La Revolución mexicana cumple años. En un momento especialmente convulso en la región, algunos analistas se refieren a la oleada de protestas en América Latina durante este otoño como una suerte de ‘primavera’ -en referencia a la primavera árabe- que podría beber de las causas que impulsaron el levantamiento popular en México hace más de un siglo. Surgida antes que la rusa, la Revolución mexicana está considerada como la primera de las grandes revoluciones sociales del siglo XX, pues puso fin a más de 30 años de dictadura de Porfirio Díaz (1876-1911) y se gestó desde las esferas populares de la nación.

La estabilidad política y económica durante la dictadura no fue sino el detonante del descontento de la sociedad mexicana, que veía cómo los logros recaían en una minoría oligárquica excluyente y, sin embargo, se gestaban a costa de grandes costos socio-económicos que recaían en las clases más vulnerables.

Pese a que hay consenso sobre el inicio de la Revolución, que se dio con el manifiesto conocido como el “Plan de San Luis” que publicó el 20 de noviembre de 1910 el empresario Francisco Ignacio Madero en el que criticaba al régimen y llamaba al levantamiento contra el porfiriato; no lo hay sobre su final, pues, aunque se estima que duró hasta 1917 con la entrada en vigor de la Constitución, los años posteriores fueron igualmente difíciles.

Hoy, tras cinco años de silencio y poca conmemoración institucional, regresan los actos en memoria del inicio del hito que marcó el surgimiento del México presente. Para el presidente del Gobierno, Andrés Manuel López Obrador, la Revolución fue el tercero de los cambios cruciales en la vida política del país latinoamericano, solo por detrás de la Independencia y la Reforma, y por delante de su propio Ejecutivo, que él mismo denomina la “Cuarta Transformación”.

La Revolución mexicana trajo consigo numerosos cambios tanto políticos como sociales para el país y el resto del mundo. Algunos de los hitos más importantes los destacó el abogado Jorge Talavera en conversación con El Espectador:

La Constitución de 1917

La Carta Magna de 1917 marcó un punto de inflexión en el mundo. Fue la primera Constitución abiertamente liberal y la primera que hablaba de derechos sociales. Además, el hecho de que se redactara en el contexto de la I Guerra Mundial, la dota de mayor importancia. “Fue un parte- aguas a nivel mundial con la primera inclusión de los llamados derechos sociales: el artículo 27 y el 123, que se traducen en él agrarismo mexicano y el derecho Laboral. Esta Constitución generó una nueva forma de ver la vida, pero, sobre todo, el reconocimiento de las masas que participaban en el movimiento: campesinos y obreros”, destaca el jurista.

Además, se destaca que el Estado «se mantendrá por completo ajeno a cualquier doctrina religiosa y, basado en los resultados del progreso científico, luchará contra la ignorancia y sus efectos, las servidumbres, los fanatismos y los prejuicios».

Creación de una fuerza única: PNR

El PNR (Partido Nacional Revolucionario), hoy PRI, aglutinaba todas las fuerzas políticas del país. “Este partido único género la unión política nacional, la cual permitió generar estabilidad política hasta finales de la década de los 80. Al ser el partido único en el poder, se pasó de la política de la fuerza a la fuerza de la política, dejando las armas a un lado y creando así condiciones para pacificar el país. Obviamente el poder pervirtió al partido, pero, a fin de cuentas, este fue un instrumento necesario que sirvió en aquel momento para apaciguar las pasiones políticas”, señala Talavera.

 Sindicalismo

Tras la Revolución, surgieron diversos sindicatos que entraron en conflicto de intereses hasta que el 12 de mayo de 1918 nació la primera Confederación Regional Obrera Mexicana (CROM), de carácter nacional y que luchaba por los derechos de los obreros.

Los años posteriores a la revuelta popular, fueron la “época dorada del sindicalismo” en la que hubo líderes combativos e idealistas “que generaron un escenario que, para bien o para mal, todavía existe en el país”, sostiene el analista.

“Obviamente, la Ley Federal del Trabajo requiere algunos arreglos para este siglo XXI, pero, en gran medida, los logros laborales de este país se los debemos a líderes emanados de aquel movimiento”.

Conciencia nacional

“Esto se generó a través de la educación instaurada por el régimen revolucionario (PNR, PRM y PRI) en donde se educó al pueblo en un nacionalismo que generó una unión nacional en torno a la revolución mexicana. De hecho, gran parte de la educación básica actual aún gira en torno al movimiento revolucionario”, dice el abogado Jorge Talavera.

La conciencia nacional permitió llevar la educación a muchos rincones del país donde hasta el momento no existía, y, además también se logró trasladar al campo, donde indígenas y campesinos se encontraban en áreas de marginación. El analista añade, que “aunque hoy en día podemos criticar este modelo, lo cierto es que en su momento fue el mayor detonante educativo de América Latina.

Riqueza cultural

La riqueza cultural emanó debido a la gran cantidad de artistas que fueron testigos del movimiento. Se destaca la pintura, la literatura, el cine, que vivió su “edad de oro” o la música como elementos de expresión de aquella época.

El muralismo, una técnica de pintura nacida de los años de la Revolución y expresión artística estrella durante esos años, estuvo representado por Diego Rivera, Frida Kahlo, David Alfaro Siqueiros y José Clemente Orozco.

También, otros artistas se sumaron al movimiento llegados de todo el mundo y atraídos por el “renacimiento cultural” mexicano.

Y, ¿qué queda hoy de la Revolución? Pues, entre otras muchas cosas, como instituciones públicas relacionadas con la Sanidad o el Trabajo como IMSS o Infonavit respectivamente, “pudiéramos decir que la conciencia política y democrática de la no reelección. Recordemos que el movimiento que inicia Francisco I. Madero tuvo como lema “sufragio efectivo, no reelección”, que sigue vigente en todo momento en el país”, señala el jurista.