unidos.

“¿Qué conclusiones sacarán? ¿A quién castigarán?”, dijo, citado por la AFP, Mijaíl Matvéyev, un diputado comunista por Samara, región de la que serían oriundos varios de los soldados fallecidos y a quienes en distintas ciudades de Rusia se les ha rendido homenajes.

Es preciso recordar también que, pese a que Rusia dijo que las bajas habían sido de 63, fuentes ucranianas han hablado de entre 200 y 400 muertos, que corresponderían a reservistas movilizados.

Hasta el momento, Vladimir Putin no se ha pronunciado al respecto.

*Con información de AFP.